Juez y parte

Como era de prever, el Partido Popular de Madrid no ha intentado siquiera guardar las m¨¢s elementales formas parlamentarias a la hora de cerrar la comisi¨®n establecida en la Asamblea aut¨®noma para investigar la trama de espionaje a altos cargos de la Comunidad y el Ayuntamiento. Cuatro sesiones de trabajo desarrolladas seg¨²n un procedimiento ideado para entorpecer la tarea de los diputados, y con una restringida n¨®mina de comparecientes y una exigua lista de documentos, han bastado para aprobar la posici¨®n que respaldaba el partido de Esperanza Aguirre. La actuaci¨®n de los populares convierte en un sarcasmo toda referencia a las conclusiones de la comisi¨®n: en la Asamblea de Madrid no ha habido investigaci¨®n ni, por tanto, conclusiones. Lo que el PP aprob¨® ayer vali¨¦ndose de su mayor¨ªa parlamentaria, y ejerciendo como juez y parte, fue un simple documento de autoexculpaci¨®n.

Para aprobarlo sin incurrir en contrasentidos, los populares se vieron forzados, no a negar la responsabilidad del Gobierno de Madrid en los hechos, sino a negar que los hechos hubieran existido. Dos de los espiados, los diputados del PP, Alfredo Prada Presa y Mar¨ªa del Carmen Rodr¨ªguez Flores, se ausentaron de la ¨²ltima sesi¨®n y evitaron as¨ª escuchar c¨®mo su portavoz, David P¨¦rez, negaba la existencia misma del espionaje. M¨¢s all¨¢ de que resulte inquietante la pretensi¨®n de abolir la realidad a trav¨¦s de una votaci¨®n parlamentaria, el documento aprobado por la Asamblea entra en contradicci¨®n con lo actuado por el fiscal Manuel Moix: pese al escaso impulso con que ha venido desarrollando su investigaci¨®n, lo ¨²nico que ha quedado establecido en la v¨ªa seguida por el fiscal es que el espionaje existi¨®.

Pero el documento aprobado entra tambi¨¦n en contradicci¨®n con el deseo de los populares de que sea la justicia la que se haga cargo del caso a partir de ahora, puesto que, seg¨²n defendieron ayer, lo que no hay es caso. Y entra en contradicci¨®n, por ¨²ltimo, con las declaraciones del l¨ªder del partido, Mariano Rajoy, cuando, al poco de tener noticia del seguimiento a altos cargos, reconoci¨® p¨²blicamente que los partes eran ciertos. Si Rajoy ha cambiado de opini¨®n en este punto, deber¨ªa decirlo y explicar las razones. Pero si no, la decisi¨®n de la Asamblea de Madrid s¨®lo puede ser interpretada como un nuevo desaf¨ªo de Aguirre a su liderazgo. Es decir, ni siquiera la victoria electoral en Galicia le habr¨ªa concedido a Rajoy un margen de maniobra suficiente para poner orden en sus propias filas.

El previsible carpetazo a la comisi¨®n no es el final de la investigaci¨®n sobre la trama de espionaje en Madrid, sino su traslado a dos ¨¢mbitos diferentes. Uno judicial, donde los procedimientos est¨¢n tasados por ley. Pero otro, sin duda, pol¨ªtico, puesto que Aguirre ha lanzado un ¨®rdago contra la direcci¨®n nacional de su propio partido, que suspendi¨® una investigaci¨®n interna a la espera de ver c¨®mo se desarrollaba la investigaci¨®n que la Asamblea de Madrid ha clausurado de una manera que compromete a la totalidad del PP.