?Corre peligro la Casa de Saud?
A Abdelaziz Bin Abdelrahman Bin Faisal al Saud no le ca¨ªa bien Winston Churchill. Al menos eso es lo que contaba en 1977 David Holden -periodista brit¨¢nico buen conocedor de las entretelas del desierto- del jeque fundador de la "moderna" Arabia Saud¨ª. Corr¨ªa 1945, terminaba la Segunda Guerra Mundial, e Inglaterra y Estados Unidos rivalizaban por el petr¨®leo saud¨ª. La decadencia de aqu¨¦lla y el cansancio de Churchill eran notorios. Tanto como el empuje imperial norteamericano y el proyecto pol¨ªtico de su presidente Franklin Delano Roosevelt (FDR).
Sir Winston ofreci¨® a Abdelaziz una cena regada con buen vino franc¨¦s y habanos y le obsequi¨® con un viejo Rolls-Royce. El veh¨ªculo acab¨® en un museo de Riad. Por el contrario, FDR acogi¨® a su hu¨¦sped en el crucero Quincy y le permiti¨® embarcar con un s¨¦quito de 50 personas y 100 corderos. Le regal¨® un bimotor DC-3, embri¨®n de Saudia Airlines, con lo que Estados Unidos no s¨®lo se garantizar¨ªa el monopolio del suministro de aviones militares y civiles, sino tambi¨¦n el del petr¨®leo.
Israel rechaza la propuesta saud¨ª de paz a cambio del regreso a las fronteras de 1967
Riad considera que la matanza de Gaza ha situado a la zona ante el precipicio
El encuentro de 1945 constituy¨® el inicio de la larga relaci¨®n entre la Casa de Saud y las sucesivas administraciones (y multinacionales) norteamericanas. A FDR -que estaba a punto de morir mientras el Estado de Israel comenzaba a nacer- las intensas horas del Quincy le resultaron reveladoras. El presidente intent¨® ganarse a Abdelaziz para que los dirigentes ¨¢rabes permitieran una mayor emigraci¨®n jud¨ªa a Palestina. A ello Abdelaziz respondi¨®: "D¨¦ usted a los jud¨ªos y a sus descendientes las tierras y hogares de los alemanes que les han oprimido".
El coronel William Eddy, que ejerci¨® de int¨¦rprete, relata que el presidente result¨® impresionado por Abdelaziz y que afirm¨® que "en cinco minutos hab¨ªa aprendido m¨¢s sobre Palestina que en toda la documentaci¨®n que se le hab¨ªa suministrado". Durante esa jornada, el presidente traslad¨® al emir dos compromisos personales: nunca har¨ªa nada hostil hacia los ¨¢rabes, y el Gobierno de los Estados Unidos no cambiar¨ªa los principios b¨¢sicos de su pol¨ªtica hacia Palestina sin consultar previamente con ¨¢rabes y jud¨ªos.
Lamentablemente para los ¨¢rabes, Truman suceder¨ªa a Roosevelt dos meses despu¨¦s y, a pesar de una resistencia inicial, traicionar¨ªa los compromisos de FDR. El nuevo presidente se rinde al lobby jud¨ªo y lo expresa significativamente: "Lo siento, caballeros, pero debo dar satisfacci¨®n a cientos de miles de ciudadanos ansiosos por que el sionismo triunfe, y no tengo centenares de miles de ¨¢rabes en mi circunscripci¨®n".
A ra¨ªz de ello, la Casa de Saud dise?a una estrategia pragm¨¢tica: a) Explotaci¨®n de los gigantescos recursos petroleros sobre losque se asienta, en coordinaci¨®n con Estados Unidos, garante de su seguridad. b) Ello asegura la enorme riqueza de los principales dignatarios, la de los 2.000 pr¨ªncipes del reino y la relativa de los s¨²bditos del mismo. c) El mantenimiento de tal situaci¨®n requiere no s¨®lo la estabilidad interna del reino, sino tambi¨¦n la de la regi¨®n. d) Para ello, la Casa de Saud entiende que es requisito imprescindible que el esp¨ªritu de Roosevelt se imponga a la traici¨®n de Truman y que el conflicto israelo-palestino concluya.
Las guerras ¨¢rabe-israel¨ªes de 1967 y 1973 consolidan el expansionismo israel¨ª e institucionalizan en el ¨¢rea lo m¨¢s temido por los saud¨ªes: la inestabilidad. De ah¨ª que el monarca reinante en 1975, Jaled, ose traspasar la l¨ªnea roja del frente ¨¢rabe-isl¨¢mico: el reconocimiento de Israel. El Custodio de los Lugares Santos del Islam anuncia, nada menos, que el reino podr¨ªa aceptar el derecho de Israel a existir dentro de las fronteras anteriores a la guerra de 1967 a cambio de su retirada de los territorios ¨¢rabes entonces ocupados, sobre las que se establecer¨ªa un Estado palestino. Paz por territorios. Doctrina de Naciones Unidas y embri¨®n de la iniciativa saud¨ª de paz de 2002, ofrecida por el rey Abdal¨¢ y asumida en pleno por la Liga ?rabe. Como era de esperar, el Israel expansionista rechaza tal oferta. Y la Casa de Saud debe hacer frente a un agravamiento de la inestabilidad.
En 1979 triunfa en Ir¨¢n la revoluci¨®n isl¨¢mica chi¨ª y el poder saud¨ª est¨¢ convencido de que durante el hajj -la gigantesca peregrinaci¨®n a La Meca- los iran¨ªes, chi¨ªes, le desafiar¨¢n y provocar¨¢n graves disturbios. Turki al Faisal, jefe de los servicios de inteligencia del reino, recibe informes de que se producir¨¢n en unos pueblos chi¨ªes cercanos a La Meca. Se adoptan las debidas precauciones. La sorpresa es may¨²scula cuando, contra todo pron¨®stico, es la Gran Mezquita la que es tomada al asalto por la Hermandad Musulmana, saud¨ª y sun¨ª, como protesta por la corrupci¨®n y alejamiento de la recta v¨ªa de la Casa de Saud.
Las fuerzas saud¨ªes necesitaron dos semanas para vencer la fiera resistencia de los rebeldes. El 9 de enero de 1980, 63 supervivientes fueron decapitados: 41 saud¨ªes, 10 egipcios, 7 yemen¨ªes, 3 kuwait¨ªes, un sudan¨¦s y un iraqu¨ª. ?Un ensayo para Al Qaeda? En cualquier caso, un contundente aviso para la familia Saud. A partir de entonces queda claro que la estabilidad no est¨¢ garantizada. Que el Estado (que es la familia) tiene bases fr¨¢giles, que los lugares santos del islam son vulnerables y que la pen¨ªnsula Ar¨¢biga no est¨¢ a salvo del radicalismo pol¨ªtico del ¨¢rea. La propia Casa de Saud ha tomado conciencia de sus debilidades.
Treinta a?os despu¨¦s, el mismo pr¨ªncipe que coordin¨® el desalojo de los asaltantes wahab¨ªes de la Gran Mezquita de La Meca, el jefe de la inteligencia del reino y luego, como embajador en Washington, hombre clave de los intereses saud¨ªes, acaba de publicar un art¨ªculo en Financial Times (23-1-09) donde anuncia que "la paciencia saud¨ª se est¨¢ acabando". La masacre de Gaza ha sido el detonante. La inestabilidad es mayor que nunca en la regi¨®n. Los Estados Unidos de Bush son culpables. El desastre que originaron en Irak ha facilitado el ascenso de Ir¨¢n.
Turki al Faisal advierte a Obama. Hoy, todos los saud¨ªes son gazau¨ªes y s¨®lo queda una ¨²ltima -que ha de ser r¨¢pida- oportunidad para evitar el estallido definitivo en el ¨¢rea. EE UU debe promover seriamente la iniciativa de paz saud¨ª, esto es, la que respaldan la ONU y el derecho internacional: paz por territorios. Un Estado palestino viable, con capital en Jerusal¨¦n Este y el reconocimiento de Israel por todos y cada uno de los pa¨ªses ¨¢rabes.
Turki al Faisal revela que durante la invasi¨®n de Gaza, el presidente de Ir¨¢n dirigi¨® una carta al rey Abdal¨¢, reconociendo expl¨ªcitamente a Arabia Saud¨ª como l¨ªder de los mundos ¨¢rabe e isl¨¢mico, sun¨ª y chi¨ª, e inst¨¢ndole a adoptar "un papel de mayor confrontaci¨®n ante las atrocidades y asesinato de vuestros propios ni?os en Gaza".
Al Faisal asegura que hasta ahora el reino se ha resistido a ello, pero que, de seguir as¨ª las cosas, "podr¨ªa ser incapaz de impedir que sus ciudadanos se unan a la revuelta mundial contra Israel", lo que "crear¨ªa un caos y derramamiento de sangre en la regi¨®n sin precedentes", que, sin duda, afectar¨ªa a la Casa de Saud. Como buen musulm¨¢n, termina invocando a que todos recemos para que "el se?or Obama posea la visi¨®n, equidad y resoluci¨®n para refrenar al criminal r¨¦gimen israel¨ª".
Emilio Men¨¦ndez del Valle es embajador de Espa?a y eurodiputado socialista.
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