NOVOCA?NA PARA EL ALMA
CUANDO Mike Mills (Berkeley, California, 1966) se portaba bien de cr¨ªo, su premio era una visita a Disneylandia. Un mundo artificial de evasi¨®n para ni?os y adultos donde abraz¨® sus primeros iconos est¨¦ticos. A¨²n hoy vive fascinado por el influjo de esta f¨¢brica de sue?os, aunque su perspectiva es bien diferente: "Es uno de mis imperios del mal favoritos. No hay nada m¨¢s poderoso en el mundo, su est¨¦tica es m¨¢s fuerte que cualquier gobierno. Cuando se habla de la americanizaci¨®n o el exceso de influencia de EE UU se suele citar a Hollywood, pero yo creo que Disney es mucho m¨¢s potente, m¨¢s sospechosa". As¨ª es como personajes como Winnie The Pooh —"es como el medicamento que todos los ni?os del planeta toman sin rechistar"— o el propio Walt Disney —"un maniaco depresivo"— se han convertido en protagonistas recurrentes de las creaciones de Mills.
"Imagina a un chaval de 19 a?os que entra a la escuela de arte y lo primero que aprende es que el arte apesta, que es un animal domesticado"
Su obra hoy se ve recopilada en el libro Graphics/Films, que recoge trabajos esenciales de sus ¨²ltimos 15 a?os. "No es que piense que ha llegado el momento para una retrospectiva, pero a uno no le ofrecen publicar un libro todos los d¨ªas", se r¨ªe. Aunque para buena parte de sus seguidores s¨ª tiene sentido esta edici¨®n. El vol¨²men revela todas sus facetas: sus dise?os de portadas de discos y p¨®sters para artistas musicales (de Beastie Boys a Beck), sus colaboraciones con marcas de skate (Subliminal o Supreme) y de moda (Marc Jacobs o X-Girl), exposiciones (en Alleged Gallery, Colette o el Mu Museum), videoclips (Pulp, Air, Yoko Ono, Zoot Woman o Blonde Redhead), cortos, documentales, piezas audiovisuales y proyectos multimedia en defensa del medio ambiente o la fauna local. Todos ellos tienen como denominador com¨²n un gusto por la simplicidad formal y las reminiscencias de los a?os infantiles, "cuando se levantan los pilares emocionales de nuestra casa", en palabras del artista.
Mills realiz¨® en 2007 un documental, Does your soul have a cold?, que refleja la tipificaci¨®n y tratamiento de la depresi¨®n en Jap¨®n (donde no estaba reconocida como enfermedad hasta el a?o 2000). Pero antes se hizo notorio ante el mundo con el estreno de su primer largometraje, Thumbsucker (2005), un tratado esteticista sobre las inseguridades adolescentes que bien podr¨ªa servir como reflejo de su propia experiencia vital. "Creo en la psicoterapia [risas], y tambi¨¦n en contar lo que uno conoce de cerca. La adolescencia es un periodo en el que aprendemos a disimular, a ser menos vulnerables. Pero tus traumas de los 8, los 14 o los 17 a?os te acompa?an toda tu vida". En su caso, conserva al ni?o que creci¨® en la segura, apacible y aburguesada Santa B¨¢rbara y que un d¨ªa descubri¨® un mundo m¨¢s all¨¢ del jard¨ªn de su casa, donde sonaba punk y los chavales perd¨ªan el miedo a estamparse contra la vida subidos a un monopat¨ªn.
EP3. ?Recuerdas tu primer contacto con la escena skate de Los ?ngeles?
Mike Mills. Ten¨ªa 13 o 14 a?os. Era el final de los setenta, un momento incre¨ªble, cuando a¨²n era una ciudad donde la vida era dura y el conflicto de clases estaba mucho m¨¢s presente. Descubr¨ª a grupos como Black Flag, The Circle Jerks, Sex Pistols o The Clash, y conoc¨ª a chicos que ven¨ªan de entornos m¨¢s conflictivos y eran mucho menos conformistas que yo. Y mucho m¨¢s estilosos. A¨²n recuerdo a algunos supercarism¨¢ticos.
EP3. Estudiaste arte en Nueva York. ?Cambiaron entonces tus referentes?
M. M. Estudi¨¦ en una escuela del Lower East Side [la prestigiosa Cooper Union], antes de que [el ex alcalde] Giuliani limpiara la ciudad, cuando la zona empezaba a encarecerse por el trasiego de artistas y algunos de sus epicentros art¨ªsticos estaban en su momento culmen, como la galer¨ªa Mary Boone, en el Soho. Muchos de mis amigos trabajaban como asistentes de David Salle o rompiendo platos para Julian Schnabel [con los que luego ¨¦l compon¨ªa sus c¨¦lebres cuadros]. Ah¨ª fue cuando aprend¨ª que todo en el arte giraba en torno al dinero. Era asqueroso.
EP3. ?Se convirti¨® el arte callejero en la ¨²nica salida?
M. M. Imag¨ªnate, un chaval de apenas 19 a?os que va a la escuela de arte y lo primero que aprende es que apesta, que el arte es un animal domesticado. As¨ª que mis amigos y yo empezamos a trabajar de la manera m¨¢s barata y p¨²blica posible. Igual que los skaters convert¨ªan su manera de vestir en toda una declaraci¨®n de principios, para m¨ª lo que ten¨ªa sentido era que el arte invadiera la esfera p¨²blica.
EP3. ?Cu¨¢ndo pasaste de luchar contra el sistema para integrarte en ¨¦l como dise?ador gr¨¢fico?
M. M. Cuando mis padres me dijeron: "Haz el favor de buscarte un trabajo" [risas]. Su infancia hab¨ªa transcurrido durante la Gran Depresi¨®n e insist¨ªan mucho en la idea de salir adelante. As¨ª que me propuse encajar en el mundo normal. Pero fue imposible. Viv¨ªa rodeado de gente cuya vida iba en una direcci¨®n diametralmente opuesta. A los 28 a?os ya colaboraba asiduamente con discogr¨¢ficas, pero segu¨ªa sin tener un ordenador en casa y la m¨¢quina Xerox m¨¢s cercana me quedaba a 15 minutos de casa en monopat¨ªn. Mi vida era cualquier cosa menos normal.
EP3. ?Pensabas ya en ser cineasta?
M. M. El cine parec¨ªa la mejor f¨®rmula para desarrollar ideas en un formato lo m¨¢s p¨²blico posible. Yo no hab¨ªa estudiado cine, as¨ª que tuve que aprenderlo todo por mi cuenta. Empec¨¦ con esas bandas a las que hac¨ªa p¨®sters o car¨¢tulas. Les insist¨ªa: "Te hago un v¨ªdeo gratis", hasta que algunas me dijeron que s¨ª.
EP3. Internet ofrece a¨²n m¨¢s posibilidades que el cine. ?Se ha convertido en el mejor territorio para cometer actos subversivos?
M. M. Yo dir¨ªa que lo aut¨¦nticamente revolucionario de la Red es que, si quiero, mi web puede ser m¨¢s grande que la de IBM. Pero, como cualquier otro medio, lo controla quien lo posee; no creo que esencialmente genere una mayor libertad.
EP3. Obama se ha convertido en todo un icono, tambi¨¦n para el arte. ?Estamos ante el primer presidente pop?
M. M. Para m¨ª lo aut¨¦nticamente pop de Obama ha sido su omnipresencia online. Antes y despu¨¦s de cada debate, enviaba a la gente que apoyaba su campa?a un e-mail personalizado. Y aun en plena fase de transici¨®n, su gabinete se pon¨ªa en contacto contigo para contarte en qu¨¦ estaban trabajando y proponerte colaborar con ellos.
EP3. Una ¨²ltima pregunta: ?cu¨¢ntas veces te han confundido con Mike Mills, el componente del grupo R.E.M.?
M. M. No tantas. Pero las suficientes. Siempre hay alg¨²n graciosillo que nos presenta cuando coincidimos en una fiesta. A finales de los ochenta estaba de paso por Athens, donde se form¨® el grupo, y quisieron retirarme la tarjeta de cr¨¦dito en una tienda pensando que se la hab¨ªa robado. Tuve que decir: "No, no, ?hay otro Mike Mills en el mundo!".
El libro Mike Mills Graphics/Films est¨¢ editado por Damiani. www.damianieditore.com
UN 'HERMOSO PERDEDOR'
A principios de los noventa, Mike Mills viv¨ªa a la vuelta de la esquina de la galer¨ªa Alleged, regentada por Aaron Rose, que pronto se convirti¨® en uno de los epicentros de la cultura urbana en el downtown neoyorquino y sirvi¨® de cuna a nombres hoy tan reconocidos como Harmony Korine, Terry Richardson o Ed Templeton. Los artistas adscritos a este espacio, hoy extinto, fueron bautizados como Beautiful losers, un movimiento recientemente retratado por el propio Aaron Rose en un documental y una exposici¨®n itinerante. "La zona era un hervidero de creadores y grupos musicales", cuenta Mills. "Yo recuerdo en mi primera exposici¨®n a Money Mark, que compr¨® algunas piezas; los Beastie Boys, Jon Spencer, Kim Gordon y Thurston Moore [de Sonic Youth], Sean Lennon o Roman Coppola [junto a quien Mills fundar¨ªa la productora The Directors Bureau]. Con todos ellos he acabado colaborando de alguna forma. No ten¨ªas que salir a buscar gente af¨ªn, bastaba un paseo por el barrio para encontr¨¢rtela. Casi inconscientemente, formamos una comunidad muy activa¡ Porque es mucho m¨¢s f¨¢cil atreverse a romper las reglas si hay alguien m¨¢s rompi¨¦ndolas contigo".
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