26 A?OS DE SOLEDAD
Paolo Giordano (Tur¨ªn, 1982) lleva una semana luciendo un horroroso jersey a rayas amarillas en distintos medios de comunicaci¨®n. Hoy se presenta en el bar del Hotel 1898, muy cerca de las Ramblas barcelonesas, con un atuendo menos estridente: "Me hac¨ªa ilusi¨®n que el p¨²blico espa?ol supiera que tengo m¨¢s de un jersey". El joven autor, que una vez fue f¨ªsico matem¨¢tico, es hoy, a finales de d¨¦cada, lo que Enrico Brizzi —creador de la seminal novela de amor adolescente italiana Jack Frusciante ha dejado la banda— fue a los ¨²ltimos noventa. Tras darle un poco de cuerda a la iron¨ªa dram¨¢tica que domina su primer libro, La soledad de los n¨²meros primos (Ed. Salamandra), recibe una mala noticia. "?Dos horas de tele? ?Qu¨¦ quieren saber? ?En un parque? Hace fr¨ªo para eso, ?no?".
"Hay 'blogs' llenos de gente que quiere romperme las piernas. Internet me asusta"
A Giordano no le gustan las sorpresas. Es un tipo ordenado que estudi¨® ciencias y que cay¨® en la literatura como extensi¨®n l¨®gica del placer que halla en estar solo y, sobre todo, por obra y arte del aburrimiento, acaso el sentimiento m¨¢s poderoso que existe. "Mucho m¨¢s que el amor", comenta. "Creo que el amor es parte del problema m¨¢s que de la soluci¨®n. Porque lidiamos con ideas demasiado definidas de lo que el amor debe ser. Eso nos provoca un estr¨¦s enorme. Debemos lograr algo y ese algo tal vez no llega. La televisi¨®n es el medio que m¨¢s ha ayudado a estereotipar esta idea del amor. Vivo en Italia, s¨¦ que todo lo malo sale de la televisi¨®n".
La soledad de los n¨²meros primos es una historia de amor frustrado adolescente, soledad metaf¨ªsica y anorexia accidental, protagonizada por dos j¨®venes (Mattia y Alice) tan confundidos por la vida que terminan convirti¨¦ndose en n¨²meros primos gemelos, aquellos entre los que siempre se encuentra un n¨²mero par. El libro gan¨® el pasado mes de julio el Premio Strega, convirtiendo a este hombre de 26 a?os en un fen¨®meno literario en su pa¨ªs natal. "Intent¨¦ dos novelas antes, con toda la historia montada, pero las dej¨¦ en la p¨¢gina 80, porque ya sab¨ªa hacia d¨®nde iban y c¨®mo acababan. Me aburr¨ª. Para poder terminar ¨¦sta tuve que estructurarla en peque?as piezas. Soy muy poco fiel a las ideas. Muchas veces llegan varias que no se complementan y se crea un conflicto. Si esa idea es buena, pero no encaja, trato de guardarla para otro momento. Nunca tiro ninguna, pues llegan muy pocas veces y no es cuesti¨®n de desperdiciar los bienes escasos". Jugando al escondite con el tedio, Giordano descubri¨® que no le interesaba el proceso lineal de creaci¨®n, porque, claro, ya sab¨ªa el final del libro, ese final que el autor no s¨®lo no teme desvelar, sino que se siente en la necesidad de argumentar. "Los adolescentes no entienden el final. Dicen que es tr¨¢gico y no pueden soportar la tragedia. Yo les digo que no es un final triste. Mi concepto de la tragedia tal vez sea muy de los noventa. En Facebook no hay jam¨¢s finales tristes".
En Internet nunca hall¨® Giordano la felicidad. Como Hank Moody, el personaje de David Duchovny en la serie Californication, una vez cometi¨® el error de googlearse. "Fue horrible. Los blogs estaban llenos de gente que quer¨ªa romperme las piernas. Jam¨¢s pens¨¦ que lo que yo pudiera escribir pudiese interesar a la gente, y menos a¨²n que les pudiera irritar tanto. Internet me asusta. Me siento muy viejo diciendo estas cosas, pero es cierto".
Pesimista e idealista, por lo que habita en un constante estado de frustraci¨®n vital, el italiano aprendi¨® de los grandes nombres de la literatura norteamericana del siglo XX (David Foster Wallace, Jeffrey Eugenides?), pero jam¨¢s dej¨® que el virus de la posmodernidad atacara su aproximaci¨®n al hecho de escribir. La suya es una narrativa de vocaci¨®n m¨¢s cl¨¢sica, m¨¢s basada en la musicalidad que en el ruido sem¨¢ntico, estructurada alrededor de la historia y los sentimientos y libre de referencias pop, namedropping y dem¨¢s artilugios. Tal vez el resultado tenga que ver con su naturaleza como lector: "Como tal, nunca estuve interesado en autores, en presentaciones, en cr¨ªticas. Simplemente le¨ªa. Ni se me ocurr¨ªa que pudiese haber un negocio alrededor de esta cosa de la literatura, y mucho menos que yo pudiera llegar a formar parte de ¨¦l. La primera presentaci¨®n a la que asist¨ª fue la de mi libro. Escribir me satisface, pero el acto de escribir, no. Me cansa mucho. Es simplemente trabajo. Pero pensar que soy un tipo que escribe me gusta. La idea de que soy un escritor es la mejor idea que he tenido jam¨¢s. De hecho, tuve esa idea durante cuatro o cinco a?os sin escribir una sola l¨ªnea. Fui un escritor sin obra, pero la mar de orgulloso de mi trabajo, durante muchos a?os".
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