Los desaparecidos de Tom¨¢s Eloy
Narrativa. El lenguaje en la novela, portadora constante de la duda frente a la fe ideol¨®gica, la certeza religiosa o la conveniencia pol¨ªtica, no puede dejar de lado ni ideolog¨ªa, ni religi¨®n, ni pol¨ªtica. Tampoco puede, la novela, ser dominada por cualquiera de ellas. Lo que puede hacer es convertir ideolog¨ªa, religi¨®n o pol¨ªtica en problema, abri¨¦ndolas a la puerta de la interrogaci¨®n, levantado el techo de la imaginaci¨®n, bajando al s¨®tano de la memoria, entrando a la rec¨¢mara del amor y, sobre todo, dejando la ventana abierta a la palabra de Pascal:
-J'ai un doute ¨¤ vous proposer.
Regreso por ello a un novelista que es mi contempor¨¢neo, el argentino Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez, y su obra ¨²ltima, Purgatorio, donde el autor se propone novelar un tema inescapable: los desaparecidos, la pr¨¢ctica brutal y t¨¦trica de la dictadura militar de los a?os 1976-1981, llamada "Proceso de Reorganizaci¨®n Nacional". Desaparecer y torturar a los disidentes enfrente de sus esposas e hijos, asesinar a todo sospechoso de leer, pensar o acusar de manera no aprobada por la dictadura, secuestrar a los ni?os, cambiarles el nombre y la familia.
Purgatorio
Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez
Alfaguara. Madrid, 2009
296 p¨¢ginas. 18,50 euros
Toda esta odiosa violaci¨®n de la persona humana puede ser denunciada en un diario, un discurso, una manifestaci¨®n.
?C¨®mo incorporarla a la ficci¨®n, cuando la realidad supera a cualquier ficci¨®n?
Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez, en Purgatorio, cuenta la historia de una mujer, Emilia Dupuy, hija de un poderoso argentino que apoya la dictadura y celebra sus distracciones, al grado de invitar a Orson Welles a filmar el campeonato mundial de f¨²tbol, comparable al filme de Leni Riefenstahl sobre la olimpiada de Berl¨ªn. Emilia se ha casado con un cart¨®grafo, Sim¨®n Cardoso, que, obligado a recorrer y medir el territorio, como es su obligaci¨®n profesional, es confundido con un terrorista por la polic¨ªa de la dictadura y desaparecido.
?Ad¨®nde van a dar los desaparecidos? Emilia Dupuy sigue, desesperada, las posibles rutas del marido desaparecido, de Brasil a Venezuela, a M¨¦xico y al cabo a Estados Unidos, hasta que, mujer de sesenta a?os, establecida en una peque?a ciudad universitaria de Nueva Jersey, recobra al marido perdido.
S¨®lo que ¨¦ste sigue siendo un hombre de treinta a?os y rompe la costumbre de Emilia, que es sentir la ausencia de la ¨²nica persona que am¨® en la vida y que ahora regresa con una "sonrisa de un lugar muy lejano".
No digo m¨¢s, sino que Orson Welles pone como condici¨®n para aparecer en la pel¨ªcula que los militares hagan aparecer a los desaparecidos. Y es que en la novela, como en el cine, se pueden crear todas las realidades, imaginar lo que a¨²n no existe y detener el tiempo.
Busquemos entonces, en la novela, la realidad de lo que la historia olvid¨®. Y porque la historia ha sido lo que es, la literatura nos ofrece lo que la historia no siempre ha sido.
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