Contra los t¨®picos
Aconsejaba Montaigne que los pueblos deb¨ªan dedicarse de vez en cuando a examinarse. Espa?a lo ha hecho con muy distinta fortuna. Si fue C¨¢novas quien brome¨® con que "son espa?oles aquellos que no pueden ser otra cosa", lo hizo abrumado por el pedrisco de maledicencias que, en su tiempo, acosaban el buen nombre de un imperio que se estaba derrumbando. No siempre fue as¨ª. "Esta Espa?a es como el Para¨ªso de Dios", hab¨ªa escrito Alfonso X el Sabio. Remach¨® la idea un joven y desbocado Men¨¦ndez Pelayo: "Espa?a, evangelizadora de la mitad del orbe; Espa?a, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de san Ignacio, ¨¦sa es nuestra grandeza y nuestra unidad... no tenemos otra". Se defend¨ªa de una leyenda en la que los espa?oles, curiosamente, eran considerados en el resto de Europa, a veces, como "malos cristianos". Fueron las consecuencias del brutal saqueo de las tropas de Carlos V a Roma, con las gentes increpando a los soldados imperiales: "?Judei, perfidi, marrani, hispani, lutherani!".
No siempre lo peor es cierto. Estudios sobre historia de Espa?a
Carmen Iglesias
Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores
Barcelona, 2009
1.037 p¨¢ginas. 29,50 euros
Pocos ilustrados escaparon al t¨®pico de la leyenda negra sobre Espa?a. Erasmo, Montesquieu, los grandes de la Enciclopedia y, en primer lugar, los escritores italianos abren un cat¨¢logo de denuestos que dejaron profunda huella en los pensadores espa?oles, obsesionados por la mirada del otro. Las peores opiniones pol¨ªticas, tan cambiantes (Napole¨®n: "Espa?oles, una chusma de aldeanos guiada por una chusma de curas"), ten¨ªan por fin el aval de los escritores m¨¢s ilustres.
Eso, desde el exterior. Tambi¨¦n cal¨® la idea de que los peores propagandistas de Espa?a han sido espa?oles. Opina John Elliot que aqu¨ª siempre se espera lo peor. "De todas las historias de la Historia, la m¨¢s triste sin duda es la de Espa?a porque termina mal", escribi¨® Gil de Biedma. Otro poeta catal¨¢n dijo antes, en versos que se har¨ªan famosos: "Oyendo hablar a un hombre, / f¨¢cil es acertar d¨®nde vio la luz del sol; / si os alaba Inglaterra, ser¨¢ ingl¨¦s; / si os habla mal de Prusia, es un franc¨¦s, / y si habla mal de Espa?a, es espa?ol".
Hablando de todo esto, Carmen Iglesias acude a la autoridad de Graci¨¢n, que en El Critic¨®n habl¨® de espa?oles "bizarros" y "generosos", pero tambi¨¦n de otros que "abrazan todo lo extranjero, pero no estiman lo propio". Pese a todo, Graci¨¢n crey¨® que Espa?a era, en el tiempo en el que escribe su famosa alegor¨ªa (1651), "absolutamente la primera naci¨®n de Europa: odiada, porque envidiada...".
La conclusi¨®n de Carmen Iglesias es que predomina una idea de Espa?a negativa, tanto dentro como fuera. No est¨¢ de acuerdo, en absoluto. Lo proclama ya en el t¨ªtulo, tomado de una comedia de Calder¨®n. Dedica sus esfuerzos a argumentarlo haciendo lo que deben hacer los historiadores de raza: un relato razonado mediante documentos y citas de autoridad incontestables.
Algunas de las monograf¨ªas recogidas en este libro fueron escritas hace 25 a?os, pero tienen un hilo conductor com¨²n: la piadosa comprensi¨®n del ser espa?ol contra el mito de la excepcionalidad. Lo resume Carmen Iglesias con una cita de Mar¨ªa Zambrano: "La verdad es que los espa?oles tienen historia a pesar suyo...". El cap¨ªtulo sobre las mujeres nobles y los salones literarios y pol¨ªticos es buen ejemplo. Interesa de forma especial el estudio sobre Marsilio de Padua. Poco hay escrito en Espa?a sobre el gran heterodoxo paduano, pese a la asombrosa modernidad de sus teor¨ªas sobre la llamada "laicizaci¨®n del Estado". Muy acertadamente lo ha subrayado el profesor Bernardo Bayona en Religi¨®n y poder. Marsilio de Padua: ?La primera teor¨ªa laica del Estado?, publicado en 2007 por Prensas Universitarias de Zaragoza-Biblioteca Nueva.
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