El enigma universal de Roberto Bola?o
Nuevas obras explotan el ¨¦xito planetario del autor chileno, muerto en 2003
A Roberto Bola?o no le cambi¨® el ¨¦xito. No le lleg¨® a tiempo. Cuando muri¨®, a los 50 a?os, v¨ªctima de una cirrosis hep¨¢tica, el 15 de julio de 2003, ten¨ªa una decena de obras de culto, que le permit¨ªan, todo lo m¨¢s, vivir con holgura de la literatura. Ahora, seis a?os despu¨¦s de su muerte, su nombre de escritor est¨¢ en boca de todos. Se reeditan sus libros, se le dedican ensayos y art¨ªculos, se adaptan sus novelas para el teatro, se estudian como guiones de posibles filmes. Es el ¨¦xito con may¨²sculas. Un vendaval que lo ha trastocado todo, aunque a su principal responsable no puede ya afectarle.
Lo que sabore¨® antes de morir, apreciado por la cr¨ªtica, consagrado, incluso, como el mejor escritor latinoamericano de su generaci¨®n, fue una celebridad a escala humana, por decirlo as¨ª. Su novela Los detectives salvajes, tejida con los mimbres de su experiencia juvenil en M¨¦xico, hab¨ªa sido la clave de ese ascenso, a partir de 1998, que se tradujo en dos premios importantes, el Herralde y el R¨®mulo Gallegos. Eso le proporcion¨® muchos m¨¢s lectores y una cuenta bancaria saneada, despu¨¦s de una d¨¦cada de penuria econ¨®mica, y mil oficios de sudaca que dir¨ªa ¨¦l.
Echevarr¨ªa: "Nada de lo que se publique va a sumar al escritor"
El ¨¦xito no pudo cambiar su vida, pero ha alterado el mundo que le rode¨®
Bola?o ha provocado silencio entre los escritores del 'boom'
"No est¨¢ claro cu¨¢ntos d¨ªas estuvo detenido en Chile", dice Montan¨¦
El ¨¦xito con may¨²sculas, su inscripci¨®n en una liga superior de autores, en la que s¨®lo caben nombres como el de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez o Jorge Luis Borges, entre los latinoamericanos, le llegar¨ªa con una obra p¨®stuma, 2666. O, mejor dicho, con su edici¨®n norteamericana, que lleg¨® a las librer¨ªas el a?o pasado. Una obra monumental, la m¨¢s ambiciosa y compleja, seg¨²n los cr¨ªticos, que le ha abierto las puertas de la celebridad.
Su traductora, Natasha Wimmer, tard¨® a?os en verterla al ingl¨¦s. Preguntada por la dificultad del lenguaje de Bola?o, crecido en M¨¦xico, Wimmer, respond¨ªa al magazine del New York Times: Vivi¨® veintitantos a?os en Espa?a, y se aprecia muy bien la influencia del espa?ol castellano, al menos tanto como la del espa?ol de M¨¦xico.
Novela del a?o para la revista Time, ponderada por la archifamosa Oprah Winfrey, 2666 ha sido elegida mejor libro de ficci¨®n por el prestigioso C¨ªrculo Nacional de Cr¨ªticos Literarios de Estados Unidos.
Juan Villoro escribe en el prefacio de un libro de entrevistas sobre el autor, publicado en Chile: Como tantos grandes, Roberto Bola?o corre el albur de convertirse en mito pop. De lo que no hay duda es de que es un fen¨®meno literario generador de millones de d¨®lares. Una mina de oro susceptible de ser explotada. Porque si el ¨¦xito no pudo cambiar a Bola?o, ha cambiado al menos el mundo que rode¨® al escritor, nacido el 28 de abril de 1953 en Santiago de Chile, y afincado en Espa?a a partir de 1977.
Su legado literario, en manos de su viuda, Carolina L¨®pez, ha pasado a ser gestionado por el todopoderoso Andrew Wylie, el agente m¨¢s famoso, y m¨¢s temido, del panorama literario mundial. Wylie est¨¢ inventariando el archivo del escritor, en busca de nuevas joyas. De momento, se ha anunciado ya la publicaci¨®n de un libro, El Tercer Reich, y se habla de otras dos nuevas, Diorama y Los sinsabores del verdadero polic¨ªa o Asesinos de Sonora.
Su albacea oficioso, el cr¨ªtico Ignacio Echevarr¨ªa, amigo ¨ªntimo de Bola?o, cree, sin embargo, que las obras en papel, el material que est¨¢ siendo examinado ahora por la viuda del escritor y por Wylie, es una parte arqueol¨®gica de su obra. Nada de lo nuevo que se publique va a sumar al escritor que es ya, dice. Obviamente, no opina lo mismo su viuda, que vive todav¨ªa en Blanes, con los dos hijos de la pareja, Lautaro, de 18 a?os, y Alexandra, de 8. L¨®pez declina, amablemente, hablar con este peri¨®dico. En un correo electr¨®nico explica que necesita preservar la intimidad de sus hijos. No quiere entrar en cuestiones personales. ?A qui¨¦n puede importarle que antes de morir Bola?o la pareja estuviera pr¨¢cticamente separada? Y, sin embargo, interesa. La revista chilena Qu¨¦pasa dedic¨® recientemente un reportaje a la compa?era final del escritor, la catalana Carmen P¨¦rez de Vega.
La vida y la obra de Bola?o apasionan a un p¨²blico cada vez m¨¢s amplio, a medida que su obra escala en la lista de superventas. Y sus novelas son fuente de nueva inspiraci¨®n. El Teatro Lliure present¨® el a?o pasado una versi¨®n dramatizada de 2666. Y se habla de una posible adaptaci¨®n al cine. 2666, un relato dividido en cinco partes, donde se mezcla el humor con la fantas¨ªa desbordante, y el inventario pormenorizado de los asesinatos de mujeres en Ciudad Ju¨¢rez, contiene todos los ingredientes necesarios para interesar al s¨¦ptimo arte. Si Los detectives salvajes cambi¨® el paradigma del escritor latinoamericano, seg¨²n Echevarr¨ªa, 2666, la novela del mal, ha provocado una verdadera deflagraci¨®n en la sociedad lectora estadounidense.
Jorge Herralde, director y fundador de Anagrama, la editorial que ha publicado sistem¨¢ticamente la obra de Bola?o a partir de 1996, se explica el ¨¦xito del autor por un conjunto de factores. Susan Sontag descubri¨® Estrella distante, editada por New Direction, en 2004, y no ces¨® de alabarla. Sontag era una entusiasta de la literatura y una propiciadora de grandes triunfos, dice el editor. Ah¨ª empez¨® la onda Bola?o, que con Los detectives... dio un salto enorme, porque fue designada novela del a?o, y con 2666 lleg¨® al m¨¢ximo, a la apoteosis, editada por Farrar, Straus & Giroux. La fuerza, la profundidad de Bola?o, su prosa adictiva, y su mordaz examen del mal, seg¨²n la cr¨ªtica estadounidense, han hecho el resto. La fascinaci¨®n de Bola?o por la relaci¨®n entre crimen y arte, su inter¨¦s por la investigaci¨®n detectivesca, su curiosidad de forense ante el horror y el mal, ha llevado a los cr¨ªticos a compararle con Cormac McCarthy.
Pero si ese era el Bola?o escritor, el Bola?o real, nieto de gallego, era, en cambio, una persona t¨ªmida, que cre¨ªa en la bondad del buen escritor. Apasionado lector, devorador de cine y de programas de televisi¨®n siempre mejor la tele que un best seller, sol¨ªa decir , cultivador de un cierto talante rebelde. En m¨¢s de una entrevista, Bola?o recomendaba a sus lectores j¨®venes que robaran los libros, sin m¨¢s.
Sobre sus a?os en M¨¦xico, adonde la familia se traslad¨® desde Chile, cuando ¨¦l apenas ten¨ªa 15 a?os, cre¨® casi una leyenda. Los elementos m¨¢s v¨ªvidos de aquella etapa, han quedado atrapados en Los detectives salvajes, una novela por la que deambula el autor, convertido en Arturo Belano, y su amigo Mario Santiago, transmutado en Ulises Lima. Bola?o reconoci¨® siempre una deuda profunda con M¨¦xico, donde sinti¨® la llamada de la escritura, y se hizo poeta.
Bruno Montan¨¦ Krebs lo conoci¨® en ese pa¨ªs, en 1974, y se hicieron amigos. Montan¨¦ aparece en Detectives, convertido en Felipe M¨¹ller. En la obra de Roberto no habr¨¢ m¨¢s de un 30% de material real, el resto es pura invenci¨®n. Conviene tenerlo en cuenta, dice el poeta chileno, afincado en Barcelona. A Roberto lo frecuent¨¦ en Barcelona. Cuando se traslad¨® a Blanes [a comienzos de los a?os ochenta], ya nos ve¨ªamos menos. Pero habl¨¢bamos mucho por tel¨¦fono. Roberto era excelente conversador por tel¨¦fono, sobre todo cuando llamaba ¨¦l.
Herralde y Echevarr¨ªa le recuerdan como un tipo con gran sentido del humor, muy divertido. Trabajaba en un estudio bastante modesto, en Blanes, en la Costa Brava. En horario nocturno. Con un paquete de cigarrillos a mano e ingiriendo litros de infusiones con miel, porque no pod¨ªa beber otra cosa. A Bola?o le inspiraba la m¨²sica, pero nada de autores cl¨¢sicos. Sol¨ªa escuchar rock duro a trav¨¦s de los auriculares.
Roberto Bola?o pertenec¨ªa a una generaci¨®n que creci¨® esperanzada con la revoluci¨®n cubana y como chileno, vio un horizonte de cambio en el Gobierno de Salvador Allende. En 1973 atraves¨® Am¨¦rica, de M¨¦xico a Santiago, en autob¨²s y en autoestop, mochila al hombro, para contribuir con su granito de arena a aquella revoluci¨®n pac¨ªfica. Pero en Santiago le pill¨® el golpe de Pinochet y fue detenido. Un encuentro con dos viejos compa?eros de estudios convertidos en polic¨ªas le permiti¨® ser liberado ocho d¨ªas despu¨¦s. Y regresar a M¨¦xico en avi¨®n. All¨ª reemprendi¨® su carrera y fund¨® el infrarrealismo. Un experimento de rebeld¨ªa literaria, inspirado en el dada¨ªsmo, radicalmente contrario a los grandes escritores institucionales, a los santones del r¨¦gimen. Detest¨¢bamos a Octavio Paz, declaraba Bola?o en una entrevista a la televisi¨®n chilena, en 1999, pero es un gran poeta, y un ensayista de los m¨¢s l¨²cidos.
Aquella etapa le sirvi¨® a Bola?o para construir su propio mito. La mayor parte de lo que cuenta es verdad, aunque no est¨¢ claro cu¨¢nto tiempo estuvo detenido en Chile, corrobora Montan¨¦. Despu¨¦s de todo, Bola?o adoraba a Borges, un maestro de la recreaci¨®n inventada. Hab¨ªa le¨ªdo dos veces toda su obra, y casi todos los libros publicados sobre ¨¦l. Pero distingu¨ªa los trucos y las trampas en su personalidad. Adoraba el malditismo de poetas adolescentes como Rimbaud y Lautreamont, pero ten¨ªa claro que eran vidas extremas que no quer¨ªa para su hijo.
De la fauna literaria no ten¨ªa buena opini¨®n. La escritura es un oficio poblado de canallas y de tontos, que no se dan cuenta de lo ef¨ªmero que es, declara en la misma entrevista de la televisi¨®n chilena, realizada en su primer viaje a la patria, tras 25 a?os de ausencia.
Fue una ocasi¨®n perfecta para opinar de todo, especialmente de literatura, y de autores chilenos. Bola?o, que admiraba a Nicanor Parra, fue bastante duro con sus compatriotas. Se despach¨® a gusto contra algunos de los m¨¢s destacados. Ya lo hab¨ªa hecho con los autores del famoso boom y, sobre todo, con la larga secuela de los que transitaron esos caminos trillados con enorme fortuna. Sus declaraciones despreciativas no fueron pasadas por alto. Es curioso que salvo Jorge Edwards y, mucho m¨¢s tarde, Vargas Llosa, ninguno de los autores del boom haya dicho una palabra de Bola?o, comenta Herralde.
Enrique Vila-Matas, que frecuent¨® al chileno a partir de 1995, dice que se dio cuenta de la grandeza de Bola?o, cuando le¨ª Estrella distante y Los detectives salvajes. Junto a Jorge Edwards, present¨¦ este ¨²ltimo libro en Barcelona, en 1999, y all¨ª ya expuse por escrito mi percepci¨®n de estar ante un genio de la literatura. Por eso no oculta su extra?eza ante otro fen¨®meno ligado al autor chileno. Siempre me ha llamado la atenci¨®n el poco inter¨¦s que ha despertado Bola?o entre una gran parte de los escritores espa?oles. Es una indiferencia que hay que encuadrarla dentro de esa falta de inter¨¦s que sienten normalmente los escritores espa?oles hacia sus propios colegas, y m¨¢s a¨²n si son latinoamericanos.
Puede ser. Tampoco Roberto Bola?o se anduvo con muchas diplomacias. Critic¨® a muchos autores consagrados sin importarle lo m¨¢s m¨ªnimo hacerse enemigos. ?Qu¨¦ pensar¨ªa ahora de esta consagraci¨®n global? ?C¨®mo juzgar¨ªa las nuevas obras que tiene en cartera su agente norteamericano? Seguramente con satisfacci¨®n, pensando al fin y al cabo en la seguridad econ¨®mica de sus hijos.
Babelia
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