Cuidar de los mayores
En Espa?a, el porcentaje de personas mayores de 65 a?os se ha duplicado en los ¨²ltimos 50 a?os, y las previsiones indican que el n¨²mero de ancianos que precisar¨¢n alg¨²n tipo de ayuda seguir¨¢ experimentando un espectacular aumento. Este hecho plantea importantes retos tanto a nivel social como econ¨®mico, mientras que a nivel particular entra?a una situaci¨®n dif¨ªcil para las familias, que deben movilizarse para brindar apoyo a sus mayores.
En la vejez, a menudo se retorna a ese estado de dependencia que se vivi¨® en la infancia? salvo que la progresi¨®n ahora discurre a la inversa. En vez de ganar autonom¨ªa, se da una p¨¦rdida sucesiva de habilidades, lo cual genera un sentimiento de fragilidad. Tanto la persona necesitada como su entorno tienen que adaptarse a esa situaci¨®n. Se trata de una realidad que implica nuevas responsabilidades y que suele resultar dif¨ªcil de aceptar.
"Es importante que se respete, en lo posible, la voz de los m¨¢s mayores, pues a trav¨¦s de ella ejercen su libertad personal" "Es importante mantener la filosof¨ªa de equipo de la familia, buscar soluciones conjuntas para ofrecer el mejor apoyo"
Cuidar de un familiar puede constituir un postrer gesto de amor y una experiencia muy gratificante, pero a menudo supone una tarea ardua y agotadora. Afrontarla requiere valorar los mejores recursos y alternativas para atender debidamente a la persona en el ¨²ltimo tramo de su vida.
La vejez es consecuencia de un proceso biol¨®gico, pero tambi¨¦n una construcci¨®n social, dijo Simone de Beauvoir. En nuestra sociedad se rinde culto a la juventud y todo lo que conlleva: vitalidad, energ¨ªa, actividad, belleza? mientras se vive con temor y se reh¨²ye todo lo relativo al envejecimiento y la muerte.
No sucede lo mismo en otras culturas, como puede ser en el ?frica negra, donde se considera a los ancianos como depositarios del poder y el saber. Seg¨²n la antrop¨®loga Bernadette Puijalon, all¨ª la vida se contempla como una escalera, con una progresi¨®n constante, donde los mayores son quienes han llegado m¨¢s alto. Desde esta posici¨®n de mayor sabidur¨ªa y experiencia cumplen una importante funci¨®n social, al servir de gu¨ªa para los m¨¢s j¨®venes.
No se trata de idealizar esta situaci¨®n, ni de pretender trasladarla a nuestra sociedad. En el Tercer Mundo, por ejemplo, los ancianos pueden pasar muchas penurias al no recibir apenas ayudas econ¨®micas. Mientras que en Occidente asistimos mejor a nuestros mayores, pero desde una actitud paternalista, y la visi¨®n que se tiene de ellos suele ser profundamente pr¨¢ctica y materialista. Ser viejo acostumbra a ser sin¨®nimo de inutilidad.
UNA DECISI?N DIF?CIL
"Saber envejecer es la obra maestra de la vida" (Henri F. Amiel)
Se considera que una persona se torna dependiente cuando requiere ayuda para realizar ciertas actividades cotidianas, como puede ser comer, vestirse, ocuparse de su medicaci¨®n? Estas circunstancias obligan a la familia y al anciano a encontrar una f¨®rmula eficaz de atender sus necesidades.
Muchas familias son reticentes a la hora de ingresar a sus mayores en una residencia, e incluso los propios afectados rechazan a menudo esta soluci¨®n. En ocasiones s¨®lo se da el paso cuando la situaci¨®n es insostenible, tras un importante desgaste familiar.
En otros casos, la imposibilidad de ofrecer un buen cuidado, sea por falta de tiempo, recursos o por no existir una buena relaci¨®n, lleva a delegar la asistencia en terceras personas o en instituciones, lo cual, debido a las escasas plazas p¨²blicas existentes, tambi¨¦n supone una empresa compleja y costosa.
En Espa?a, s¨®lo un 6% de los mayores de 65 a?os viven en una residencia, una cifra mucho menor de la que se observa en los pa¨ªses anglosajones. Esto es debido a que en la cultura mediterr¨¢nea se otorga mayor valor a la unidad familiar y los v¨ªnculos suelen ser m¨¢s s¨®lidos. Sin embargo, la incorporaci¨®n de la mujer al mundo laboral dificulta ya en la actualidad, y sobre todo lo har¨¢ en el futuro, la participaci¨®n de la familia, pues la funci¨®n de cuidador principal recae generalmente en las hijas y nueras.
EL CLIMA EMOCIONAL
"Una de las grandes enfermedades es?no ser nada para nadie" (Teresa de Calcuta)
Ante la necesidad de atender a un familiar surge la pregunta: ?de qu¨¦ manera quiero y puedo ocuparme? Al tratarse de los propios padres, a menudo se siente una deuda de amor hacia ellos, como un deseo de devolver parte de lo recibido. Aunque en otras ocasiones, lo que est¨¢ en primer plano es el sentido del deber y la obligaci¨®n, o incluso un sentimiento de culpa.
Las situaciones m¨¢s dif¨ªciles acontecen cuando alguien se ve forzado a asumir ciertas tareas sin desearlo. Tambi¨¦n suele resultar muy doloroso desear hacerse cargo, pero no contar con la posibilidad real de poder cuidar al anciano. La enfermedad y la necesidad a menudo act¨²an como una lente de aumento, resaltando los problemas de la familia. Pueden reaparecer viejos problemas de la relaci¨®n, heridas mal curadas, as¨ª como conflictos que distorsionan el clima emocional. Padres e hijos deben aprender a redefinir su relaci¨®n, ya que sus funciones cambian: el que antes generalmente cuidaba y ostentaba cierta autoridad pasa a ser el necesitado.
FILOSOF?A DE EQUIPO
"Lo que no es ¨²til para la colmena no?es ¨²til para la abeja" (Marco Aurelio)
En este tipo de situaciones en que surgen dificultades tanto pr¨¢cticas como emocionales, mantener una filosof¨ªa de equipo ayudar¨¢ a sortearlas. Significa que las decisiones y la responsabilidad no recaen en una o dos personas, sino que cada miembro de la familia contribuye en la medida de sus posibilidades. Resulta ¨²til, por ejemplo, realizar reuniones familiares donde se plantee la situaci¨®n y se busquen soluciones conjuntamente. La colaboraci¨®n se basa en anteponer el beneficio colectivo al individual. Por eso, una familia unida, que sabe gestionar sus diferencias y en la que existe una conciencia de grupo, podr¨¢ ofrecer un mejor sistema de apoyo.
Hay que poner en pr¨¢ctica el principio de sinergia, seg¨²n el cual la conjunci¨®n de los esfuerzos procura un resultado mayor que su simple suma. Sin embargo, para realizar un plan com¨²n se precisa una buena dosis de comprensi¨®n, que permita validar los diferentes puntos de vista, resolver desavenencias y llegar a acuerdos.
PRESERVAR LA AUTONOM?A
"Envejecer es como escalar una gran monta?a: mientras se sube, las fuerzas disminuyen, pero la mirada es m¨¢s libre, amplia y serena" (Ingmar Bergman)
Uno de los principios bio¨¦ticos m¨¢s modernos es el de la autonom¨ªa. Supone el derecho a que se respete la voluntad y la capacidad de decisi¨®n de las personas en las cuestiones que se refieren a ellas mismas. Como familiares, hemos de ponernos por un momento en la piel de nuestros ancianos. No s¨®lo pierden habilidades, se sienten cada vez m¨¢s in¨²tiles y una carga para los dem¨¢s, sino que en ocasiones tambi¨¦n pierden su capacidad para elegir, incluso en las peque?as cosas.
Es importante, por tanto, que se respete en lo posible la voz de los m¨¢s mayores, pues a trav¨¦s de ella ejercen su libertad personal, a menudo ya muy reducida. Seg¨²n un estudio, los cuidadores tienden a sobreproteger a los ancianos al creer que son menos capaces de lo que en realidad son. Como resultado, privan a sus familiares de realizar ciertas tareas. Sin embargo, hacerlo todo por ellos disminuye su habilidad por falta de h¨¢bito, aumenta su dependencia. S¨ª conviene, en cambio, estimular a la persona para que dentro de sus posibilidades mantenga ciertas facultades. Sentirse capaz alimentar¨¢ su sensaci¨®n de ser ¨²til.
La vejez es una de las victorias de la humanidad, dado que hasta hace relativamente poco las personas mor¨ªamos mucho m¨¢s j¨®venes, pero sin duda suscita nuevos desaf¨ªos. El alzheimer, as¨ª como otras dolencias que comportan un importante deterioro cognitivo, causa un sufrimiento muy intenso. El enfermo tiene que enfrentarse a la p¨¦rdida progresiva de sus facultades, y la familia ha de aprender a convivir con alguien diferente del que conoc¨ªa hasta entonces.
En estas situaciones tambi¨¦n es preciso realizar un proceso de duelo, que no es otra cosa que reconocer lo que se ha perdido para adaptarse poco a poco a la nueva realidad. Un aspecto esencial es que es preciso cuidarse para poder cuidar. Ante una tarea que demanda tanta energ¨ªa y dedicaci¨®n, as¨ª como lidiar con emociones cambiantes, se corre el riesgo de sufrir un importante desgaste f¨ªsico y emocional. El mejor remedio es tener en cuenta tambi¨¦n las propias necesidades y detectar cu¨¢ndo se est¨¢ sobrecargado en exceso.
Acompa?ar a un ser querido en la ¨²ltima etapa de su vida puede ser una experiencia inefable, y ayuda a preparar el momento dif¨ªcil de la despedida. Nos recuerda, adem¨¢s, que en el d¨ªa de ma?ana es posible que nosotros nos encontremos viviendo una situaci¨®n similar. Ofreciendo un trato digno a nuestros mayores estamos honrando tambi¨¦n nuestro pasado, y nos ense?a a aceptar el aspecto c¨ªclico y cambiante de la existencia.?
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Cuidarse para cuidar
Cualquier cuidador ha de verse a s¨ª mismo como un recurso sumamente importante para la persona necesitada. Pero debe tener presente que s¨®lo es ¨²til en la medida en que est¨¦ en buenas condiciones. Reconocer, por tanto, su necesidad de descanso, de poder desconectar o tener un tiempo para s¨ª mismo resulta vital para mantener una buena disposici¨®n a la hora de ayudar. La calidad de la atenci¨®n es tan importante o m¨¢s que la cantidad de tiempo dedicado.
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