El s¨ªndrome Citro?n
Que esta crisis ha socavado los cimientos del llamado modelo neoliberal resulta a estas alturas una evidencia. La mano invisible de Adam Smith ha desaparecido de puro no dejarse ver. El caos creativo del capitalismo proclamado por Shumpetter, ha acreditado su habilidad para producir desorden ingente, pero no tanto sus dotes para la creaci¨®n de bienestar; excepto para unos pocos implicados de manera directa en la creaci¨®n de este caos masivo y espl¨¦ndidamente remunerados por ello. Como cuando la crisis de la burbuja punto.com, cuando el champ¨¢n vuelva a correr por Wall Street pocos recordar¨¢n la gravedad del estallido de la burbuja inmobiliaria y las subprime, pero se antoja improbable el retorno de las leyendas urbanas sobre el mercado propagadas durante la era Bush.
Los que llevaron a sus empresas al borde del precipicio han empezado a culparnos de su fracaso
Pero los fundamentos de la crisis que no cesa, han de buscarse no s¨®lo en el exceso de "activos t¨®xicos" . M¨¢s a¨²n, es el resultado del exceso de "valores t¨®xicos" en los principios que rigen el funcionamiento de los mercados, en los c¨®digos de reguladores y gestores y en la cultura de empresas y administraciones. Por eso conviene guardar especial cuidado en evitar que, llevados por la urgencia de encontrar soluciones r¨¢pidas para problemas lentos, otros principios a¨²n m¨¢s envenenados los sustituyan. Un buen ejemplo de esa "toxicidad emergente" sucede aqu¨ª en Galicia, a respecto de la situaci¨®n de la factor¨ªa Citro?n en Vigo. Como en otros muchos casos a lo largo y ancho de esta recesi¨®n global, va camino de convertirse en un s¨ªndrome producto de la crisis que, caso de no ser tratado convenientemente, puede agravarla a¨²n m¨¢s.
El s¨ªndrome Citro?n implica que los mismos que llevaron a sus empresas al borde del precipicio, no s¨®lo han logrado convertir su problema en nuestro problema, sino que adem¨¢s han conseguido empezar a echarnos la culpa de sus fracasos, con la colaboraci¨®n de gobiernos y candidatos acudiendo a su rescate a tal velocidad que el v¨¦rtigo les impide pensar bien cu¨¢nto dicen o hacen. Los mismos ejecutivos que durante los alegres a?os de vacas gordas proclamaban que el ¨²nico regulador bueno es el regulador muerto y clamaban la demolici¨®n por ruinoso y por caro del Estado, exigen ahora el rescate p¨²blico y adem¨¢s anotan en su saldo todo cu¨¢nto siga saliendo mal en adelante. Que los grandes fabricantes de coches no vendan autos, ya no es su problema, ha pasado a ser el nuestro. Pero no acaba ah¨ª. Si no consiguen volver a colocar sus veh¨ªculos, la culpa ser¨¢ nuestra por no haberles ayudado lo suficiente haciendo llover sobre sus ineficientes cadenas de producci¨®n m¨¢s miles de millones de euros. Buena parte de la masiva intervenci¨®n p¨²blica en marcha, produce la peligrosa impresi¨®n de basarse sobre un principio no ya t¨®xico, sino suicida: pagar, callar y rezar para ver si arreglan el sistema los mismos que lo estropearon.
M¨¢s de mil millones de las viejas pesetas en ayudas se le antojan insuficientes a Pierre Lanni, el jefe de la Citro?n viguesa. Afirma contundente que con eso no se puede ir muy lejos. Un lamento acompa?ado de inmediato por los futuros presidente y ex presidente de la Xunta, quienes se ha apresurado a darle la raz¨®n y a dejar caer que si algo va mal en Vigo de ahora en adelante, ser¨¢ por culpa de la cicater¨ªa Madrid. Es la misma soberbia, la misma irresponsabilidad de los gestores privados y la misma sumisi¨®n de los reguladores y gobernantes anidados en el coraz¨®n de esta crisis; se conservan intactas, vivas y coleando. Al parecer mil millones y los veinte a?os del tango no son nada.
Con los trabajadores de su factor¨ªa como rehenes, el directivo local puede permitirse el lujo de pedir dos tazas multimillonarias, mientras en Par¨ªs decapitan a su jefazo y el Estado cambia ayudas por mantener los puestos de trabajo. Aqu¨ª, en el Fogar de Breog¨¢n, con toda la fuerza de los votos, ni quien entra ni quien sale de Montep¨ªo parecen capaces de informarle que si no vende coches es culpa suya, si est¨¢ en Vigo es porque les sale a cuenta porque en Francia producen menos, peor y m¨¢s caro, y si su empresa pasa dificultades ser¨¢ porque algo habr¨¢n hecho mal y deber¨¢n mejorarlo. Es tan sencillo como recordar que quien paga, manda y el cliente siempre tiene raz¨®n. No al rev¨¦s.
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