De Londres 1933 a Londres 2009
La capital brit¨¢nica fue escenario en 1933 de una cumbre mundial para luchar contra la Gran Depresi¨®n. La conferencia fracas¨® pero de ella se pueden sacar lecciones para la que comienza esta semana
El 12 de junio de 1933 tuvo lugar en Londres la Conferencia Internacional Econ¨®mica y Monetaria que reuni¨® a representantes de 66 pa¨ªses con la tarea de coordinar medidas de pol¨ªtica econ¨®mica para salvar al mundo de la Gran Depresi¨®n. Con exquisita puntualidad, a las 3 de la tarde, hizo su entrada en la gran sala cuadrangular del Museo de Geolog¨ªa el rey Jorge V para pronunciar las palabras de apertura. La sala, sin flores y sin apenas decoraci¨®n, se hallaba atestada de jefes de Gobierno, ministros, diplom¨¢ticos, asesores y periodistas. Los delegados, ataviados con chaqu¨¦ negro como exig¨ªa la etiqueta, aparec¨ªan relajados. Gentes que se conoc¨ªan de anteriores conferencias en Lausana, Basilea y Ginebra. All¨ª estaba Daladier y Von Neurath; el canciller Dollfuss y el italiano Guido Jung; tambi¨¦n los sovi¨¦ticos Litvinoff y Maisky; el japon¨¦s Kirurjio Ishii y el chino Soong, y los anfitriones, con el canciller del Exchequer, Chamberlain, a la cabeza. La representaci¨®n de la espa?ola Rep¨²blica de Trabajadores la ostentaba el ministro de Econom¨ªa, Luis Nicolau d'Olwer, y a su lado se sentaba el imprescindible Flores de Lemus. El discurso inaugural, serio y distendido, lo pronunci¨® el primer ministro, Ramsey MacDonald.
Hoy quiz¨¢ no sepamos qu¨¦ hacer, pero s¨ª sabemos qu¨¦ errores no podemos cometer
Gracias a la Uni¨®n Europea, este continente no est¨¢ desgarrado como en la anterior crisis global
La necesidad de la cooperaci¨®n internacional para salir de la depresi¨®n era compartida por la mayor¨ªa de los delegados. En mayo, John Maynard Keynes hab¨ªa publicado un incisivo op¨²sculo, The means to prosperity (El camino hacia la prosperidad), se?alando que la recuperaci¨®n pasaba por la concertaci¨®n econ¨®mica. El presidente Roosevelt, que ocupaba la Casa Blanca desde marzo de 1933, le hab¨ªa dicho a su secretario de Estado, Cordell Hull, que hiciese todo lo posible en Londres para que se emprendiesen acciones contra la Gran Depresi¨®n: pol¨ªticas monetarias y fiscales expansionistas, rebajas de aranceles, supresi¨®n de cuotas a la importaci¨®n y eliminaci¨®n de los controles de cambio. Roosevelt, en sus apenas 100 d¨ªas en la Casa Blanca, hab¨ªa lanzado 15 medidas de choque como avanzadilla de su New Deal. Una de ellas, la m¨¢s espectacular, hab¨ªa sido la suspensi¨®n del patr¨®n oro, el 18 de abril, y la consiguiente devaluaci¨®n del d¨®lar.
La conferencia se prolong¨® hasta el 27 de julio. Ya en la segunda jornada, las sonrisas se tornaron en gestos adustos cargados de preocupaci¨®n. En 1933 la crisis mundial iniciada en 1929 llevaba tres largos a?os y hab¨ªa producido un descenso de la producci¨®n mundial superior al 25%, y un pavoroso aumento del desempleo, que en Estados Unidos y Alemania rondaba el 20%. La crisis hab¨ªa contra¨ªdo el comercio mundial y puesto en marcha una espiral deflacionista. El colapso bancario de la primavera de 1931 hab¨ªa desarticulado el sistema financiero y monetario internacional. El ambiente no estaba para grandes alegr¨ªas. Hitler hab¨ªa ascendido al poder en enero de ese a?o y la Europa democr¨¢tica estaba asediada por el fascismo y el comunismo. Las naciones que no hab¨ªan sucumbido a la tentaci¨®n autoritaria sent¨ªan la presi¨®n de la calle y de los sindicatos. Hab¨ªa que encontrar una soluci¨®n.
Francia se hallaba en situaci¨®n desesperada, con una ca¨ªda de su producto interior superior al 15%, el desplome de sus ingresos fiscales y un paro ascendente que amenazaba la estabilidad de la III Rep¨²blica. Para defender su econom¨ªa, las autoridades francesas hab¨ªan decidido mantener el patr¨®n oro con un franco fuerte. Quer¨ªan tambi¨¦n una estabilizaci¨®n monetaria y la condonaci¨®n de las deudas derivadas de la Primera Guerra Mundial. Los anfitriones, sin embargo, no estaban por la labor. La devaluaci¨®n de la libra esterlina en 1931 les hab¨ªa rendido buenos frutos y hab¨ªa permitido al Banco de Inglaterra emprender una pol¨ªtica monetaria expansiva y de bajos tipos de inter¨¦s. Abogaban por la eliminaci¨®n de las deudas de guerra, pero no quer¨ªan o¨ªr la palabra "estabilizaci¨®n". Y coincid¨ªan con los americanos en la defensa del librecambio.
Americanos, brit¨¢nicos y franceses llevaron el peso de la conferencia, pero las agendas del resto de los pa¨ªses tambi¨¦n repercutieron en las negociaciones.
Los sovi¨¦ticos introdujeron cuestiones pol¨ªticas y de seguridad continental, y poco les preocupaba el hundimiento del capitalismo. El Gobierno nazi antepuso la resoluci¨®n de los asuntos pol¨ªticos pendientes y por su cuenta emprendi¨® el camino de la autarqu¨ªa. Italia defend¨ªa el patr¨®n oro e insist¨ªa en la supresi¨®n de las deudas interaliadas. Los intereses nacionales hicieron acto de presencia y el esp¨ªritu internacionalista al que hab¨ªa apelado Roosevelt muri¨®. La dificultad de alcanzar acuerdos apag¨® el entusiasmo de aquellos que hab¨ªan pensado que Londres era la salvaci¨®n. Los delegados hicieron las maletas y regresaron a sus pa¨ªses con las manos vac¨ªas. El fracaso le cost¨® al mundo m¨¢s a?os de depresi¨®n.
?Por qu¨¦ fracas¨® Londres 1933? Se atribuye el fiasco a Estados Unidos, incluso al propio Roosevelt, que en el curso de aquel verano del 33 cambi¨® sus prioridades. Antepuso la recuperaci¨®n de la producci¨®n americana y la reducci¨®n del paro a cualquier otra consideraci¨®n. Su preocupaci¨®n por la marcha de la econom¨ªa mundial y por los asuntos monetarios disminuy¨®. No quer¨ªa atarse las manos con acuerdos internacionales que limitasen su libertad de acci¨®n. El 2 de julio Roosevelt lanz¨® su c¨¦lebre bombazo (bombshell): una declaraci¨®n en la que afirmaba que considerar¨ªa una cat¨¢strofe que la conferencia de Londres se extraviara buscando una estabilidad monetaria artificial. Los partidarios del patr¨®n oro se enfurecieron: Francia, Italia, Polonia, Holanda, B¨¦lgica y Suiza redactaron un comunicado contrario al del presidente americano.
Estados Unidos no fue el ¨²nico responsable del fracaso. Para Gran Breta?a la cita ten¨ªa un inter¨¦s relativo, era una ocasi¨®n para plantear el asunto de las deudas de guerra e impedir devaluaciones competitivas de d¨®lar. Para Francia, conservar el patr¨®n oro era esencial, despu¨¦s del sufrimiento que hab¨ªa costado conseguirlo en los a?os veinte. Adem¨¢s, la atm¨®sfera pol¨ªtica europea estaba cargada de hostilidad. Hitler ten¨ªa como objetivo la militarizaci¨®n. A Mussolini s¨®lo le preocupaban la pol¨ªtica italiana y la expansi¨®n en ?frica. La Uni¨®n Sovi¨¦tica ve¨ªa la Gran Depresi¨®n como un paso m¨¢s del capitalismo hacia su autodestrucci¨®n. El resto de las naciones hab¨ªan viajado a Londres a defender sus intereses particulares. Espa?a tuvo una actuaci¨®n discreta.
Londres: 2 de abril de 2009. Setenta y seis a?os despu¨¦s, la capital del T¨¢mesis vuelve a ser el escenario de una conferencia internacional que tiene por objeto coordinar acciones para sacar a la econom¨ªa mundial de una crisis profunda que presenta algunos rasgos que la asemejan a la de los a?os treinta. Como aqu¨¦lla, nuestra crisis es global, con descenso de las tasas de crecimiento y amenazadora inestabilidad del sistema financiero. Como entonces, un presidente de Estados Unidos reci¨¦n elegido, Barack Obama, ha llegado a la Casa Blanca con ideas renovadoras.
Pero tambi¨¦n hay diferencias notables. La experiencia est¨¢ de nuestra parte: hemos aprendido lecciones importantes; quiz¨¢ no sepamos qu¨¦ hacer, pero s¨ª sabemos qu¨¦ errores no debemos cometer (no permitir que se caiga el sistema financiero y cerrar el paso al nacionalismo econ¨®mico), y esto es bastante. La conferencia re¨²ne a los miembros del G-20, no a todas las naciones del planeta, pero ello la har¨¢ m¨¢s operativa. La Uni¨®n Europea no presenta un frente com¨²n, lo cual es de lamentar, pero gracias precisamente a la Uni¨®n nuestro continente no est¨¢ desgarrado por rencillas pol¨ªticas. Todos parecen convencidos de que sin cooperaci¨®n no ser¨¢ posible salir pronto de la crisis. Y, adem¨¢s, existe el factor Obama, el nuevo Roosevelt, un hombre consciente de que no puede desentenderse del mundo. Ya ha dicho que los esfuerzos individuales son vanos, que la econom¨ªa americana est¨¢ unida a la mundial y la cooperaci¨®n es imprescindible. El internacionalismo de Obama va m¨¢s all¨¢ del europeo. Y esta vez el presidente americano s¨ª estar¨¢ en Londres.
Londres 1933 fue una gran oportunidad para la cooperaci¨®n internacional que no se aprovech¨®, pero de ese fracaso se extrajeron lecciones que m¨¢s tarde aseguraron el ¨¦xito de Bretton Woods en 1944. Como ha dicho Hillary Clinton, una buena crisis nunca debe desaprovecharse. La crisis actual y Londres 2009 son una oportunidad para afirmar la cooperaci¨®n mundial. Ya veremos qu¨¦ resulta.
Pablo Mart¨ªn Ace?a es catedr¨¢tico de Historia Econ¨®mica en la Universidad de Alcal¨¢.
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