?Qu¨¦ pasa con Luis?
Ni el ¨¦xito en la Eurocopa ha endulzado al ex seleccionador, que guarda un rudo silencio
Ni la Eurocopa ha endulzado a Luis Aragon¨¦s, agrio como de costumbre pese a ser de por vida un gestor capital del mayor ¨¦xito del f¨²tbol espa?ol. Despu¨¦s de su portazo tras el t¨ªtulo de Viena, una inocua venganza interior contra no se sabe qui¨¦n, el t¨¦cnico ha mantenido un rudo silencio. Enmudeci¨® no por dejar los focos a su predecesor o a los jugadores, sino por una rabieta contra un rinc¨®n period¨ªstico al que imaginaba presuntamente en la indigencia profesional por falta de su verbo.
Un galard¨®n mon¨¢rquico le hizo reaparecer el lunes en Madrid mientras la selecci¨®n tramitaba su visado en el aeropuerto de Estambul, donde ahora reside quien contribuy¨®, en buena medida, al ¨¦xito europeo. Luis, excusado por el protocolo palaciego de Zarzuela, no pudo ser hospitalario con quienes le ayudaron, cuanto menos, al ¨¦xito que le perpetu¨® su carrera en los banquillos en una Liga, la turca, tan refractaria al ¨¦xito y con una estimable capacidad financiera.
El f¨²tbol espa?ol nunca le olvidar¨¢; ¨¦l se ha olvidado del f¨²tbol espa?ol
"Pr¨¢cticamente, no hemos tenido ocasi¨®n de vernos. Se vino a Turqu¨ªa nada m¨¢s acabar la Eurocopa", dijo ayer Vicente del Bosque. "He hablado con Luis m¨¢s bien pocas veces", apunt¨® Casillas, el capit¨¢n que le hizo de intermediario con el grupo durante la entronizaci¨®n austriaca. Ambos convinieron: "Si le vemos en el partido, estupendo". Hay lazos, sin duda, pero con distancias unilaterales.
Algo ha contribuido a¨²n m¨¢s a la vampirizaci¨®n de Aragon¨¦s, desligado, por voluntad propia, de un podio que le pertenece como al que m¨¢s. Las cosas de Luis, un sabio, dicen, a veces tan hura?o con unos como c¨®mplice con otros. En el vestuario de Del Bosque, nadie, ni por asomo, se destempla al mencionarle al t¨¦cnico. Todo lo contrario. Tampoco su sucesor, pese a alg¨²n desplante semip¨²blico del entrenador de Hortaleza. Pero Luis est¨¢ enfurru?ado y no aclara qu¨¦ deudas o cuitas tiene pendientes. Quiz¨¢ lo haga el pr¨®ximo junio, cuando, pese a su respetable silencio medi¨¢tico, comente en televisi¨®n los avatares de la Copa Confederaciones, que se disputar¨¢ en Sur¨¢frica, donde Espa?a, por cierto, jugar¨¢ con temperaturas de Oslo.
Luis quiz¨¢ padezca el s¨ªndrome del seleccionador, un virus que parec¨ªa erradicado desde el bombazo de Viena. Sus antecesores lo padecieron y ¨¦l tambi¨¦n tras el Mundial de 2006, cuando dijo que se ir¨ªa antes de dar un volantazo. Con Luis lleg¨® el para¨ªso y cab¨ªa suponer que ya no habr¨ªa cepa. No es as¨ª. ?l debe mucho a los jugadores que hoy se han citado en Estambul, los futbolistas le deben mucho a ¨¦l, la federaci¨®n tiene que agradec¨¦rselo y tambi¨¦n ¨¦l deber¨ªa haber subrayado con afecto el servicio federativo, con errores y aciertos. Es la vida.
En definitiva, hoy, en torno a la selecci¨®n, todos sonr¨ªen, todos evocan con admiraci¨®n a Luis, incluida la hinchada, m¨¢s ligada que nunca a este grupo que ¨¦l supo conciliar hasta el podio. Pero Luis est¨¢ vinagre. El f¨²tbol espa?ol nunca le olvidar¨¢; ¨¦l se ha olvidado del f¨²tbol espa?ol. Luis, un grande, si ¨¦l quisiera. Sin sus cosas, sino con las de todos.
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