Cinco claves para entender la Alianza
Afganist¨¢n, las relaciones con Mosc¨² y la ampliaci¨®n al Este, los desaf¨ªos
La OTAN naci¨® hace 60 a?os con la guerra fr¨ªa. Desaparecieron el Pacto de Varsovia y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, pero la OTAN ha llegado a nuestros d¨ªas con vocaci¨®n de crecer y perpetuarse. La Alianza de hoy es heredera de aquella que ten¨ªa objetivos claros ante un enemigo n¨ªtido. Las amenazas del siglo XXI son difusas, m¨®viles, asim¨¦tricas y no llegan a los ciudadanos con la certidumbre del blanco y el negro. De ah¨ª que algunos se pregunten, como hace tambi¨¦n Mosc¨², si la OTAN no es una reliquia de la guerra fr¨ªa. Lejos de querer suicidarse, la OTAN se mueve con el ¨¢nimo de adaptarse a los nuevos desaf¨ªos.
- ?Por qu¨¦ se dice que Afganist¨¢n es crucial para la OTAN? A grandes rasgos, la misi¨®n original de la OTAN de contenci¨®n del imperio sovi¨¦tico est¨¢ cumplida. Los desaf¨ªos y las amenazas son otros, entre ellos la aparici¨®n de Estados fallidos. Afganist¨¢n lo era, lo que permiti¨® la planificaci¨®n desde all¨ª del 11-S. Con el aval de Naciones Unidas, la OTAN entr¨® en el pa¨ªs centro asi¨¢tico, donde se juega su credibilidad como agente en la escena internacional. Una derrota donde la Alianza ha desplegado el mayor esfuerzo de sus 60 a?os de existencia dar¨ªa alas a quienes tienen a Occidente en el punto de mira. George W. Bush antepuso Irak a Afganist¨¢n y la comunidad internacional ha pagado un alto precio por librar una guerra sin convicci¨®n y sin medios. El actual presidente, Barack Obama, y la OTAN se declaran dispuestos a invertir la situaci¨®n. Reconocen que no puede haber s¨®lo soluci¨®n militar, por ello se proponen potenciar la vertiente civil.
Algunos se preguntan si la OTAN no es una reliquia de la guerra fr¨ªa
- ?C¨®mo son las relaciones con el viejo enemigo de Mosc¨²? Las de la OTAN con Mosc¨² marchan a la par de las bilaterales entre la Casa Blanca y el Kremlin. Como con Obama hay un cambio de atm¨®sfera, cabe aventurar una fase de mejor entendimiento entre la OTAN y Rusia. Ambas mantienen desde hace a?os relaciones estructuradas que nunca han dado los frutos esperados. Los desencuentros se han visto agravados con los planes de Estados Unidos de desplegar el escudo antimisiles y por la invasi¨®n rusa de Georgia de agosto de 2008, que llev¨® a la interrupci¨®n de contactos oficiales en la Alianza. Ahora se entra en una fase de normalizaci¨®n, que ver¨¢ en cuesti¨®n de d¨ªas una reuni¨®n de embajadores y pr¨®ximamente otra de ministros.
La idea aliada es sacar el m¨¢ximo partido a los intereses comunes (desde la apertura de l¨ªneas de aprovisionamiento terrestre a Afganist¨¢n al control armamentista o la lucha contra el terrorismo y la pirater¨ªa) y dejar en segundo plano las diferencias.
- La ampliaci¨®n al Este es vista por Mosc¨² como un desaf¨ªo. ?Va a seguir? Mosc¨² mantiene que a Mija¨ªl Gorbachov se le prometi¨® que no habr¨ªa ampliaci¨®n de la OTAN al Este si ¨¦l permit¨ªa la reunificaci¨®n alemana de 1990. Gorbachov cumpli¨® su palabra, pero Rusia fue enga?ada, dice el Kremlin. La OTAN responde que es un club de pa¨ªses libres en el que pueden integrarse todos los que lo deseen y cumplan las condiciones fijadas de democracia, desarrollo, estabilidad y reforma. Y que Mosc¨² no tiene derecho de veto. Una Rusia d¨¦bil tuvo que aceptar las ampliaciones de 1999 y 2004, pero es muy dif¨ªcil que acepte la de Ucrania.
- ?Y el escudo antimisiles? Es un ejemplo m¨¢s de la frustraci¨®n rusa con la OTAN, aunque en realidad el escudo es un proyecto a tres entre Washington, Praga y Varsovia del que se beneficia indirectamente la Alianza. Es obvio que una decena de lanzadores de misiles antimisiles estadounidenses en Polonia dirigidos por un radar en la Rep¨²blica Checa no suponen una amenaza seria para el arsenal bal¨ªstico ruso. Lo que quiere Mosc¨² es participar en el plan, a lo que se niegan checos y polacos. Obama ha congelado el proyecto a la espera de ver su fiabilidad y su coste.
- ?Cu¨¢l es el papel de Espa?a en la Alianza? Espa?a tiene la influencia relativa que corresponde a un pa¨ªs de mediano tama?o. Es el s¨¦ptimo contribuyente, con casi 60 millones de euros anuales. Pero en la Alianza se pesa en funci¨®n del esfuerzo y del compromiso. Si se rompe la baraja intempestivamente, como ha ocurrido con la anunciada retirada de Kosovo, se irrita a los aliados, que, llegado el momento, pueden no devolver el favor (cuando se reclame un puesto relevante en la estructura de mando, por ejemplo).
Espa?a no ocupa muchas posiciones destacadas en la Alianza, aunque lleg¨® a la c¨²spide con Javier Solana, secretario general entre 1995 y 1999.
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