Hace falta coraje
Hoy existe un inusitado e imprevisible acuerdo entre la gran mayor¨ªa de actores econ¨®micos en la bondad del aumento del gasto p¨²blico para afrontar esta crisis. Incluso un gran n¨²mero de expertos, que tradicionalmente hab¨ªan apoyado las posiciones m¨¢s liberales, se muestran ahora partidarios de aplicar pol¨ªticas keynesianas que significan un mayor gasto p¨²blico.
Tras este aparente acuerdo se ocultan dos decisiones que precisan cierta explicaci¨®n si queremos obtener lo mejor para la econom¨ªa espa?ola y la sociedad en su conjunto. Es cierto que cuando el consumo privado se deprime al tiempo que la inversi¨®n privada escasea, ante unas expectativas econ¨®micas nada halag¨¹e?as, lo que refuerza la contenci¨®n del consumo y la inversi¨®n privada, es indispensable que el incremento de la demanda efectiva se curse principalmente a trav¨¦s de la acci¨®n p¨²blica (incremento del gasto p¨²blico). Este aumento en el gasto p¨²blico conviene matizarlo: ?nos estamos refiriendo a gasto corriente o a inversi¨®n?, ?nos estamos refiriendo a obra p¨²blica o a otro tipo de inversi¨®n?
El gasto corriente que debe aumentar es el antic¨ªclico: el seguro de paro, en primer y destacado lugar
Invertir en obra p¨²blica no tiene gran impacto a medio plazo. La productividad y la competitividad var¨ªan poco
La primera disyuntiva, que ya se ha abordado en esos ¨²ltimos d¨ªas -si bien con insuficiente eco en los medios-, es la distinci¨®n, necesaria y muy importante, del impacto que puede tener en la econom¨ªa un incremento del gasto corriente p¨²blico respecto a la inversi¨®n p¨²blica. Lo que resulta evidente es que el esfuerzo p¨²blico que se va a realizar, por encima de los 4 o 5 puntos del PIB de d¨¦ficit p¨²blico, es una cantidad ingente que no es sostenible en el largo plazo.
Este dato nos lleva a una r¨¢pida conclusi¨®n: en el portafolio del incremento de gasto p¨²blico debe primar, de una manera clara, la inversi¨®n sobre el gasto corriente. El gasto corriente que debe aumentar es el antic¨ªclico: el seguro de paro, en primer y destacado lugar. Alternativamente, estar¨ªamos abocando a una situaci¨®n deficitaria el pa¨ªs, a una sobrepresencia de lo p¨²blico con respecto a lo privado, a un modelo de sociedad del que ya conocemos sus l¨ªmites, pues en los a?os sesenta y setenta no fueron pocos los pa¨ªses que siguieron este modelo (Suecia, Holanda, etc¨¦tera) con enormes dificultades para reorganizarse posteriormente.
Si aceptamos la necesidad de un sano equilibrio a favor de la inversi¨®n sobre el gasto corriente, la pregunta que surge acto seguido es: ?debe la inversi¨®n intensiva volcarse en obra p¨²blica o bien orientarse a otros sectores innovadores en el campo tecnol¨®gico, cient¨ªfico...? Es dif¨ªcil sustraerse al hecho de que la inversi¨®n en obra p¨²blica ha sido muy intensiva en mano de obra y que puede incidir m¨¢s directamente en aquellos colectivos que ahora est¨¢n afectados por la crisis.
Sin embargo, hay que se?alar que lo que hemos aprendido sobre los modelos de crecimiento de las econom¨ªas avanzadas permite afirmar que una vez est¨¢n resueltos "los cuellos de botella" que pueden existir en la econom¨ªa, generados por la carencia de infraestructuras f¨ªsicas (aeropuertos, autopistas, red ferroviaria, etc¨¦tera), la inversi¨®n en obra p¨²blica no tiene un notable impacto en el medio y largo plazo al no incidir en los niveles de productividad y en la competitividad del tejido empresarial, por lo que dif¨ªcilmente preparan al pa¨ªs para el futuro. Dicho de otro modo: escasamente genera puestos de trabajo duraderos y de calidad que en verdad mitiguen la lacra del paro de manera estructural.
Si se me permite un ejemplo extremo, pensemos en una autopista con tres carriles que ya absorbe el tr¨¢fico de manera eficaz y eficiente, incluso en los d¨ªas de mayor uso, tendr¨ªa poco sentido a?adirle un cuarto o incluso un quinto carril o el ampliar con m¨¢s pistas aeropuertos que ya est¨¦n sobredimensionados. China dedicar¨¢ este a?o trillones de yuanes a estimular su econom¨ªa: alrededor del 80% ser¨¢ gasto en infraestructuras p¨²blicas, reconstrucci¨®n "posterremotos", vivienda... ?Es ¨¦ste el modelo que tenemos que seguir?
En los modelos de crecimiento de las econom¨ªas avanzadas, una vez superados los cuellos de botella en infraestructuras (que los hay), la inversi¨®n en este ¨¢mbito no tiene el impacto econ¨®mico deseado. En econom¨ªas desarrolladas, los factores que estimulan la competitividad y el crecimiento estable y sostenible, en el medio y largo plazo, son la innovaci¨®n y una mayor sofisticaci¨®n en los procesos productivos. Ello requiere capacidad para incorporar los nuevos avances tecnol¨®gicos (lo que implica, por un lado, conocimiento y acceso a los mismos y, por otro, capacidad de aprender y usar adecuadamente dichos avances, lo que a su vez lleva a una importante necesidad de preparaci¨®n por parte del personal t¨¦cnico, ingenieros, directivos...). ?stos son factores m¨¢s soft que la obra p¨²blica, pero intensivos tambi¨¦n en personas (mano de obra) y que permiten apuntar hacia el futuro con m¨¢s garant¨ªas y optimismo. La decisi¨®n valiente, y no f¨¢cil, es optar por una inversi¨®n en infraestructuras tecnol¨®gicas y cient¨ªficas de calidad, en aumentar la inversi¨®n tecnol¨®gica, en desarrollar mejores universidades (con mayor est¨ªmulo a la formaci¨®n en ingenier¨ªas, mayor generaci¨®n de doctorados...). De esta manera, se dar¨ªan pasos importantes hacia un modelo de crecimiento que permitiera, de una manera sostenible, desarrollarnos en el futuro, m¨¢s all¨¢ de la crisis.
En el caso de Espa?a habr¨ªa que a?adir algunas reformas estructurales que ser¨ªan m¨¢s f¨¢ciles de abordar con apoyo econ¨®mico, como la mejora de la educaci¨®n primaria y secundaria.
Ciertamente, los economistas ortodoxos sostienen que se requiere un tipo de intervenci¨®n temporary, targeted and timed (temporal, focalizada y en su momento), y por ello tienden a preferir la obra p¨²blica. Pero desaprovechar la enorme cantidad de dinero p¨²blico que se va a poner en juego, no focaliz¨¢ndolo en aquellos factores que son cr¨ªticos para nuestro futuro, es dejar pasar una excepcional oportunidad, quiz¨¢ ¨²nica en m¨¢s de una d¨¦cada, y que el pa¨ªs no deber¨ªa desaprovechar. Por el contrario, hacerlo, invertir en los factores de crecimiento futuro, es prepararnos para estar en primera fila en la futura recuperaci¨®n.
Tomar esta decisi¨®n es m¨¢s acuciante si consideramos que no tendremos en muchos a?os la posibilidad de que el Estado pueda volver a invertir entre 5 y 10 puntos del PIB en nuestros factores clave de crecimiento econ¨®mico.
Las personas, los dirigentes que temen aventurarse en iniciativas como las expuestas, pueden considerar que, en un momento cr¨ªtico, a principios de la d¨¦cada de los noventa, un pa¨ªs como Finlandia, sumido en una enorme crisis, decidi¨® optar por invertir en una econom¨ªa basada en el conocimiento. Y ello a pesar de que para pol¨ªticos, sindicatos e incluso para empresarios era m¨¢s f¨¢cil la tradicional opci¨®n por la obra p¨²blica.
Los r¨¦ditos de aquella decisi¨®n se han visto a lo largo de los a?os noventa y principios de esta d¨¦cada, y aun hoy est¨¢n presentes a pesar de los problemas actuales: Finlandia sigue siendo un referente como pa¨ªs que, con pocos recursos, est¨¢ ofreciendo a sus ciudadanos una calidad de vida humana y socioecon¨®mica que muchos desear¨ªan para sus conciudadanos. Su progreso no les salva de la actual crisis; pero cuentan con m¨¢s instrumentos para luchar contra ella y su tasa de paro es notablemente inferior a la nuestra.
Incluso para aprovechar oportunidades hace falta coraje. Ojal¨¢ que esta vez no nos falte.
Carlos Losada es director general de ESADE.
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