Devu¨¦lveme el arte de mi pa¨ªs
La mayor parte del patrimonio mundial est¨¢ en manos de colecciones p¨²blicas o privadas occidentales, pero crecen las reclamaciones
S¨®lo medio centenar del millar de delicados bronces de Benin, datados entre los siglos XIII y XVI, pueden verse en Nigeria. El resto est¨¢ repartido entre museos alemanes, brit¨¢nicos y estadounidenses. De hecho, el 95% del patrimonio cultural africano est¨¢ fuera del continente. Fue robado, expoliado o, algunas veces, comprado, por las potencias coloniales. Gran parte de los tesoros art¨ªsticos o etnol¨®gicos de pa¨ªses en desarrollo, o incluso de potencias actuales como China o India, est¨¢n en los grandes museos europeos o estadounidenses. Para ellos es un orgullo (y un negocio), pero para muchos de los pa¨ªses de origen de estas piezas es una humillaci¨®n, y una merma en sus potenciales ingresos por el creciente turismo cultural. Las reclamaciones no han dejado de crecer en los ¨²ltimos a?os. Pero, ?de qui¨¦n es el patrimonio? ?Del pa¨ªs de origen? ?Del pa¨ªs que las conserva y las ha valorado durante a?os?
Empresas francesas estudian regalar a China dos bronces que reclama
El 95% del patrimonio africano est¨¢ fuera del continente
Son legi¨®n los libros sobre este espinoso tema lleno de matices y pasiones encontradas. Pero, antes que nada, hay que distinguir entre el robo y el tr¨¢fico il¨ªcito de obras de arte, por un lado, y por otro las demandas de devoluci¨®n de piezas relevantes para la historia o la identidad de un pa¨ªs que son fruto del bot¨ªn de guerra, el saqueo colonial o las compras dudosas realizadas a lo largo de los siglos.
A este segundo grupo pertenecen los bronces de Benin, que fueron incautadas en 1897 por los brit¨¢nicos en una expedici¨®n punitiva que destruy¨® el palacio real del entonces reino de Benin. Y tambi¨¦n a este grupo pertenecen las dos cabezas de bronce que representaban animales del zodiaco que salieron a subasta el pasado 25 de febrero en la casa Christie's de Par¨ªs ante la indignaci¨®n de las autoridades chinas, que intentaron infructuosamente que los tribunales franceses prohibieran la venta. Los dos bronces proced¨ªan del saqueo del Palacio de Verano de Pek¨ªn realizado en 1860 por un ej¨¦rcito franco-brit¨¢nico durante la Guerra del Opio.
Isabel Cervera, profesora en la Universidad Aut¨®noma de Madrid, coincide con otros expertos en arte chino en que el inter¨¦s art¨ªstico de estos dos bronces, datados en el siglo XVIII, "es relativo". "La reclamaci¨®n es pol¨ªtica", afirma. "Son el s¨ªmbolo de una humillaci¨®n y se trata de lavar la afrenta que les infringieron las potencias extranjeras. Su inter¨¦s radica en su procedencia. Y esto ha sido as¨ª tambi¨¦n para el coleccionista. En este caso, el valor de la pieza es su historia".
La subasta se hizo y los bronces se adjudicaron por 15,7 millones de euros a un coleccionista de Hong Kong, Cai Mingchao, que dos d¨ªas m¨¢s tarde se dio a conocer afirmando que se negaba a pagarlos por "patriotismo". La rocambolesca historia a¨²n no ha terminado. La ¨²ltima noticia salt¨® esta semana cuando el presidente de la Asociaci¨®n para la Protecci¨®n del Arte Chino en Europa, Bernard G¨®mez, asegur¨® en Pek¨ªn que se estaba negociando la posibilidad de que empresarios franceses compraran los bronces para regalarlos despu¨¦s a China. Seguramente Francia no puede permitirse que un conflicto como ¨¦ste se interponga en sus relaciones con la gran potencia asi¨¢tica y se esperan nuevos movimientos. Veremos qu¨¦ pasa.
Otras reclamaciones hist¨®ricas bien conocidas est¨¢n mucho m¨¢s lejos de resolverse. Algunas tienen un valor simb¨®lico, como el penacho de Moctezuma que reclaman los mexicanos y que est¨¢ en el Museo Etnol¨®gico de Viena, y en otras su valor art¨ªstico es incuestionable, como la famos¨ªsima de los m¨¢rmoles de Elgin. Cuando el pr¨®ximo 20 de junio se inaugure el nuevo Museo de la Acr¨®polis, en Atenas, una de sus salas tendr¨¢ un gran espacio vac¨ªo reservado para estos famosos fragmentos del friso del Parten¨®n que se encuentran en el Museo Brit¨¢nico de Londres y que Grecia reclama desde hace d¨¦cadas. Se los llev¨® entre 1801 y 1805 Thomas Bruce, conde de Elgin (curiosamente su hijo fue quien orden¨® el saqueo del palacio de verano de Pek¨ªn), que aprovech¨® su cargo como embajador brit¨¢nico ante el Imperio Otomano, potencia que ocupaba entonces Grecia, para conseguir los permisos para comprar y arrancar las esculturas.
Hist¨®rico tambi¨¦n es el caso de bell¨ªsimo busto de Nefertiti que conserva el Museo Egipcio de Berl¨ªn y que, ahora ha quedado completamente probado, fue vilmente escamoteado por los arque¨®logos alemanes en las excanaciones de Tell el Amarna al enga?ar en el reparto entonces legal. El jefe de la arqueolog¨ªa egipcia, Zahi Hawas, insiste infructuosamente en esta restituci¨®n, pero mientras tanto cosecha numerosos ¨¦xitos en la reclamaci¨®n de piezas extra¨ªdas ilegalmente del pa¨ªs que localiza en colecciones y museos de todo el mundo y que consigue repatriar para envidia de muchos pa¨ªses africanos.
Pero no es lo mismo conseguir la devoluci¨®n de una obra robada o exportada ilegalmente en los ¨²ltimos a?os que conseguir el retorno de obras que salieron, muchas veces legalmente seg¨²n las reglas de la ¨¦poca, hace m¨¢s de un siglo de una zona que entonces ni siquiera era un pa¨ªs reconocido.
"Las demandas de restituci¨®n han existido siempre, especialmente desde la descolonizaci¨®n, pero ahora parece que han aumentado porque el impacto medi¨¢tico es mayor", explica Luis Monreal, uno de los grandes expertos mundiales en patrimonio que actualmente dirige la agencia de Cultura de la Fundaci¨®n Aga Khan. "El problema es que si no se demuestra que ha habido un tr¨¢fico il¨ªcito en ¨¦poca reciente no tienen base legal. Por eso la Unesco se basa en el derecho moral y ¨¦tico de los pueblos a tener su patrimonio".
Con este problema toparon las autoridades chinas. Las legislaciones nacionales difieren mucho de un pa¨ªs a otro y las convenciones internacionales al respecto son relativamente recientes. La de La Haya para proteger los Bienes Culturales en caso de Conflicto Armado es de 1954 (y por otra parte no ha sido, a la vista est¨¢, muy ¨²til en los recientes conflictos de Bosnia, Afganist¨¢n o Irak) y la de la Unesco sobre las medidas para prohibir e impedir el tr¨¢fico de propiedades il¨ªcitas es de 1970, fecha que en general marca la frontera entre lo que se puede y no se puede reclamar.
"Lo que es nuevo ahora es que se producen m¨¢s demandas de restituci¨®n basadas en presiones pol¨ªticas", a?ade Monreal, que considera que el ¨²nico asidero legal que pod¨ªan tener las autoridades chinas eran las normas que favorecen el reagrupamiento de conjuntos dispersos. "Es el caso del Parten¨®n y podr¨ªa ser el de los chinos. De todas maneras, los casos de estas vedettes del patrimono s¨®lo se resolver¨¢n por la v¨ªa pol¨ªtica, si alg¨²n d¨ªa se resuelven".
S¨ª que ha habido casos de restituciones exitosas. Est¨¢ el del obelisco de Aksum, que devolvi¨® Italia a Etiop¨ªa en 2005 despu¨¦s de que le fuera arrebatado en 1937 por las tropas fascistas italianas. O la restituci¨®n que realiz¨® la Universidad de Yale (Estados Unidos) a Per¨² de unas 350 piezas arqueol¨®gicas de Machu Picchu -llevadas en 1911 por el personaje en que se inspir¨® Indiana Jones, Hiram Bingham- en 2007, a¨²n pendiente de nuevas entregas. M¨¢s simb¨®lica fue la entrega a Grecia por parte de una universidad alemana de un peque?o fragmento del Parten¨®n o la de una coleccionista sueca en 2006 de un fragmento del templo del Erecteion, en la misma Acr¨®polis. Este ¨²ltimo caso es interesante porque implica al coleccionismo privado, el tal¨®n de Aquiles de las restituciones, que hasta ahora han afectado principalmente a los museos p¨²blicos o a grandes instituciones privadas estadounidenses. "En el caso de las obras en manos de propietarios privados, si el Estado quiere hacer el gesto de devoluci¨®n tendr¨¢ que recompensar al propietario", explica Monreal, que no cree que las reclamaciones pol¨ªticas acaben afectando mucho a los particulares.
Con todo, no est¨¢ claro si el original sistema del coleccionista chino de obstaculizar la subasta de Christie's fue un golpe de efecto que puede tener consecuencias en el mercado. Para Eduard Planche, especialista en tr¨¢fico il¨ªcito de la Unesco, "el boicot de ventas de objetos robados o exportados ilegalmente es seguramente una de las v¨ªas para debilitar el tr¨¢fico il¨ªcito", si bien reconoce que en el caso de los bronces chinos la posici¨®n del organismo internacional, que no tiene capacidad sancionadora, ha sido cautelosa. En su comunicado oficial se reconoc¨ªa que sus normas no tienen car¨¢cter retroactivo y s¨®lo quedaba incentivar el retorno a trav¨¦s del Comit¨¦ Intergubernamental para la Promoci¨®n del Retorno de Bienes Culturales a los Pa¨ªses de Origen, que ha realizado muchos informes y congresos pero ha conseguido escasos retornos.
"En general no hay miedo entre los coleccionistas privados porque esto afecta a un n¨²mero de piezas muy reducido" indica el marchante de arte Edmund Peel, quien resalta que la repercusi¨®n medi¨¢tica que han tenido las demandas de obras de arte confiscadas por los nazis, cuya restituci¨®n se basa en el delito de genocidio que no prescribe, han podido crear un clima social m¨¢s favorable a las restituciones. "Hay sectores espec¨ªficos del mercado que son complicados porque hay problemas con la historia de procedencia, y esto los profesionales lo sabemos. O andas con mucho cuidado o te abstienes".
La arqueolog¨ªa, reconoce, es uno de los ¨¢mbitos m¨¢s complicados "porque la mayor parte de lo que hay en el mercado tiene un origen dudoso". De la misma opini¨®n es el anticuario Artur Ramon, que asegura que es muy dif¨ªcil comprobar si las obras arqueol¨®gicas han sido expoliadas o no porque "hay mafias muy raras en este campo que falsifican los documentos y est¨¢n muy organizadas". Y es que el expolio arqueol¨®gico y el tr¨¢fico ilegal de antig¨¹edades es una de las plagas que asolan el patrimonio cultural de todos los pa¨ªses. Algo se ha avanzado con un notable incremento legislativo tanto a nivel nacional como internacional, una mayor acci¨®n policial y un refuerzo de la deontolog¨ªa por parte de los profesionales de los museos. Y ha habido algunos casos sonados que han tenido un efecto ejemplar. La ex responsable de antig¨¹edades del Museo J. Paul Getty de Los ?ngeles, Marion True, ha tenido que comparecer ante los tribunales de Roma acusada de comprar piezas procedentes de excavaciones ilegales. Y en 2008, el Metropolitan Museum de Nueva York tuvo que devolver a Italia una de sus joyas, una cr¨¢tera del pintor griego Eufronio, una vez se demostr¨® que hab¨ªa sido sacada del pa¨ªs de forma ilegal.
Su entonces director, Philippe de Montebello, defiende que, en cualquier caso, no pueden aplicarse las leyes actuales de forma retrospectiva. Son legi¨®n los expertos, casi siempre anglosajones, que afirman que esto supondr¨ªa vaciar estos museos "universales" y negar a millones de personas de todo el mundo el acceso a estas piezas que, aseguran, de no haber salido de sus pa¨ªses habr¨ªan sido destruidas. "Basta recordar lo que pas¨® con los budas de Bamiy¨¢n", apunta Artur Ramon, y Monreal, partidario de favorecer el retorno, reconoce que ha habido casos fallidos de obras devueltas que han acabado en el mercado negro. "No se puede resolver este problema", afirma, "si no se acompa?a de ayuda t¨¦cnica a estos pa¨ªses de origen para que puedan conservar su patrimonio".
Y en Espa?a, ?qu¨¦?
Xanad¨². El nombre de la mansi¨®n de Ciudadano Kane, la m¨ªtica pel¨ªcula de Orson Welles, viene a la mente cuando uno piensa en el expolio del arte espa?ol. No porque William Randolph Hearst, el magnate en el que se inspir¨® el filme, fuera en s¨ª mismo un expoliador, aunque, por lo que se sabe, s¨ª pagaba algo por las obras de procedencia dispar, y se llev¨® much¨ªsimas. La imagen viene porque los planos del filme en el que aparecen las inmensas galer¨ªas de su mansi¨®n llenas de esculturas, pinturas, objetos y sobre todo monasterios, claustros y porticadas trasladadas, piedra a piedra, desde Europa dan cuenta del calibre del trasvase del arte europeo a las grandes colecciones americanas en el periodo de entreguerras, que fue cuando se formaron la mayor¨ªa de estos grandes museos, como el famoso Cloisters de Nueva York.
El estudioso Francisco Fern¨¢ndez Pardo, autor de la monumental Dispersi¨®n y destrucci¨®n del patrimonio art¨ªstico espa?ol, que cuenta con cinco tomos, considera que gran parte de estas piezas habr¨ªan salido ilegalmente de Espa?a sin que las autoridades del momento hicieran mucho por evitarlo o por impedir su venta. "Se sab¨ªa que las obras sal¨ªan a la venta porque se publicaban en cat¨¢logos o incluso, dada la fama de algunos de sus compradores, en la prensa, pero no se hizo nada por evitarlo". "El brazo de la ley en Espa?a siempre fue ineficaz ante estas reclamaciones", se?ala Fern¨¢ndez de Pardo.
Para el estudioso, la Guerra de la Independencia, "en la que los pretores napole¨®nicos se cobraron su bot¨ªn de guerra en Espa?a en forma de cientos de pinturas de nuestros mejores maestros" es uno de los grandes momentos de saqueo por motivos b¨¦licos, seguido de las estratagemas de lord Wellington para hacerse en 1814 con el cargamento de obras de arte que Jos¨¦ I habr¨ªa perdido en la batalla de Vitoria. Entre estas piezas, que Bonaparte intentaba sacar de Espa?a y que finalmente Fernando VII "regal¨®" a Wellington figuraba, por ejemplo, El aguador de Sevilla de Vel¨¢zquez.
La destrucci¨®n del patrimonio debido a las guerras fue enorme, pero tambi¨¦n hubo un expolio m¨¢s sutil realizado no s¨®lo por los extranjeros sino tambi¨¦n por espa?oles ¡ªdesde arist¨®cratas a peque?os p¨¢rrocos¡ª que contribuyeron a la venta ilegal o no autorizada de muchas de estas obras hist¨®ricas que despu¨¦s han engrosado las colecciones de muchos de los grandes museos occidentales.
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