El ¨²ltimo 'quej¨ªo' de Chano Lobato
Muere a los 82 a?os el gran cantaor - Representante postrero de la escuela de C¨¢diz, ser¨¢ recordado por su genio en el cante y como contador de historias
A Chano Lobato, en sus ¨²ltimas actuaciones en C¨¢diz, era com¨²n recibirlo con una salva atronadora de aplausos que se prolongaban durante minutos. Eso era nada m¨¢s aparecer en escena, antes de que se sentara siquiera. Luego, durante su actuaci¨®n, el artista era seguido con veneraci¨®n tanto en sus cantes como en las historias hiperb¨®licas con las que los aderezaba. Un comportamiento as¨ª, adem¨¢s del reconocimiento a una vida y a un magisterio, viene a mostrar la singular identificaci¨®n de la ciudad con su artista. El cantaor era pura expresi¨®n de lo gaditano, de ah¨ª que, en el d¨ªa de su fallecimiento, un hondo pesar ha recorrido no s¨®lo los ambientes flamencos, sino a la ciudad entera, que estar¨¢ de luto oficial, decretado por su Ayuntamiento, el d¨ªa en que ser¨¢n incinerados sus restos en Sevilla. Igualmente, la bandera de la Diputaci¨®n Provincial figura desde el d¨ªa de ayer a media asta.
"Es una br¨²jula hacia un mundo que ya no existe", dice uno de sus bi¨®grafos
Su garganta se remontaba a Las Mirris o a La Butr¨®n
De luto est¨¢ tambi¨¦n Mariana Cornejo, otra genuina representante de los cantes y el arte de C¨¢diz. Confiesa estar "la mar de mala" desde que se enter¨®, "con un dolor en la boca del est¨®mago". Para la cantaora, Chano era "el espejo" en que se miraba. "Porque, con ese aire y comp¨¢s que ten¨ªa, era el n¨²mero uno al hacer las cosas de aqu¨ª. Todo el mundo se tiene que fijar en ¨¦l", afirma. Igual de mal tambi¨¦n se reconoce Carmen de la Jara, quien, ayer por la tarde, hac¨ªa los preparativos para viajar con Cornejo para acompa?ar a la familia del artista en estos duros momentos. "Son muchas las vivencias que hemos compartido juntos y aunque se supiera de su enfermedad la pena no se puede superar".
En 2003, los periodistas Juan Jos¨¦ T¨¦llez y Juan Manuel Marqu¨¦s escribieron las memorias de Chano Lobato, un documento que refleja no s¨®lo su trayectoria sino su peculiar genio al contar un sinf¨ªn de historias. El primero de estos autores declaraba, tras visitar el tanatorio sevillano, que el cante de Chano "en los ¨²ltimos a?os se hab¨ªa convertido en la Piedra de Rosetta de los cantes de C¨¢diz. Ese legado", contin¨²a, "permanece y es una br¨²jula que nos lleva hacia un mundo que ya no existe, el del quej¨ªo alentado por el hambre y el esp¨ªritu de la posguerra. Porque el cantaor no es s¨®lo hijo de C¨¢diz, lo es tambi¨¦n de su tiempo". "Es curioso", concluye, "Chano naci¨® poco antes de la crisis de 1929 y se muere con la crisis de 2009, y eso es bastante simb¨®lico para ¨¦l y para el flamenco".
Hijo Predilecto de la Provincia de C¨¢diz, Chano Lobato nunca perdi¨® el contacto con su ciudad a pesar de abandonarla, por primera vez, cuando a¨²n no hab¨ªa cumplido los 20 a?os. Ni su vida de viajes por el mundo acompa?ando a las principales compa?¨ªas de baile -m¨¢s de 20 a?os estuvo con Antonio Ruiz, El Bailar¨ªn- ni su residencia sevillana le hicieron perder la idiosincrasia adquirida en sus a?os en el barrio de Santa Mar¨ªa, donde naci¨®. C¨¢diz viajaba con ¨¦l a trav¨¦s de sus cantes y de su palabra. En los primeros, su garganta se remontaba a Las Mirris o a La Butr¨®n, porque ¨¦l era poseedor de todo el patrimonio cantaor de la ciudad. En sus cantes, tambi¨¦n se colaban las coplas del Carnaval y los aires americanos en forma de guajira. Y, dominador supremo del comp¨¢s, capaz era de someter a su tiempo riguroso cualquier copla de su gusto, como los tangos argentinos -Volver siempre remitir¨¢ a ¨¦l-. Su palabra era heredera de una filosof¨ªa de vida que entronca con el genio gaditano de los Ezpeleta, Cojo Peroche, El Beni y Peric¨®n, a los que siempre llev¨® por el mundo. En el escenario, a Chano, casi tanto como cantar, le gustaba contar las historias de esos gaditanos cuyos famosos embustes ¨¦l amplificaba hasta hacernos desternillar de risa.
Chano siempre volv¨ªa a C¨¢diz, donde era recibido como uno m¨¢s, como el vecino que se cri¨® en sus calles y tuvo que emigrar para buscar un pan que faltaba. En 2006, antes de la inauguraci¨®n, por la reina Sof¨ªa, del Centro Flamenco de La Merced en su barrio de Santa Mar¨ªa, sufri¨® una indisposici¨®n que le mantuvo semanas en el hospital. Pero volvi¨® y cant¨® en el mismo escenario en una de sus ¨²ltimas visitas a la ciudad. El calor con que le recibi¨® en aquella jornada probablemente se repita en unos d¨ªas, cuando sus paisanos le acojan por ¨²ltima vez para hacer realidad uno de los deseos del cantaor, que sus cenizas reposen en la tierra que lo vio nacer. Un poco m¨¢s habr¨¢ que esperar para ver el busto que se erigir¨¢ en su memoria, que a¨²n se encuentra en fundici¨®n, quiz¨¢s porque nadie en C¨¢diz esperaba ni deseaba su muerte.
Babelia
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