?Qu¨¦ hay de lo m¨ªo?
Lo ¨²nico positivo de las recientes y ya remotas elecciones auton¨®micas, desde el punto de vista ¨¦tico, fueron las reacciones de la noche del 1-M. El discurso de la victoria de Feij¨®o gust¨® incluso a los derrotados. Touri?o asumi¨® su responsabilidad y anunci¨® su retirada como un caballero. Quintana no le ech¨® la culpa de la derrota a nadie ajeno. Restablecido el orden natural y galaico de la cosa de mandar, prevalecer¨ªa la intenci¨®n de los ganadores de hacer una gesti¨®n buena y para todos, mientras los perdedores se juramentaban para construir una oposici¨®n firme y responsable.
Evidentemente, no fue as¨ª. Apenas se hab¨ªa enfriado el sudor de la victoria y Feij¨®o ya estaba en vena, exigiendo el traspaso de poderes y advirtiendo que no le tocaran nada hasta que ¨¦l llegase. Quiz¨¢s ven¨ªa embalado de la campa?a y se pas¨® de frenada, o quiz¨¢s se ve obligado a mantener ese impulso medi¨¢tico berluscosarkozyano que algunos le atribuyen, esa variante pol¨ªtica del s¨ªndrome de la bicicleta (si te paras, te caes). El caso es que resucit¨® la pol¨¦mica. Touri?o dio las explicaciones sobre coches y sillas que en campa?a hab¨ªa considerado oportuno no dar, y en el PSdeG recordaron c¨®mo se hab¨ªa manejado el Gobierno que vicepresid¨ªa Feij¨®o en la misma circunstancia (120 millones en adjudicaciones y una contrata a una empresa representada por una hermana del vicepresidente). El l¨ªder del PP y presidente m¨¢s que probable reaccion¨® como reaccionan -mal- los pol¨ªticos que tienen el bolet¨ªn oficial por el mango: esgrimiendo la posibilidad de una ley ad hoc. Es decir, implantar la urbanidad democr¨¢tica por decreto.
Los malos modos de los presidentes entrante y saliente han contagiado a algunos conselleiros
Los malos modos no se circunscribieron a los presidentes saliente y entrante. Conselleiros en funciones que lograron mal que bien mantener las formas durante cuatro a?os, aprovechaban para dar mandobles a los compa?eros de Gobierno de los que hablaban maravillas poco antes. Con todos estos precedentes, es de temer que las posibilidades de que prosperen el consenso y la armon¨ªa que invoc¨® en la inauguraci¨®n del Parlamento su presidenta, Pilar Rojo, sean tan escasas como su propio sentido del humor al explicar innecesariamente y por escrito que su menci¨®n a Os pinos como "himno nacional" hab¨ªa sido un error. M¨¢s que el advenimiento de una nueva era, se prev¨¦ m¨¢s de lo mismo.
Mientras hace mentalmente flexiones para calmar los nervios y dise?ar su futuro gobierno, Alberto N¨²?ez Feij¨®o, de momento, no ha anunciado mucho m¨¢s que lo sabido: derogar¨¢ el decreto del gallego, analizar¨¢ lo del e¨®lico y cambiar¨¢ de coche. S¨ª ha tenido tics fraguianos como reivindicar con una fiesta su pertenencia a Os Peares, antes tan difusa como la relaci¨®n de Elena Salgado con Ourense, y consolar a todo interlocutor que le aparece con un problema. La ¨²ltima vez, en la Feira do Vi?o de Amandi, donde prometi¨® una ley, tambi¨¦n espec¨ªfica y en este caso para el vino, "que conjugue su condici¨®n de bebida alcoh¨®lica con el hecho de que sea un elemento saludable cuando se consume con responsabilidad", noble prop¨®sito de dif¨ªcil plasmaci¨®n en el DOG, con su articulado correspondiente.
Lo m¨¢s interesante es su propuesta de adelgazar la Administraci¨®n y de gestionarla para todos bajo los criterios de austeridad y eficacia. Lo ser¨ªa m¨¢s si no fuese un lugar com¨²n (nadie hasta ahora se ha propuesto p¨²blicamente ser un derrochador ineficiente, como nadie ha anunciado que har¨¢ una oposici¨®n laxa e irresponsable) y sobre todo, si en la mayor¨ªa de las instituciones, empezando por las locales, y entre los merodeadores de la pol¨ªtica, no reinara algo parecido a los cargo cults, los mitos del mercante que se generaron en Ocean¨ªa durante la Segunda Guerra Mundial. Como describi¨® Mircea Eliade en Mito y realidad, al observar los ind¨ªgenas que del mar o del cielo llegaban grandes barcos o aviones con abundancia de cosas, surgieron los ritos destinados a atraer esos valiosos productos. Los abor¨ªgenes esperaban la llegada de una era fabulosa de abundancia, pues los antepasados volver¨ªan en magn¨ªficos nav¨ªos cargados de mercanc¨ªas.
Aqu¨ª el cargo cult se llama "?qu¨¦ hay de lo m¨ªo?" y va a ser dif¨ªcil erradicarlo, caso de que se pretenda.
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