La Generala y el oso bipolar
Cuando un artista quema su obra por algo ser¨¢. Ch¨¦jov lo hizo con su primera comedia, que entonces se llamaba Sin patrimonio y rozaba las seis horas de duraci¨®n. En 1923, casi veinte a?os despu¨¦s de su muerte, su hermano Mija¨ªl encuentra una copia en su casa y la publica con el t¨ªtulo de Plat¨®nov. En 1956, Jean Vilar estrena una versi¨®n abreviada (Ce fou de Platonov) en el TNP, con Georges Wilson. En 1960, Rex Harrison presenta otra en el Royal Court. Entre las adaptaciones m¨¢s destacadas figuran la de Michael Frayn en el NT (Wild Honey, 1984: se vio en catal¨¢n en el Romea, Mel salvatge, dos a?os despu¨¦s), Trevor Griffiths (Piano, 1990, en el Cottesloe, con Stephen Rea) y David Hare, para la temporada 2001 del Almeida en King's Cross. Plat¨®nov es un lienzo desequilibrado por sobredosis de tramas y golpes de efecto que pretende aunar un retrato de grupo y la radiograf¨ªa de un falso Don Juan (vac¨ªo, inerte) en una singular mixtura de comedia, melodrama y vodevil. O sea, un ambicioso pero considerable embolado para Gerardo Vera, que la ha presentado en el Mar¨ªa Guerrero, coproducida por el Festival Ch¨¦jov de Mosc¨² y con esforzada versi¨®n de Juan Mayorga: pese a la poda, compresi¨®n y remontaje de escenas, el espect¨¢culo se pone en tres horas. Y pesan.
Un material tan desestructurado como el de Plat¨®nov se prestaba a una puesta m¨¢s profunda, m¨¢s loca
Su protagonista, entre el "hombre superfluo" de Turgu¨¦nev y el "h¨¦roe de nuestro tiempo" de Lermontov, es un maestro de escuela ego¨ªsta y ap¨¢tico cuyo presunto norte es la verdad, lo que le lleva a despreciar a todo el mundo y, sobre todo, a despreciarse a s¨ª mismo. En gran medida, Plat¨®nov (Pere Arquillu¨¦) es una construcci¨®n de los otros: las mujeres no le quieren por lo que es sino por lo que apenas fue, por lo que podr¨ªa haber sido, por lo que anhelan creer que ser¨¢. Del mismo modo, concentra y proyecta reflejos ajenos. El doctor Trileski (Gonzalo Cunill), en su mezcla de rabia y bonhom¨ªa, podr¨ªa ser su lado soleado, y el bandido Osip (Roberto San Mart¨ªn) su lado salvaje; Isaac Venguerovich (Ra¨²l Fern¨¢ndez) altivo, intolerante, ser¨ªa un Plat¨®nov pasado, y el joven Glagoliev (Toni Agust¨ª), c¨ªnico y canalla, un Plat¨®nov futuro. Pere Arquillu¨¦ sirve el antih¨¦roe chejoviano un tanto ¨¤ la Depardieu: descalzo, melena enmara?ada, tripa al aire, gesto y andares de oso aturdido por abejas alcoh¨®licas. Un oso bipolar, que alterna los zarpazos furiosos con la b¨²squeda de una madriguera imposible donde dormir en paz. Arquillu¨¦ rebosa verdad y presencia esc¨¦nica pero es v¨ªctima de la escasa variaci¨®n del personaje: pelmazo achulado durante hora y media, gusano rampante y lloroso durante el resto. Quien se lleva la funci¨®n es M¨®nica L¨®pez, deslumbrante (en todos los sentidos) encarnaci¨®n de Ana Petrovna, la Generala, una de las grandes criaturas femeninas de Ch¨¦jov. Una mujer hermosa y libre, l¨²cida, valiente, ferozmente antirrom¨¢ntica, que, a diferencia de Plat¨®nov, desea y act¨²a: rechaza el matrimonio con el viejo Glagoliev, que salvar¨ªa su hacienda, porque quiere a ese loco perdido e inaguantable, y lo quiere ya. ?stas son algunas de sus frases en la fenomenal escena de seducci¨®n en el bosque: "Usted sabe que le amo y yo s¨¦ que me ama: ha llegado la hora de poner fin a esta absurda espera. Puede beberme, comerme, romperme. Y si hay que pecar, pequemos: no lo sabr¨¢ m¨¢s que Dios". ?Ah, esta dama siente y habla como un cruce entre Duras y H¨¦ctor Lavoe! ?M¨¢s personajes interesantes y bien interpretados? Sacha. La pobre Sacha. La que m¨¢s pierde. La fea de todas las fiestas, la que Plat¨®nov eligi¨® por esposa. Hay que o¨ªr a Carmen Machi dici¨¦ndole a Osip: "?C¨®mo podr¨ªa no amarle, si es mi marido?". Esa escena desgarradora, en la que Sacha desgrana las supuestas virtudes de su hombre, es el gran momento de Carmen Machi. Casi el ¨²nico, porque Ch¨¦jov no le da mucha m¨¢s tela. Osip, ladr¨®n de caballos y orgulloso asesino a sueldo que en el momento de la verdad rechaza su paga, es otro notable trabajo del actor cubano Roberto San Mart¨ªn, tras su "revelaci¨®n" (para m¨ª) esta misma temporada en el Lara, con En la cama. Impecables, para variar, Gonzalo Cunill como el sinuoso Trileski y Jordi Dauder como Glagoliev, el oto?al sacudido por una pasi¨®n tard¨ªa; contenida y con luz Mar¨ªa Pastor en el breve y antip¨¢tico papel de Maria Grekova. Elisabet Gelabert, vigorosa Mari-Gaila en Divinas palabras, es una Sof¨ªa sorprendentemente externa, y en esa l¨ªnea se mueve tambi¨¦n David Luque como Voisintsev, el amigo del alma de Plat¨®nov. El resto del reparto oscila entre la sobreactuaci¨®n -a Paco Obreg¨®n (Pavel) y Jes¨²s Berenguer (Petrin) les han marcado una l¨ªnea de fools desmesurados, repetitivos- y la opacidad: falta intensidad y sobran clich¨¦s y resoluciones de teatro antiguo. Tampoco me convence la sosa escenograf¨ªa de Glaenzel y Cristi¨¢ (cosa rara en ellos), aunque funcionan las atmosf¨¦ricas proyecciones de ?lvaro Luna y la iluminaci¨®n del maestro G¨®mez Cornejo (por cierto: en la cr¨ªtica del Hamlet de Pandur olvid¨¦ aplaudir su espl¨¦ndido trabajo). Gerardo Vera resuelve con fluidez la endiablada coreograf¨ªa de la primera parte, esa zarabanda de veinte personajes que entran, salen, beben, hablan, se insultan y se abrazan, se buscan y se esquivan entre la mansi¨®n y el bosque, pero el resto de la obra se le va por los lados. La segunda parte viene da?ada de f¨¢brica y tiene mal arreglo. Las v¨ªctimas de Plat¨®nov se personan en su casa para cantarle la ca?a: sale una y entra otro, y otro, y otra. Si lo dejas tal cual es una tabarra de cuidado; si lo cortas, como es el caso, se convierte en una pesadez sincopada, algo as¨ª como contemplar un desfile de visitas (?el siguiente!) en la consulta de la Seguridad Social. En el ¨²ltimo acto, el nihilista cuitado sigue desgranando su rosario de quejas y arrepentimientos mientras todo salta por los aires a su alrededor y se agolpan los giros melodram¨¢ticos en una cascada que roza la parodia. Siempre pido fidelidad a los textos, pero un material tan desestructurado como el de Plat¨®nov se prestaba a una reinvenci¨®n formal y una puesta m¨¢s imaginativa, m¨¢s profunda, m¨¢s loca.
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