La Rep¨²blica y la etnia
El censo que propone Sarkozy es ajeno al modelo de ciudadan¨ªa del sistema franc¨¦s
La decisi¨®n de elaborar un censo ¨¦tnico adoptada por el presidente Sarkozy ha desencadenado una intensa pol¨¦mica en Francia, de inmediato extendida a otros pa¨ªses europeos. Francia representa el modelo republicano para gestionar las diferencias de origen, credo o raza, opuesto al anglosaj¨®n. Donde ¨¦ste establec¨ªa pol¨ªticas dirigidas expresamente a minimizar el efecto de las diferencias entre los individuos y, por tanto, precisaba de un reconocimiento legal previo de su existencia, el modelo republicano optaba por reforzar categor¨ªas abstractas que, como la de ciudadan¨ªa, buscaban, precisamente, convertir en irrelevantes las disparidades de origen, credo o raza. Con el censo ¨¦tnico promovido desde el Estado, el modelo republicano franc¨¦s adopta un instrumento propio del anglosaj¨®n.
No son las intenciones del Gobierno franc¨¦s lo que merece discusi¨®n, puesto que no cabe duda de que busca combatir la exclusi¨®n y la xenofobia como dos caras de una misma moneda, sino la compatibilidad del instrumento que ha escogido con el modelo republicano. Los partidarios del censo alegan que es una herramienta imprescindible para conocer una realidad en la que la diversidad ¨¦tnica de los individuos -sea lo que sea, por lo dem¨¢s, una etnia-, est¨¢ asociada a las disparidades de renta o a las dificultades para acceder al empleo. El modelo republicano no niega que esto sea as¨ª, pero entend¨ªa que las instituciones deb¨ªan combatir estos problemas a trav¨¦s de pol¨ªticas sociales y leyes contra la discriminaci¨®n, no mediante iniciativas que, por colocar en primer plano las diferencias de origen, raza o credo, acaban por fuerza aproxim¨¢ndose a una ingenier¨ªa social orientada a disolver las minor¨ªas en la mayor¨ªa, tambi¨¦n ¨¦sta obligada a definirse en t¨¦rminos ¨¦tnicos.
El Gobierno franc¨¦s ha anunciado que el censo ¨¦tnico se realizar¨¢ a trav¨¦s de encuestas de car¨¢cter voluntario. En realidad, no podr¨ªa llevar a cabo esta iniciativa mediante ning¨²n otro mecanismo, puesto que chocar¨ªa de inmediato con el mandato republicano de la igualdad ante la ley. Pero, por esta misma raz¨®n, el Gobierno franc¨¦s tambi¨¦n tendr¨¢ dificultades para elaborar pol¨ªticas de calado que tomen como punto de partida el resultado de las encuestas. Una vez m¨¢s, los partidarios del censo ¨¦tnico han se?alado que es preferible que el Estado conozca la realidad a que no la conozca. Pero el problema, entonces, tiene que ver con la relaci¨®n entre costes y beneficios. El beneficio consistir¨ªa en que el Estado obtendr¨ªa una informaci¨®n sobre la que no puede operar. El coste, en cambio, ser¨ªa el de haber creado un instrumento que en el mejor de los casos es inutilizable y, en el peor, puede servir a la causa de la discriminaci¨®n. Adem¨¢s de que contribuir¨ªa a normalizar el discurso etnicista en Europa y a transmitir la inquietante idea de que la acci¨®n de las instituciones debe ser juzgada por sus intenciones, no por los medios a los que recurren.
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