Con la cara de otro
La zarzuelera suposici¨®n de que las ciencias adelantan una barbaridad aparece como una verdad incontestable en el apartado de la medicina, secci¨®n cirug¨ªa, subsecci¨®n trasplantes. En el hospital parisiense Henri Mondor, el cirujano Laurent Lantieri ha realizado con ¨¦xito un trasplante de cara a un paciente abrasado en un incendio. Parece trivial, pero bien saben los duendes de los quir¨®fanos que es endiabladamente complejo. Basta enumerar los detalles del injerto: la parte superior de la cara por encima de los labios, el cuero cabelludo, la nariz, las orejas, la frente y los p¨¢rpados. Lantieri precis¨® que hasta ahora nadie se hab¨ªa atrevido a trasplantar los segmentos de los p¨¢rpados, porque son tejidos blandos con grave riesgo de infecci¨®n; pero para los profanos nada hay m¨¢s asombroso que el que una persona pueda cambiar de faz como de jersey.
Si la cirug¨ªa pl¨¢stica convencional modifica aspectos de los rasgos faciales de una persona, al final mantiene l¨ªneas y expresiones inmutables, que forman parte del propio yo. Por el contrario, la cara trasplantada por Lantieri va m¨¢s all¨¢ y traza la frontera a partir de la cual se podr¨¢ vivir con la cara de otro. Demos por evidente lo que un trasplante as¨ª evitar¨¢ en humillaci¨®n, marginaci¨®n y verg¨¹enza en las personas quemadas, accidentadas o atacadas con ¨¢cido. Solamente el dolor ahorrado convierte la operaci¨®n en un avance moral indiscutible.
Pero lo m¨¢s agudo del caso no es m¨¦dico, sino ps¨ªquico. ?Se reconoce el yo en otra cara? La identidad es un edificio fr¨¢gil y buena parte se construye sobre la fachada. Erik, el fantasma de la ¨®pera cocinado por Gast¨®n Leroux, no se habr¨ªa ilusionado con una pasi¨®n m¨¢s grande que su vida de haber tenido el rostro intacto. A medida que la ciencia-ficci¨®n se convierte en tr¨¢mite ambulatorio, la tragedia se difumina y triunfa la introspecci¨®n. ?Dominar¨¢ el trasplantado las expresiones de su nuevo semblante con la destreza de su cara anterior? ?Cambiar¨¢ su peripecia moral? Si as¨ª fuera, constituir¨ªa un tratamiento (de shock) para ediles corruptos, pol¨ªticos cuya faz traiciona su halitosis an¨ªmica y empresarios con caras como m¨¢scaras.
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