Constructores a la fuga
La crisis pone a prueba la ¨¦tica y el liderazgo de los empresarios en vacas flacas - Algunos huyen y dejan en la estacada a obreros y proveedores en un c¨ªrculo vicioso que desata m¨¢s caos
En paradero desconocido. Propietarios de peque?as constructoras desaparecen dejando en la estacada a decenas de proveedores y trabajadores. Se los traga la tierra: nadie coge el tel¨¦fono y la oficina est¨¢ cerrada a cal y canto. Algunos escurren el bulto, se van un tiempo y lo dejan todo en manos de sus abogados. Otros se fugan para olvidarse de sus obligaciones. El maremoto de la crisis arrastra hacia la superficie comportamientos, cuando menos, poco ¨¦ticos. Pero parte de esta mancha de aceite se debe tambi¨¦n al instinto de supervivencia de empresarios en situaci¨®n l¨ªmite, en ocasiones sin el liderazgo necesario para llevar a la empresa hacia un cierre ordenado.
La imagen de la recesi¨®n en el sector inmobiliario ya no s¨®lo es la de las gr¨²as paradas a lo largo y ancho de Espa?a. Tambi¨¦n est¨¢ la de los trabajadores de Tomi?o (Pontevedra) que hacen turnos para ver si por all¨ª aparece su jefe, que desapareci¨® hace ya un a?o sin pagar sus n¨®minas. Y la de 10 clientes barceloneses que no localizan al empresario que les vendi¨® el piso en un solar que no est¨¢ ni desbrozado. Espa?a colecciona ya un ¨¢lbum completo de la crisis de la construcci¨®n.
Una quiebra puede arrastrar a decenas de empresas proveedoras
Las investigaciones por fraude econ¨®mico crecen un 28% en un a?o
Si el due?o se va, el obrero se queda sin cobrar y sin poder dejar el trabajo
Muchos desaparecen cuando ven que su reserva familiar corre peligro
Las dimensiones de la recesi¨®n han dejado en segundo plano a empresas con deudas de hasta un mill¨®n de euros. Son peque?as en comparaci¨®n con los n¨²meros de las grandes corporaciones, pero en caso de impago son capaces de llevarse consigo a una amplia cadena de sociedades subcontratadas.
La mayor¨ªa de las empresas en serios apuros asume su responsabilidad y solicita el concurso de acreedores, pero otras desaparecen dejando una estela de impagos que sus proveedores tal vez nunca van a cobrar. "Es el pan nuestro de cada d¨ªa. Algunas lo hacen por picaresca, y otras porque no tienen la liquidez necesaria para afrontar un proceso concursal", afirma Enrique Delgado, letrado de la Asociaci¨®n de Proveedores Impagados de la Construcci¨®n (APIC).
Ya hace un a?o que desapareci¨® Manuel Mart¨ªnez Barros, el propietario de la constructora gallega Marbar. Dej¨® un pufo de unos 900.000 euros, medio centenar de trabajadores sin cobrar y varias promociones paradas. No era una empresa fantasma. Seraf¨ªn Fern¨¢ndez, delegado de la Confederaci¨®n Intersindical Gallega en la comarca del Baixo Mi?o, recuerda que extra¨ªa piedra y luego la transformaba hasta convertirla en edificios. Y durante a?os no le fue mal. "Ahora debe unos cinco millones de euros a los bancos. Hay una orden internacional de busca y captura contra ¨¦l, pero sigue en paradero desconocido", explica.
Los trabajadores de Marbar quedaron embarrados unos meses, sin cobrar su sueldo y sin poder dejar su trabajo para acceder a la prestaci¨®n por desempleo. Una trampa en la que no pocos quedaron atrapados. La Inspecci¨®n de Trabajo recibi¨® 6.697 denuncias por impagos de n¨®minas y finiquitos en 2008, un 33% m¨¢s que el a?o anterior.
En este contexto de recesi¨®n, el a?o pasado se incrementaron las investigaciones por fraude en Espa?a. Seg¨²n la Brigada de Delincuencia Econ¨®mica y Fiscal, la polic¨ªa inici¨® 960 rastreos en 2008, un 28% m¨¢s que un a?o antes. El monto estimado de este fraude asciende a 115,4 millones de euros, un 13,2% m¨¢s que en 2007. Fuentes del Ministerio de Trabajo explican que no hay datos espec¨ªficos sobre la construcci¨®n. Lo m¨¢ximo que pueden concretar es que subieron los fraudes contra la Seguridad Social.
Fuentes policiales explican que las investigaciones se complican cuando el empresario se va al extranjero. De nuevo en Galicia, el propietario de la empresa Carreira y Mart¨ªnez se fug¨® a Brasil sin pagar las n¨®minas de sus empleados. "Los trabajadores se quedaron sin percibir el salario de dos meses despu¨¦s de que el due?o de la constructora se fugara. Al cabo de un tiempo, un portavoz nos dijo que regresaba, pero hubo mala suerte, porque falleci¨® al cabo de poco tiempo", relata Jes¨²s Mar¨ªa Calvo, de UGT en Santiago.
Algunas desapariciones son parte de delitos ya premeditados. Otras no. La banca pide en muchas ocasiones al empresario que responda con su patrimonio personal. La posibilidad de desaparecer llega con el miedo a perderlo todo. "Hay un momento en que ve que puede arruinar a su familia y quedarse en la calle, y busca formas para sobrevivir, como poner el patrimonio a nombre de la mujer o los hijos y desaparecer un tiempo", explica el director del Instituto de Formaci¨®n y Desarrollo Directivo, Gonzalo Mart¨ªnez de Miguel.
En cualquier caso, estas situaciones ponen a prueba la talla del empresario. "Se pueden dar muchas lecciones de ¨¦tica empresarial, pero las que valen son las que se dan cuando en una ¨¦poca tan dura como ¨¦sta se hacen las cosas bien", razona Daniel Arenas, profesor del Departamento de Ciencias Sociales y del Instituto de Innovaci¨®n Social de Esade. Y es que un cierre empresarial, en especial cuando es una empresa familiar es una experiencia dolorosa. "Este proceso puede marcar para toda la vida a una generaci¨®n y dejar huella en el entorno: en la familia, en los amigos y en los trabajadores", agrega.
Pero est¨¢ la otra cara de la moneda. La desaparici¨®n provoca un efecto domin¨® de inmediato. En especial cuando son firmas que contratan a peque?as sociedades con contratos lo suficientemente voluminosos como para ponerlas en jaque. A veces, ni tan s¨®lo es necesario que el empresario se d¨¦ a la fuga. El letrado de APIC, Enrique Delgado, explica que tiene asociados que han tenido que acudir a 12 concursos. "Es la t¨ªpica rueda de la morosidad: 'Yo prometo que te pagar¨¦ pero ahora no puedo porque no me pagan'. Y as¨ª se forma la bola", explica el economista y vicerrector de la Universidad de Barcelona, Gonzalo Bernardos.
Una veintena de proveedores de Tordesillas (Valladolid) quedaron tocados cuando, el a?o pasado, el due?o de la constructora Rialca, Ricardo Alonso, se fug¨® a Fuerteventura dej¨¢ndolos a todos sin cobrar por sus servicios. Alonso se entreg¨® en la isla el pasado mes de septiembre, pero hoy todav¨ªa hay un proceso judicial pendiente. Algunos de los proveedores, tocados ya por la ca¨ªda de ventas y la demora de pagos, incluso se plantearon cerrar. Jes¨²s Gal¨¢n, por ejemplo, pensaba jubilarse y cerrar la persiana de su negocio de instalaci¨®n. Lo descart¨®. "Hay que seguir adelante", se resigna su mujer.
El otro gran perjudicado es el comprador, que se queda nada menos que sin casa. En febrero del a?o pasado, un grupo de clientes barceloneses denunci¨® a la promotora Lovipro despu¨¦s de que les fuera imposible dar con ninguno de sus responsables. La oficina estaba cerrada. Este diario intent¨® entonces hablar con la empresa durante varios d¨ªas sin conseguirlo. La abogada Raquel ?lvarez, del despacho Roca & Asociados, explica que la imagen de una promoci¨®n era desoladora: en el lugar donde deb¨ªa haber un bloque de pisos, cada uno de los cuales costaba unos 330.000 euros, s¨®lo hab¨ªa un solar. Y sin despejar. Un a?o despu¨¦s, el caso sigue abierto. Se localiz¨® al administrador tras instar el concurso, pero los abogados han emprendido la v¨ªa penal para exigir m¨¢s responsabilidades.
?C¨®mo desaparece en menos de 24 horas toda una estructura empresarial? A veces no lo hace, simplemente se vuelve escurridiza. Los juzgados mercantiles de Barcelona tuvieron serias dificultades, por ejemplo, para hallar a los administradores de la compa?¨ªa Construcciones Juanes despu¨¦s de que varios acreedores instaran su concurso. La localizaron cuando esta misma empresa solicit¨® el proceso concursal de otra promotora, Fbex, que finalmente fue rechazado por el juez.
El magistrado del Juzgado Mercantil n¨²mero 3 de Barcelona, Jos¨¦ Mar¨ªa Fern¨¢ndez Seijo, explica que la mayor¨ªa de constructoras desaparecidas suelen tener una dimensi¨®n y un pasivo tambi¨¦n peque?os. "Si no localizamos a la empresa directamente, tratamos de hacerlo a trav¨¦s de Hacienda o la Seguridad Social. En caso de que en unas semanas siga sin aparecer nadie porque est¨¢n en paradero desconocido, el caso se archiva", cuenta Fern¨¢ndez Seijo.
La ra¨ªz del problema son las dificultades financieras de promotoras y constructoras. Han ca¨ªdo las ventas, los encargos y la caja se vac¨ªa. Una empresa puede tener un gran patrimonio, que seguramente habr¨¢ perdido valor, pero no significa que tenga liquidez. Y eso es grave en un sector cuyas empresas requer¨ªan, adem¨¢s, un uso intensivo de capital prestado. "En las contrataciones se usa el cr¨¦dito al proveedor. La constructora paga una semana despu¨¦s de cobrar el cr¨¦dito bancario. Pero las empresas est¨¢n sufriendo, tambi¨¦n las serias, que no tienen ni para financiar el circulante. Por eso, los bancos deben discriminar entre sus clientes solventes y los que no lo son", explica el presidente de la patronal de los contratistas catalanes, Rafael Romero.
Pero Delgado, de APIC, apunta que algunas constructoras no saldan sus deudas cuando ya han cobrado por su trabajo. "Hemos propuesto al Gobierno que el subcontratista no pueda diferir el pago a 240 d¨ªas, por ejemplo, sino a un m¨¢ximo de 30, porque quien lo acaba sufriendo en sus carnes es siempre el m¨¢s d¨¦bil", afirma.
Los quebraderos de cabeza que dan las constructoras se explican tambi¨¦n porque constituyen un sector atomizado, en muchos casos joven, que naci¨® al calor de un boom que entron¨® a los nuevos ricos del ladrillo. "Ha sido un chollo y ha habido una cierta cultura del pelotazo. Hab¨ªa cientos de promotoras y constructoras que aparecieron de la nada y desaparecieron de la misma forma, algunas con obras sin terminar. Algunas empresas hab¨ªan construido, por ejemplo, 30 viviendas, y s¨®lo han vendido tres. ?Qu¨¦ pasa con los gastos de comunidad? La promotora deber¨ªa asumir los de los 27 pisos restantes. Pero desaparece", se?ala Jos¨¦ Oriola, director general del bufete Oriola Abogados.
Sin embargo, no todas las constructoras siguen esa senda. Hay quien lo hace bien y que, si ve que su actividad est¨¢ en ca¨ªda libre, procura un cierre ordenado a trav¨¦s de un concurso o un procedimiento judicial. "Aconsejamos a los asociados que la empresa se quede con un capital l¨ªquido m¨ªnimo para sufragar los costes del concurso de acreedores, que pueden situarse f¨¢cilmente entre los 30.000 y los 40.000 euros", advierte Delgado.
Teresa Ramos, abogada del despacho Landwell-PricewaterhouseCoopers, afirma no haberse encontrado con ning¨²n caso. Lleva empresas familiares peque?as que tratan de aguantar el chaparr¨®n. "No es el tipo de sociedades que veamos a menudo. Esto sucede donde hay m¨¢s econom¨ªa sumergida, porque la picaresca siempre es m¨¢s f¨¢cil. Aun as¨ª, el sector lo pasa mal por los impagos", asegura.
Todos llegan a la misma explicaci¨®n: la construcci¨®n lleva aparejada una cadena de subcontrataciones. Y cuando ¨¦sta se rompe, hay el peligro de que todas las piezas salten por los aires. De si ello ocurre o no depende el comportamiento que adopte el responsable del desaguisado. La desaparici¨®n del m¨¢s fuerte es casi una sentencia de muerte para el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil.
Empresas pirata
La construcci¨®n ha sido siempre un sector muy atomizado, con miles de peque?as empresas sin imagen de marca. Tal vez por ello es complicado poner cara a quienes deciden huir dejando con el agua al cuello a sus proveedores. Por regla general, suelen ser peque?as empresas. Las deudas que dejan tambi¨¦n suelen ser reducidas en comparaci¨®n con los grandes concursos de acreedores, aunque dentro de la media de los que ahora son habituales, que fuentes judiciales sit¨²an entre los dos y los cinco millones. Un promotor que prefiere no dar su nombre explica que hace dos a?os contrat¨® a un contratista para un bloque de viviendas peque?o en un municipio de Lleida. Result¨® ser un pirata, sentencia. Instaladores, carpinteros y electricistas del pueblo le avisaron de que no ve¨ªan un duro desde hac¨ªa tiempo. El promotor tuvo que resolver el contrato y contratar a otra constructora, que se comprometi¨® a mantener todos los contratos.
Antes de ir a los juzgados para demandar a esa subcontrata, los abogados de este promotor rascaron en el historial de la empresa. Cuando los contratamos vimos los n¨²meros y todo estaba en orden. Era una empresa muy peque?a con poca actividad, pero que nunca hab¨ªa dado problemas. Lo que no sab¨ªamos es que hab¨ªa cambiado de manos meses antes, explica. La compra adquiri¨® sentido enseguida. ?stos se dedicaban a adquirir empresas inactivas. Luego pujaban por contratos con promotores grandes. Cuando ten¨ªan un buen contrato, pon¨ªan en marcha la empresa. Luego cobraban, dejaban sin atender los pagos y se iban, agrega.
Muchas de estas constructoras eran sociedades que se hab¨ªan constituido para una sola obra, y que a su vez formaban parte de una madeja de empresas compleja. Algo, por otra parte, muy usual en ese sector. No hay un censo con todas las constructoras espa?olas, aunque las comunidades aut¨®nomas han puesto en marcha el Registro de Empresas Acreditadas, de inscripci¨®n obligatoria. Las compa?¨ªas del ramo deben acreditar que cumplen con los requisitos de salud y seguridad para los trabajadores y que una parte de su plantilla est¨¢ contratada de forma indefinida. Seg¨²n datos del Ministerio de Trabajo e Inmigraci¨®n, hasta ahora se han registrado 146.000 empresas. Si no est¨¢n apuntadas, no pueden operar y pueden ser sancionadas por la Inspecci¨®n de Trabajo.
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