El pr¨ªncipe que no quer¨ªa ser rey

Marruecos ha cambiado en estos diez ¨²ltimos a?os. Es cierto que el aeropuerto de Casablanca contin¨²a llam¨¢ndose aeropuerto de Mohamed V y encontr¨¢ndose en el municipio de Nouasseur, a poco menos de 70 kil¨®metros de la capital, pero en esa ¨²ltima d¨¦cada ha crecido hasta convertirse en poco menos que un monstruo capaz de engullir una media de 190 aviones y unos 20.000 pasajeros diarios. Para ir desde este aeropuerto a Rabat a nadie se le ocurre ahora volver a viajar como una sardina en lata metido en un gran taxi con siete viajeros m¨¢s, como se hac¨ªa anta?o, sino que todo el mundo prefiere hacerlo c¨®modamente en un tren a media velocidad, con la esperanza de que en breve se deslice como un rel¨¢mpago y alcance los 320 kil¨®metros por hora. El v¨¦rtigo. Esto es s¨®lo para empezar, porque luego, poco a poco, a medida que el Aouita -este tren fue bautizado en 1985 con el nombre del corredor Said Aouita, una gloria nacional medalla de oro en las Olimpiadas de 1984 en Los ?ngeles- avanza por la llanura hacia la capital, bordeando los suburbios, uno puede apercibirse de que aunque persisten los barrios de chabolas, ¨¦stas han dejado de utilizar como antenas de televisi¨®n bolsas negras de pl¨¢stico y que la tecnolog¨ªa casera de precio miserable, anta?o habitual, ha sido desplazada por enormes parab¨®licas redondas y limpias como los ojos de sus habitantes. (...) Esta bonanza econ¨®mica, acompa?ada de una cierta distensi¨®n pol¨ªtica provocada por el recambio generacional, ha permitido la ruptura de tab¨²es y generado una sensaci¨®n de euforia.

Marruecos ha cambiado. El libro m¨¢s prohibido y perseguido en tiempos de Hassan II es ahora una pieza de museo

?Qu¨¦ puede pasarle a un pa¨ªs en el que el rey se empe?a por todos los medios en volver a ser pr¨ªncipe heredero?

La embriaguez est¨¢ trastocando el orden de muchas cosas. Un ejemplo: El pr¨ªncipe de los creyentes, la monarqu¨ªa marroqu¨ª y su ¨¦lite. Este libro, el m¨¢s prohibido y perseguido en tiempos de Hassan II, se ha acabado convirtiendo en papel mojado. En este lapso de diez a?os la obra del soci¨®logo y polit¨®logo norteamericano John Waterbury, formado en las universidades de Princeton y Columbia, ha pasado poco menos de estar escondida en las bibliotecas selectas de la ¨¦lite franc¨®fona al cubo de la basura. La tesis de Waterbury, publicada en 1970 y en la que pon¨ªa al descubierto las claves secretas por las que se reg¨ªa el Makhzen (gobierno de las ¨¦lites aglutinadas en torno del palacio o el rey) y explicaba la forma de gobernar del rey de Marruecos, se hab¨ªa traducido al ¨¢rabe en L¨ªbano en 1982, de manera poco menos que clandestina, y se puso especial cuidado en silenciar el nombre de sus dos traductores por temor a las represalias o venganzas del monarca. El pr¨ªncipe de los creyentes iniciaba as¨ª una singladura en la oscuridad, de la que sali¨® de repente a la superficie en 2005 cuando Rabat dio luz verde a una traducci¨®n oficial, se coloc¨® en las primeras p¨¢ginas el nombre de sus traductores, se hizo una presentaci¨®n p¨²blica en la Universidad Mohamed V, en un auditorio abarrotado de p¨²blico, y situaron monta?as de tomos en los escaparates de las librer¨ªas de la avenida de Mohamed V, esa l¨ªnea verde que separa el Parlamento de la terraza de la cafeter¨ªa del hotel Balima. Hoy las claves secretas de El pr¨ªncipe de los creyentes parecen haber quedado obsoletas, el libro est¨¢ agotado, no se hacen reediciones y se ha convertido en una pieza de museo (...)

(...) Me hubiera gustado preguntarle a Waterbury si esta vor¨¢gine de cambio a la que est¨¢ abocado Marruecos ha empezado tambi¨¦n a trastocar los h¨¢bitos a los que nos ten¨ªa acostumbrado el rey. (...) ?Qu¨¦ puede pasarle a un pa¨ªs como Marruecos si el rey deja de dormir en su casa y lo hace casi todas las noches en un lecho diferente, creando as¨ª una sensaci¨®n de desconcierto tan absoluto que no se sabe si ha salido en viaje oficial o si lo que era un viaje oficial se ha convertido de pronto en un periplo privado? (...) ?Qu¨¦ pasa en un pa¨ªs cuando el rey trata por todos los medios de dejar de ser rey y se empe?a en volver a ser pr¨ªncipe heredero? S¨¦ que esta pregunta es absurda porque Waterbury, aunque apenas ha cumplido los 60 a?os, ha confesado ya hace tiempo que la din¨¢mica vertiginosa del reino alau¨ª le ha dejado exhausto, tanto que es consciente de que "es necesaria una persona mucho m¨¢s joven y en¨¦rgica para captar sus nuevas realidades".

Mohamed VI, desde que se hizo cargo del poder en 1999, ha efectuado entre 80 y 100 desplazamientos. Muchos de estos viajes que empezaron a ser misiones como jefe de Estado, pasaron a convertirse al poco de iniciados en desplazamientos privados, lo que implicaba que dejara desatendidas algunas de sus obligaciones de gobernante, incluida la cancelaci¨®n de citas o entrevistas. Sus viajes est¨¢n siendo tantos y tan largos que desde las p¨¢ginas de los peri¨®dicos se ha empezado a bautizar al monarca con el sobrenombre de "el rey n¨®mada"; aunque otros prefieren utilizar un circunloquio y decir simplemente con un cierto deje de iron¨ªa que "el soberano est¨¢ fuera de cobertura". Su tel¨¦fono m¨®vil no responde. Ilocalizable.

(...) Las desapariciones y ausencias de Mohamed VI se siguen repitiendo. Los primeros s¨ªntomas que dejaron entrever las veleidades escapistas del rey se detectaron poco despu¨¦s de su llegada al poder. En la primavera de 2000, en una visita oficial a Madrid, el rey anuncia que no asistir¨¢ a una cena oficial porque, seg¨²n ¨¦l, se encuentra cansado. La an¨¦cdota recogida por la periodista Pilar Urbano en el libro que escribi¨® sobre la reina Sof¨ªa tiene ya una inquietante apostilla: "Sin embargo, aquella misma noche, ¨¦l (el monarca alu¨ª) convoc¨® una fiesta en el palacio del Pardo con sus amigos". Aquel desplante al rey Juan Carlos fue el inicio de una serie de descomposturas dirigidas entre otros al presidente del Gobierno espa?ol Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, al presidente franc¨¦s Nicolas Sarkozy o a la secretaria de Estado norteamericana Condoleezza Rice. Pero hubo tambi¨¦n sesiones de escapismo en 2003 en Kuala Lumpur donde el soberano acudi¨® a una cumbre de jefes de Estado de los Pa¨ªses No Alineados, pero antes de que acabaran las sesiones prefiri¨® abandonar el foro para dedicarse a hacer compras o pasear por las calles tur¨ªsticas de la capital, lo mismo que hab¨ªa hecho en Argel poco antes, cuando tras una visita oficial para entrevistarse con el presidente Abdelaziz Buteflika decidi¨® prolongar cinco d¨ªas su estancia en la capital argelina. Sus destinos favoritos son por este orden: Francia, Asia o Am¨¦rica Latina. En 2004 efectu¨® un viaje por Centroam¨¦rica y Am¨¦rica del Sur que dur¨® m¨¢s de un mes y medio y que en principio ten¨ªa un car¨¢cter oficial. Estaba programado que visitara M¨¦xico, Per¨², Chile, Argentina y Brasil, pero inesperadamente y cuando estaba a punto de volver a casa, dio marcha atr¨¢s y prolong¨® su periplo a Santo Domingo donde arrastr¨® con ¨¦l a una cohorte de cerca de trescientas personas, para las que hubo que alquilar sobre la marcha varias docenas de chal¨¦s en la parte este de la isla. Lo mismo suceder¨ªa un a?o m¨¢s tarde, en 2005, con ocasi¨®n de un viaje oficial a Senegal para asistir a una sesi¨®n de trabajo de la Organizaci¨®n de la Conferencia Isl¨¢mica que ¨¦l alarg¨® tambi¨¦n m¨¢s de lo programado.

(...) M¨¢s escapadas. En 2008 Mohamed VI efectu¨® cuatro viajes de vacaciones, uno de los cuales super¨® los 45 d¨ªas, lo que le permiti¨® volver a recorrer Tailandia, Vietnam, Francia y Brasil. Este mismo a?o permaneci¨® tres semanas en Estados Unidos, sin que los servicios de protocolo fueran capaces de aclarar si se trataba de una estancia oficial o particular. Al llegar el verano se fue a descansar al peque?o puerto pesquero de M'diq, cerca de Tetu¨¢n, en la costa del Mediterr¨¢neo, convertido gracias a su presencia en refugio de la jet-set internacional.

Todo ello sin contar las idas y venidas a Par¨ªs, donde pasa gran parte del a?o su madre Latifa, o a la estaci¨®n de Couchervel, donde se ha comprado una casa cerca de las pistas de esqu¨ª, lo que le permite tener como vecino al pr¨ªncipe Walid Ben Talal y donde puede bailar a sus anchas las ¨²ltimas versiones de esa m¨²sica infernal en la que se mezcla el hip-hop con el rhythm and blues.

"?D¨®nde cree que ha dormido esta noche el rey?", he preguntado esta ma?ana fr¨ªa y desangelada de Rabat a Mohamed Ziane, que fue ministro de Derechos Humanos en la d¨¦cada de los a?os noventa, durante el Gobierno de Abdelatif Filali, un cargo al que renunci¨® voluntariamente para convertirse as¨ª en el ¨²nico ministro de la historia de Marruecos capaz de dimitir por desacuerdo con la pol¨ªtica del Gabinete. "?El rey? Mire, s¨®lo le puedo decir que el rey sale mucho, continuamente, pero no recibe. No recibe a nadie. Es un hombre, por ejemplo, que no dialoga con la oposici¨®n, que no se entrevista con nadie. Mohamed VI no es un hombre de Estado como lo fue su padre. ?Se imagina usted? Piense por un minuto la capacidad de un hombre como Hassan II que coincidi¨® con Hitler, Mussolini, Salazar o Franco. No. Yo no digo que el rey actual no sea inteligente, ni astuto, pero s¨ª le digo que cuando era pr¨ªncipe no demostr¨® nunca ambici¨®n de poder o de reinar y que se ha rodeado de un equipo de t¨¦cnicos, sin visi¨®n y sin ese punto de locura necesario en todo proyecto pol¨ªtico; tiene un equipo de becarios, dirigidos por un hombre aburrido, que aburre a todos, que adem¨¢s ha tenido la osad¨ªa de confabularse para condenar a su padre. Pero le preguntar¨¦ m¨¢s, ?c¨®mo puede un pa¨ªs pasar de tener unas instituciones fuertes a nada? Nada".

Mohamed Ziane en el fondo se siente abandonado, de la misma manera que se siente desamparada gran parte de la clase pol¨ªtica de Marruecos. Nadie llega a comprender c¨®mo el rey es capaz de desertar de sus funciones, dejando un proyecto de pa¨ªs patas arriba, empezando por el Ministerio del Interior, la estructura policial y los servicios secretos, sometidos desde hace un tiempo a un "baile permanente de cargos" y por cuya c¨²pula han pasado en 10 a?os cuatro ministros. No s¨®lo los nost¨¢lgicos del pasado critican a Mohamed VI, tambi¨¦n lo hacen los hombres que miran adelante, como Abdelhamid Amine, uno de los responsables de la Asociaci¨®n Marroqu¨ª de los Derechos Humanos, ex preso pol¨ªtico y animador del proceso de reformas democr¨¢ticas establecido a trav¨¦s de la IER. "Estamos atascados. S¨®lo se han cumplido el 10% de las reformas que pactamos con el Gobierno. Falta voluntad pol¨ªtica para abordar muchos de los compromisos como la abolici¨®n de la pena de muerte, la adhesi¨®n a la Corte Penal Internacional o el levantamiento de las reservas a los tratados y convenciones que nuestro pa¨ªs ha firmado. Pero lo peor es que en Marruecos se sigue torturando y el Ministerio del Interior contin¨²a desempe?ando un papel muy importante, sin que el Gobierno ni el primer ministro puedan ejercer ning¨²n control sobre los aparatos de este ministerio, que contin¨²an siendo un terreno acotado de la soberan¨ªa del rey. Marruecos tiene a¨²n un monarca autocr¨¢tico y absolutista y quienes, como los socialistas de la Uni¨®n Socialista de las Fuerzas Populares, anunciaron a?os atr¨¢s y a ra¨ªz de la muerte de Hassan II que en el pa¨ªs se hab¨ªa instalado un nuevo concepto de autoridad, se han equivocado".

Los movimientos feministas, con la Asociaci¨®n Democr¨¢tica de Mujeres Marroqu¨ªes -ADFM- a la cabeza tambi¨¦n tienen la sensaci¨®n de que en el proceso de renovaci¨®n del pa¨ªs han aparecido goteras que amenazan con socavar todas las esperanzas que se generaron en 1999 con el acceso al poder de Mohamed VI. Los jueces han hecho de la Mudawana (el c¨®digo en el que se regulan las leyes de familia, el patrimonio, los hijos y principalmente el estatuto de la mujer) un inmenso coladero por el que vuelve a circular con toda impunidad la poligamia, los matrimonios de mujeres-ni?as, el trabajo de las ni?as-esclavas o el repudio expr¨¦s y a la carta. Para las mujeres, la ¨²nica soluci¨®n es volver a empezar y salir a la calle como lo hicieron a?os atr¨¢s. Ellas tambi¨¦n se sienten abandonadas.

(...) Las veleidades fuguistas del rey indignan a la clase pol¨ªtica pero han empezado a apasionar a su pueblo. Los s¨²bditos siguen con inter¨¦s las peripecias y contorsiones de su monarca, que amenaza con convertirse en un mago del escapismo, capaz de deshacerse de cualquier atadura y abandonar el escenario, sin apenas ser visto. El p¨²blico, su p¨²blico, observa conteniendo la respiraci¨®n a Mohamed VI y se pregunta intrigado si alg¨²n d¨ªa conseguir¨¢ por fin lo que aparentemente desea; huir, convertirse en un hombre sin ataduras, ni servidumbres, ser libre. ?Pero y si todo fuera un juego de prestidigitaci¨®n? ?Y si en realidad Mohamed VI, el joven rey, estuviera tratando de preparar a su auditorio-pueblo para un gran n¨²mero de magia final, la gran escapada? ?Y si quisiera convertirse puramente en un punto de luz en el escenario, en un objeto fugaz, deshaci¨¦ndose de las prerrogativas absolutistas, de los ministerios de Soberan¨ªa, para entregarlas al Gobierno y al Parlamento y transformarse en lo que ha deseado siempre ser, un hombre libre, et¨¦reo, un s¨ªmbolo? El s¨ªmbolo de Marruecos.