La larga vida de las centrales nucleares
En 2011 se cumplen 40 a?os de funcionamiento de la Central Nuclear de Garo?a, y en los pr¨®ximos meses el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) dictaminar¨¢ si la central est¨¢ en condiciones t¨¦cnicas para seguir funcionando. En caso de dictamen favorable, el Gobierno puede optar por prorrogar su licencia de explotaci¨®n o decretar su cierre.
Una caracter¨ªstica de las centrales nucleares actualmente en explotaci¨®n es que son capaces de prolongar su vida ¨²til m¨¢s all¨¢ de los 40 a?os inicialmente previstos, sin que la extensi¨®n de vida ¨²til comprometa la seguridad de la instalaci¨®n. De hecho, unas 50 centrales nucleares en Estados Unidos ya han obtenido una licencia de explotaci¨®n hasta los 60 a?os de vida. Adem¨¢s, el aprovechamiento de la extensi¨®n de la vida ¨²til de las centrales nucleares tiene efectos econ¨®micos que no son despreciables. El punto de partida, que queda fuera de la argumentaci¨®n, es que nuestras centrales nucleares operan de forma segura, tal y como dictamina el ente p¨²blico responsable de supervisar y garantizar su seguridad, el CSN. Con esta premisa, nos parece pertinente la discusi¨®n sobre la prolongaci¨®n del periodo de explotaci¨®n de las centrales nucleares en t¨¦rminos puramente econ¨®micos, con independencia del amplio debate sobre la energ¨ªa nuclear en su conjunto.
El hipot¨¦tico cierre del parque nuclear elevar¨ªa el coste de la electricidad unos 1.900 millones al a?o
La segunda cuesti¨®n relevante para el an¨¢lisis econ¨®mico es identificar qu¨¦ tipo de energ¨ªa sustituir¨ªa a la central nuclear en el supuesto de que el Gobierno decidiera no prolongar su vida ¨²til. Sobre este aspecto no cabe discusi¨®n: debido a la naturaleza de energ¨ªa en base que proporcionan las centrales nucleares, el cierre de una de ellas obligar¨ªa a sustituir su producci¨®n por electricidad procedente b¨¢sicamente de centrales de ciclo combinado de gas natural. Las centrales nucleares espa?olas alcanzan niveles de utilizaci¨®n elevados, superiores al 85%, por lo que aportan electricidad para atender el nivel de demanda estable, que en la Espa?a peninsular se sit¨²a en unos 20.000 MW. Este nivel m¨ªnimo de potencia es requerido de manera constante las 8.760 horas del a?o, y las centrales nucleares actuales atienden en torno a un tercio de dicho nivel. Los dos tercios restantes son cubiertos por centrales de carb¨®n y gas natural, y por las energ¨ªas renovables cuando est¨¢n disponibles. La energ¨ªa e¨®lica no es capaz de sustituir a la energ¨ªa nuclear ni en los momentos de mayor disponibilidad de viento. La producci¨®n e¨®lica m¨¢xima instant¨¢nea actual se sit¨²a en unos 11.200 MW, por lo que los 7.716 MW nucleares y las centrales e¨®licas no compiten entre s¨ª ni en el supuesto de que la producci¨®n e¨®lica m¨¢xima se produjera en momentos de baja demanda.
El ritmo de inversi¨®n en energ¨ªas renovables est¨¢ determinado por lo atractiva que resulte su retribuci¨®n y por la disponibilidad de emplazamientos econ¨®micamente rentables. En otras palabras, la continuidad de la central nuclear de Garo?a no afectar¨ªa ni a la inversi¨®n ni a la producci¨®n de las energ¨ªas renovables. Las centrales nucleares actuales no compiten con las energ¨ªas renovables, ni ¨¦stas est¨¢n en condiciones de sustituir la producci¨®n nuclear. Precisamente, la irregularidad en la producci¨®n e¨®lica e hidr¨¢ulica determina su complementariedad con las centrales de ciclo combinado, capaces de arrancar o desconectarse de la red de modo muy flexible.
Advi¨¦rtase que otra cuesti¨®n es la apuesta de Estado por una energ¨ªa u otra. Por ejemplo, en Francia la elecci¨®n de la energ¨ªa nuclear es pr¨¢cticamente excluyente, mientras que en Espa?a la respuesta al aumento de la demanda de electricidad ha sido el gas natural, como energ¨ªa de base, y las energ¨ªas renovables.
Desde esta perspectiva, ?qu¨¦ ventajas e inconvenientes cabe considerar de prolongar la utilizaci¨®n de las centrales nucleares actuales? Empecemos por el ¨²nico inconveniente: los residuos adicionales que generar¨ªa la prolongaci¨®n de la vida ¨²til. Sin embargo, estos residuos no alterar¨ªan ni agravar¨ªan el problema de localizar y construir un emplazamiento estable para los residuos ya generados durante la explotaci¨®n est¨¢ndar. En t¨¦rminos econ¨®micos, el incremento del coste de gestionar los residuos derivados de la prolongaci¨®n no ser¨ªa significativo en relaci¨®n con el coste ya existente. Para valorar la decisi¨®n de prolongar la vida ¨²til s¨®lo es relevante el coste adicional (o marginal), porque no estamos analizando la energ¨ªa nuclear en su conjunto, sino exclusivamente las consecuencias de prolongar la vida ¨²til de las centrales ya existentes. Es evidente que, en gen¨¦rico, la utilizaci¨®n de la energ¨ªa nuclear para la producci¨®n el¨¦ctrica requiere solucionar de manera global el destino de los residuos. Pero el relativamente bajo volumen de residuos adicionales que supone la prolongaci¨®n de la vida ¨²til no dificulta el problema de los residuos ya existentes. Por el contrario, la prolongaci¨®n de la vida ¨²til abaratar¨ªa relativamente el coste de desmantelamiento de la central, al repartirse este coste fijo entre un mayor volumen de energ¨ªa producida.
Igualmente tiene relevancia el coste del residuo de la energ¨ªa primaria que deber¨ªa sustituir la producci¨®n de la central nuclear a cuya utilizaci¨®n renunciamos, y cuyo origen ser¨ªa mayoritariamente gas natural. Con un coste por tonelada de CO2 entre 25 y 75 euros, la sustituci¨®n de la producci¨®n de Garo?a durante diez a?os supondr¨ªa un importe nada despreciable en derechos de emisi¨®n, entre 380 y 1.140 millones de euros sin considerar inflaci¨®n.
El efecto econ¨®mico m¨¢s relevante es el derivado del coste variable del combustible en una u otra alternativa. En t¨¦rminos estrictos de coste adicional, la sustituci¨®n de la producci¨®n de Garo?a por electricidad de ciclos combinados, con un precio medio del gas equivalente al observado en el mercado spot en 2008, supondr¨ªa un incremento del coste del combustible de unos 1.600 millones de euros durante los pr¨®ximos 10 a?os.
Adicionalmente, la sustituci¨®n de producci¨®n el¨¦ctrica nuclear por gas natural tiene dos consecuencias macroecon¨®micas no deseables, puesto que aumenta nuestro d¨¦ficit comercial y nuestra dependencia energ¨¦tica.
Una de las caracter¨ªsticas singulares del perfil macroecon¨®mico de Espa?a es su abultado d¨¦ficit exterior por cuenta corriente, el segundo mayor del mundo en t¨¦rminos absolutos despu¨¦s de Estados Unidos, y que supone para nuestro pa¨ªs un importante drenaje de recursos. Adem¨¢s, el 40% del d¨¦ficit por cuenta corriente est¨¢ provocado por las importaciones de energ¨ªa. A modo de ejemplo, con el precio del gas de 2008, el cierre repentino del parque nuclear espa?ol supondr¨ªa un aumento del 6% en nuestro d¨¦ficit comercial energ¨¦tico, siendo la contribuci¨®n de Garo?a del 0,4%.
En cuanto a la dependencia energ¨¦tica, Espa?a importa el 85% de la energ¨ªa que consume, frente al promedio del 50% de la Uni¨®n Europea. La contenci¨®n de nuestra vulnerabilidad energ¨¦tica supone un reto estrat¨¦gico de primera magnitud. La apuesta por las energ¨ªas renovables es un paso en dicha direcci¨®n, pero su dependencia de las condiciones meteorol¨®gicas obliga a complementar la energ¨ªa e¨®lica, hidr¨¢ulica o solar con centrales de gas natural, que aumenta nuestra dependencia del exterior. Por el contrario, en la producci¨®n nuclear, si bien se importa la materia prima, el combustible nuclear incorpora valor a?adido en nuestro pa¨ªs, por lo que tiene la consideraci¨®n de recurso nacional, contribuyendo al 15% de energ¨ªa aut¨®ctona. Puede anticiparse que el cierre de Garo?a aumentar¨ªa nuestra dependencia energ¨¦tica en torno al 1%.
En el ¨¢mbito microecon¨®mico es interesante analizar el efecto de las centrales nucleares en la fijaci¨®n de precios del mercado el¨¦ctrico. La potencia nuclear realiza sus ofertas al mercado a un precio inferior a cualquier otra tecnolog¨ªa (incluso precio cero en muchos casos), para garantizarse entrar en la casaci¨®n de oferta y demanda. Esto es debido a que la complejidad de su puesta en marcha determina que las centrales nucleares funcionen sin m¨¢s paradas que las imprescindibles para la recarga de combustible cada 12 o 18 meses, o como en el caso de Garo?a, cada 24 meses. Las centrales nucleares aceptan cualquier precio, y por tanto, presionan a la baja el precio de equilibrio. La energ¨ªa e¨®lica ejerce el mismo efecto a la baja en los precios del mercado el¨¦ctrico, pero con la salvedad de que, en media, los parques e¨®licos s¨®lo producen cuando la velocidad del viento es la adecuada y que viene a ser un 25% del tiempo, frente a la disponibilidad media del 87% del parque nuclear en 2008. Por el desplazamiento de la oferta, nuestra estimaci¨®n es que el hipot¨¦tico cierre del parque nuclear espa?ol incrementar¨ªa el coste de la electricidad en unos 7 euros/MWh, equivalente a unos 1.900 millones de euros al a?o. La contribuci¨®n de Garo?a a este sobrecoste ser¨ªa de aproximadamente 0,4 euros/MWh
El debate nuclear en nuestro pa¨ªs relevante a corto plazo no es si deben construirse nuevas centrales, decisi¨®n que requerir¨ªa de un pacto de Estado y tiene sin duda elementos inciertos, sino si se debe prorrogar la explotaci¨®n de las centrales existentes. Podemos concluir que en tiempos de crisis como los actuales adquieren un valor especial los ahorros que se derivan de seguir aprovechando instalaciones que funcionan.
Arturo Rojas y Pablo Ma?ueco son socios de AFI.
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