El Holocausto no es un espect¨¢culo
La lista original de Schindler ha dado la vuelta al mundo - Ahora, la memoria interesa - La recuperaci¨®n del genocidio la inici¨® la televisi¨®n
La lista de Schindler existe. Apareci¨® hace 15 d¨ªas en una biblioteca australiana entre los papeles de Thomas Keneally, autor en 1982 de la novela que Steven Spielberg convirti¨® 11 a?os despu¨¦s en la pel¨ªcula sobre el Holocausto m¨¢s popular de la historia. El descubrimiento del documento original, 13 p¨¢ginas amarillentas con 801 nombres de jud¨ªos salvados de la muerte por un industrial alem¨¢n, dio la vuelta al mundo. Una muestra m¨¢s del poder del cine a la hora de despertar el inter¨¦s por la historia.
Los cines y las librer¨ªas se han llenado esta temporada de pel¨ªculas y libros sobre el genocidio jud¨ªo y sus alrededores: el r¨¦gimen hitleriano y la Segunda Guerra Mundial. Aunque el tema es ya todo un subg¨¦nero cinematogr¨¢fico y literario, la trascendencia p¨²blica de filmes como El ni?o con el pijama de rayas (basado en un libro del que la editorial Salamandra lleva vendidos dos millones de ejemplares en dos a?os), The reader (que le vali¨® un Oscar a Kate Winslet) o Valkiria (encabezada por una megaestrella de Hollywood como Tom Cruise) ha vuelto a despertar la pol¨¦mica en torno a los l¨ªmites del arte (y el espect¨¢culo) a la hora de representar un acontecimiento que parti¨® para siempre en dos la historia del siglo XX.
El olvido de la tragedia fue durante d¨¦cadas la tendencia general
Queda mucho material in¨¦dito por publicar en los museos
Una pel¨ªcula sobre el Holocausto equivale hoy a un western
Reyes Mate: Cuando pasa lo impensable aparece lo que da que pensar
A esos t¨ªtulos cabr¨ªa a?adir pel¨ªculas recientes o inminentes como Desaf¨ªo, La condici¨®n humana, Adam Resurrected, Un secret o Plus tard tu comprendras, y la no tan lejana y tambi¨¦n oscarizada Los falsificadores. Sin olvidar libros aparecidos en las ¨²ltimas semanas como Me llamaba Pikolo, del c¨¦lebre compa?ero de Primo Levi en Auschwitz, o el diario de H¨¦l¨¨ne Berr, publicitado como una mezcla entre Ana Frank e Ir¨¨ne N¨¦mirovsky.
El tema, est¨¢ claro, tiene un p¨²blico garantizado, pero no siempre fue as¨ª. El fil¨®sofo Reyes Mate, investigador del CSIC y uno de los grandes estudiosos europeos del Holocausto, recuerda que hace tan s¨®lo 10 a?os propuso a dos grandes editoriales espa?olas que tradujeran La especie humana, un cl¨¢sico entre los testimonios de deportados. El autor era Robert Antelme, el marido de Marguerite Duras, y en Francia hab¨ªa aparecido en 1957. La respuesta, cuenta Mate, fue rotunda: "Eso no interesa a nadie". La peque?a editorial Arena lo public¨® finalmente en 2001. Otro ejemplo: uno de los libros de 2006 fue Vida y destino, de Vassili Grossman, que llevaba publicada en Espa?a desde 1985. Que la m¨¢s reciente fuera la primera versi¨®n directa del ruso no explica del todo el s¨²bito inter¨¦s.
?Qu¨¦ ha pasado, pues, para que el Holocausto haya encontrado por fin sus lectores y espectadores, es decir, sus consumidores? El propio Reyes Mate, autor de Memoria de Auschwitz. Actualidad moral y pol¨ªtica, apunta dos razones. Una: hay muchos documentos por publicar. Dos: ahora la memoria interesa.
Aunque es dif¨ªcil superar hitos como Primo Levi, Jean Am¨¦ry o el propio Antelme, queda mucho material in¨¦dito depositado en los diversos museos del Holocausto, empezando por el de Jerusal¨¦n. Material por publicar y material por conocer. La edici¨®n del diario de Berr se cierra con una extensa nota en la que el Centro de Documentaci¨®n Jud¨ªa Contempor¨¢nea de Par¨ªs hace un llamamiento a todos los que puedan tener materiales de ese tipo. Fue as¨ª, entre las decenas de cartas, fotos, objetos y documentos que reciben anualmente como dep¨®sito, les lleg¨® ese libro hace siete a?os.
Jorge Sempr¨²n, superviviente de Buchenwald, suele decir que cuando muera el ¨²ltimo deportado quedar¨¢n sus historias pero se perder¨¢ para siempre el recuerdo del olor de los crematorios. En esa l¨ªnea, la novelista espa?ola Juana Salabert apunta a la urgencia por saber todo lo posible antes de que desaparezcan los testigos, como una explicaci¨®n m¨¢s para el fen¨®meno. Hija de exiliados espa?oles en Francia y autora de Vel¨®dromo de invierno, una novela sobre las deportaciones masivas de 1942 que gan¨® el Premio Biblioteca Breve, Salabert a?ade: "No hace tanto que pas¨®. ?Qu¨¦ son 60 a?os? Estamos hablando de nuestros abuelos".
Retomando su segundo argumento, el actual inter¨¦s por la memoria, Reyes Mate se?ala que no se trata s¨®lo de un fen¨®meno espa?ol, sino de una tendencia general. Claro que ¨¦l mismo subraya que tambi¨¦n el olvido fue durante d¨¦cadas una tendencia general: "Al final de la Segunda Guerra Mundial la consigna fue ¨¦sa, olvidar. Y no s¨®lo en Alemania, donde ten¨ªan un pa¨ªs por reconstruir, tambi¨¦n en Estados Unidos. All¨ª las asociaciones jud¨ªas recomendaron a los supervivientes que se integraran discretamente, que no molestaran con sus historias".
Pero todo cambi¨® en los a?os ochenta. Y el cambio no lo trajo ni la historiograf¨ªa ni la investigaci¨®n. Lo trajo la televisi¨®n. El inter¨¦s masivo por el Holocausto naci¨® a la vez que se abr¨ªa la pol¨¦mica, que dura hasta hoy, sobre la manera de contarlo en una pantalla. Entre el 16 y el 19 de abril de 1978, 120 millones de personas vieron en Estados Unidos una serie producida por la NBC a partir de una novela de Gerald Green: Holocausto.
La historia cruzada de dos familias (una jud¨ªa y una nazi) cambi¨® para siempre la percepci¨®n del mundo sobre un genocidio que pas¨® a llamarse con el t¨ªtulo de la serie, un t¨¦rmino que se impuso a los m¨¢s utilizados hasta entonces: Auschwitz o, siguiendo acr¨ªticamente la terminolog¨ªa de los verdugos, Soluci¨®n Final. Del poder del cine como detonante (y fabricante) de la memoria da una idea tambi¨¦n el hecho de que en Francia el t¨¦rmino m¨¢s extendido hoy, Shoah, sea el t¨ªtulo de la pel¨ªcula de nueve horas dirigida por Claude Lanzmann en 1982.
De pretensiones realistas y tintes melodram¨¢ticos, Holocausto gener¨® tal controversia que anim¨® a varias universidades estadounidenses a promover proyectos para recoger los testimonios de los supervivientes. Como ironiz¨® alg¨²n historiador cr¨ªtico: primero lleg¨® el kitsch, luego la ciencia. Se estima que 500 millones de espectadores vieron la serie en todo el planeta, pero en ning¨²n lugar caus¨® el efecto que en Alemania, donde se emiti¨® en 1979, hace ahora 30 a?os. Aunque es ya famosa la cr¨ªtica de Der Spiegel en la que se describ¨ªa la serie como "el genocidio rebajado al nivel de Bonanza, con m¨²sica de Love Story", los guionistas consiguieron lo que no hab¨ªan conseguido los historiadores: romper el tab¨² de los alemanes sobre su propio pasado.
"Yo estudi¨¦ en Alemania en los a?os sesenta y setenta", relata el propio Reyes Mate, "y all¨ª no se hablaba del Holocausto. Ni siquiera se ve¨ªan las t¨ªpicas pel¨ªculas del americano bueno y el nazi malo. La televisi¨®n puso el tema en el centro del debate nacional. Opinaba todo el mundo: los taxistas, los periodistas, no s¨®lo los historiadores. Se notaba en la calle".
Algo parecido, aunque m¨¢s tarde que en Alemania, sucedi¨® en Francia, cuenta Juana Salabert. S¨®lo con Chirac, en los a?os noventa, se empez¨® a hablar de la responsabilidad del Estado en las deportaciones: "Del Estado y de muchos franceses. Hasta entonces todo se hab¨ªa reducido al colaboracionismo de unos pocos". Del silencio de los padres se pas¨® a las preguntas de los hijos, y de ¨¦stas, hoy, a la petici¨®n de responsabilidad de los nietos. Salvadas todas las distancias, una relaci¨®n no muy distinta de la de las diferentes generaciones de espa?oles con la Guerra Civil.
No obstante, muchos de los que defienden la necesidad de salvaguardar la memoria del Holocausto alertan sobre la proliferaci¨®n de pel¨ªculas que lo tienen como tema, una avalancha que llega, dicen, acompa?ada de dos grandes peligros: la banalizaci¨®n exhibicionista del horror y, en una nueva vuelta de tuerca, la identificaci¨®n con los verdugos. "Para muchos espectadores estadounidenses", escribi¨® el cr¨ªtico de The New York Times A. O. Scott, "una pel¨ªcula sobre el Holocausto equivale hoy a un western". Es decir, a una obra de g¨¦nero m¨¢s cercana al entretenimiento que a la historia.
Para los cr¨ªticos, con ciertos usos del Holocausto en la ficci¨®n el gran riesgo est¨¢ en atravesar la frontera entre explicar, comprender y justificar. A la luz de pel¨ªculas como Valkiria, sobre el atentado frustrado contra Hitler, y The reader, sobre una celadora de un campo de concentraci¨®n, Salabert apunta: "Noto que el inter¨¦s empieza a pasar de la mirada de la v¨ªctima a la del verdugo". Aunque reconoce que la actuaci¨®n de Winslet es "excelente" a la hora de mostrar los miedos cotidianos de una ex nazi advierte: "Un pasito m¨¢s y diremos: eran las circunstancias; hay que comprender".
?Y qu¨¦ dicen las v¨ªctimas? Rosa Toran, presidenta de Amical de Mauthausen, que agrupa a deportados y familiares de deportados a los campos nazis, indica que el alud de pel¨ªculas sobre el Holocausto no siempre ayuda porque no discrimina: "Hay un revival peligroso ligado a veces a que la est¨¦tica nazi es atractiva para mucha gente. Adem¨¢s, es muy grave presentar a los implicados en el complot contra Hitler como resistentes. Los verdaderos resistentes no lo fueron s¨®lo en 1944, cuando vieron la guerra perdida. El problema de la ficci¨®n frente al documental es que se queda en las acciones heroicas aisladas y no indaga mucho m¨¢s".
No obstante, Toran no duda respecto a mostrar la normalidad de los verdugos: "Claro que hay que hablar de ellos. Eran personas normales, no demonios con superpoderes. Otorgarles normalidad es generar ant¨ªdotos para que no vuelva a suceder. Adem¨¢s, explicar no es justificar".
Reyes Mate abunda en esa opini¨®n recordando la pol¨¦mica provocada por la pel¨ªcula El hundimiento, que cuenta las ¨²ltimas horas de Hitler en su b¨²nker berlin¨¦s: "El cine tiene el peligro de que, por sus propios mecanismos, busca la identificaci¨®n del espectador con el protagonista, pero hay que correr el riesgo de hablar de la normalidad de los criminales para que no se piense que el genocidio jud¨ªo fue obra de cuatro locos".
La banalidad del mal, lo llam¨® Hannah Arendt, que, frente a los que al hablar del horror del Holocausto se refugian en lo inexplicable, fue rotunda: si Auschwitz sobrepasa toda noci¨®n de justicia y humanidad habr¨¢ que repensar desde cero el derecho y las ciencias humanas. "Cuando sucede lo impensable aparece lo que da que pensar", a?ade Mate. ?se es para ¨¦l el potencial del Holocausto para las generaciones futuras: "Lo que queda es tomarse en serio toda esa memoria, pasar de la emoci¨®n a la interpretaci¨®n y pensarlo todo a la luz de lo que ocurri¨®, no seguir como si no hubiera ocurrido. Todo: la pol¨ªtica y la propia idea de progreso, la ¨¦tica y, por supuesto, el arte". E insiste, explicar no es comprender. "La gran singularidad de la Shoah es que siempre habr¨¢ un abismo entre las causas que nos damos y lo que ocurri¨®. No s¨®lo un abismo moral, tambi¨¦n racional. El odio a los jud¨ªos no da para matar a un mill¨®n de ni?os".
Tal vez por eso algunos supervivientes valoran, frente al verismo de La lista de Schindler, el absurdo de La vida es bella. Es el caso de Imre Kert¨¦sz, que reconoci¨® en la atm¨®sfera irreal de la pel¨ªcula de Benigni, criticada por te?ir de comedia el drama de un campo de exterminio, "una caracter¨ªstica esencial" de lo que ¨¦l vivi¨® en Auschwitz: "El hedor de la carne quemada nos revolv¨ªa el est¨®mago y, sin embargo, no pod¨ªamos creer que fuera cierto".

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