El hambre y las nuevas tecnolog¨ªas en agricultura
Pocos se acuerdan de que en 2007 tuvimos una crisis mundial de producci¨®n de alimentos. En 2008 esa crisis no se reprodujo y la recesi¨®n econ¨®mica que ahora est¨¢ en marcha parece eclipsar todas las dem¨¢s preocupaciones. Sin embargo, una reuni¨®n de alto nivel en Madrid hace algunas semanas nos recordaba que ambas crisis est¨¢n dejando como secuela un aumento de la poblaci¨®n con hambre o mal nutrida en el mundo. Y en Europa nos seguimos preguntando qu¨¦ hacemos con nuestra pol¨ªtica agraria com¨²n y qu¨¦ tipo de agricultura queremos.
En el actual contexto de reorganizaci¨®n econ¨®mica parece que la agricultura tiene una presencia marginal. La producci¨®n agr¨ªcola puede representar menos del 5% del PIB y de la poblaci¨®n empleada en los principales pa¨ªses europeos. Sin embargo, la agricultura es una actividad esencial por razones distintas de su valor econ¨®mico, aunque sea la base de la industria alimentaria, la mayor industria europea en t¨¦rminos econ¨®micos y de empleo. Lo es porque nuestra vida depende de ella. Aunque a algunos les pueda sorprender, hemos vivido durante siglos sin autom¨®viles, sin electricidad, sin tel¨¦fonos ni televisi¨®n, pero nunca hemos vivido sin alimentos ni, desde que existe la sociedad organizada, sin agricultura. Ni, es la pura obviedad, lo podremos hacer en el futuro.
La actividad agr¨ªcola debe realizarse de forma sostenible desde el punto de vista social y ecol¨®gico
Puede que existan ya m¨¢s obesos que personas que sufren hambre
Hasta ahora no lo hemos hecho mal. Las predicciones maltusianas que se han hecho en diferentes momentos no se han cumplido, y la producci¨®n de alimentos ha ido aumentando m¨¢s que la poblaci¨®n, de forma que en t¨¦rminos globales la actual producci¨®n de alimentos podr¨ªa en teor¨ªa ser suficiente para alimentar a toda la humanidad. Ello se ha conseguido de dos formas simult¨¢neas, aumentando la superficie cultivada y haciendo que la agricultura sea cada vez m¨¢s eficiente. Ya desde el inicio mismo de la agricultura hemos utilizado cualquier tecnolog¨ªa que estuviera a nuestro alcance para producir alimentos: mejores semillas, aperos de labranza, sistemas de cultivo y de riego, abonos y fitosanitarios.
Pero en este momento tenemos delante de nosotros una situaci¨®n compleja. La demanda de alimentos se incrementa a la vez por el aumento de poblaci¨®n y por una poblaci¨®n m¨¢s exigente. Pero no queremos recurrir a aumentar el terreno cultivado a partir de terrenos salvajes.
La deforestaci¨®n nos preocupa por los efectos que tiene en el cambio clim¨¢tico y por la p¨¦rdida de diversidad biol¨®gica que representa. Sabemos adem¨¢s que algunas de nuestras pr¨¢cticas agr¨ªcolas son muy agresivas para el medio ambiente. En nuestro pa¨ªs, el regad¨ªo consume m¨¢s del 70% del agua superficial, y el uso excesivo de abonos y pesticidas es una importante causa de contaminaci¨®n. Nos preguntamos, por tanto,si estamos consumiendo recursos irrecuperables en el futuro. Y sobre todo, tal como nos ha recordado la ¨²ltima reuni¨®n de Naciones Unidas en Madrid, no estamos cumpliendo el objetivo de reducir a la mitad el n¨²mero de personas hambrientas en el mundo en el horizonte de 2015. Nos encontramos en un mundo en el que se produce la terrible paradoja de que el n¨²mero de individuos con un problema de obesidad puede haber superado al de personas con hambre.
Es en este entorno en el que el presidente de la Comisi¨®n Europea solicit¨® al Grupo Europeo de ?tica de las Ciencias y las Nuevas Tecnolog¨ªas una opini¨®n sobre cu¨¢l es el marco en el que puede plantearse el uso de nuevas tecnolog¨ªas en la agricultura. Porque aunque sepamos que la agricultura ha sido siempre una actividad dependiente de las tecnolog¨ªas disponibles, algunas de ellas han planteado conflictos importantes. Por citar dos ejemplos recientes, las plantas modificadas gen¨¦ticamente o los biocombustibles son objeto de discusiones intensas en Europa, en las que diferentes pa¨ªses miembros y diferentes colectivos sociales presentan actitudes muy contrastadas. Pero adem¨¢s nos encontramos en Europa en un entorno de reforma de la Pol¨ªtica Agraria Com¨²n y con las negociaciones para la liberalizaci¨®n del comercio internacional encalladas por el tema de los precios agr¨ªcolas y las subvenciones a la agricultura.
En la opini¨®n se trata de identificar los criterios b¨¢sicos que sirvan a la hora de tomar decisiones y que se resumen en que las nuevas tecnolog¨ªas deber¨ªan aplicarse en agricultura si contribuyen a asegurar una alimentaci¨®n suficiente y segura para los humanos y si contribuyen a que esta producci¨®n pueda mantenerse a largo plazo.
Como ejemplo, desde esta perspectiva se puede tratar de enfocar dos de las cuestiones pol¨¦micas en Europa. Se puede reconocer que debe evitarse el cultivo de biocombustibles cuyo uso compita con la producci¨®n de alimentos, pero aceptar al mismo tiempo que pueden ser una alternativa a la dependencia del petr¨®leo y ser un cultivo interesante para algunos agricultores. Por tanto, puede recomendarse que se cultiven en terrenos en barbecho y que se acelere la investigaci¨®n para tratar de que el combustible se produzca a partir de lignocelulosa y no de almid¨®n.
Igualmente puede reconocerse que las plantas transg¨¦nicas pueden dar lugar a cultivos m¨¢s productivos, pero su uso debe hacerse en condiciones de un an¨¢lisis detallado del impacto en relaci¨®n con los posibles riesgos y beneficios que aporten.
Pero en Europa la agricultura es un tema muy pol¨ªtico. Lo es en tanto que la Pol¨ªtica Agraria Com¨²n sigue representando la mayor aportaci¨®n del presupuesto comunitario y de ella depende la actividad de muchas zonas rurales y en tanto que esta misma pol¨ªtica est¨¢ en el centro de las discusiones internacionales sobre comercio. Por tanto, si se sigue la recomendaci¨®n de introducir criterios ¨¦ticos en la agricultura habr¨¢ que reconocer que el acceso a los alimentos es un derecho para todos los individuos del planeta y que la actividad agr¨ªcola en todas sus formas debe realizarse de forma sostenible desde el punto de vista social y ecol¨®gico. Y deber¨ªa ser necesario que este tipo de criterios est¨¦ presente en las negociaciones internacionales.
En este entorno se propone que Europa tome sus responsabilidades como primer actor mundial en el comercio de alimentos y como defensora de valores que se proclaman desde la Uni¨®n Europea. Por ello Europa deber¨ªa mantener el nivel que ha tenido siempre en el desarrollo de tecnolog¨ªas que promuevan al mismo tiempo la producci¨®n agr¨ªcola y respeten el medio ambiente y la diversidad biol¨®gica. Europa podr¨ªa ser determinante en la forma como se introducen estas tecnolog¨ªas permitiendo que tengan acceso a ellas quienes m¨¢s los necesitan y que se haga con respeto a las estructuras sociales y al conocimiento local europeo y en el contexto global. Por ejemplo, la introducci¨®n de ciertos criterios de propiedad intelectual en la producci¨®n de alimentos o la gran concentraci¨®n en pocas manos de algunas de las etapas de su producci¨®n y distribuci¨®n pueden acabar siendo una barrera para el acceso de quienes las necesitan a las nuevas tecnolog¨ªas y sus productos. En las actuales discusiones internacionales, Europa puede ser decisiva para que se introduzcan en temas relativos a la agricultura y la alimentaci¨®n criterios que respeten aquellos valores que decimos defender.
Pere Puigdom¨¨nech es miembro del Grupo Europeo de ?tica de las Ciencias y las Nuevas Tecnolog¨ªas.
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