Los talibanes avanzan hacia Islamabad
Los integristas toman el control de una zona a 100 kil¨®metros de la capital de Pakist¨¢n - El Gobierno env¨ªa fuerzas paramilitares para frenar la amenaza
![?ngeles Espinosa](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F32bb7ff4-537e-43ea-9dab-0cb3f83ba60b.png?auth=fe7906998c48e4418837148be26d16b394f20655dd6a58f57c74c79fe3150bd9&width=100&height=100&smart=true)
Las patrullas de talibanes controlando las carreteras y pueblos del distrito de Buner, a un centenar de kil¨®metros de Islamabad, han disparado la alarma en Pakist¨¢n. El Gobierno envi¨® ayer a dos centenares de miembros del Frontier Constabulary, las fuerzas auxiliares de la frontera, para tratar de retomar el control. Aunque la exhibici¨®n de fuerza no supone una amenaza inmediata para la capital, constituye una indicaci¨®n del creciente ¨ªmpetu de los insurgentes, apenas diez d¨ªas despu¨¦s de que el Gobierno se plegara a sus exigencias de establecer la ley isl¨¢mica (sharia) en el vecino valle de Suat.
"Si los talibanes contin¨²an su avance al ritmo actual, pronto estar¨¢n llamando a las puertas de Islamabad", manifest¨® el mi¨¦rcoles ante el Parlamento Fazl ur Rehman, jefe de Yamiat-e-Ulema-e-Islam, el principal partido islamista de Pakist¨¢n.
La democracia es "un concepto ajeno al islam", dice el l¨ªder religioso de Suat
Tal vez sea exagerado, pero preocupa que, desde las monta?as de Buner, los talibanes tienen acceso a las llanuras de Suabi que llevan directamente a la autopista entre Islamabad y Peshawar, la capital de la Provincia Fronteriza del Noroeste. El distrito de Buner, con cerca de un mill¨®n de habitantes, es tambi¨¦n la puerta a la ciudad de Mardan, la segunda en importancia de esta provincia, despu¨¦s de Peshawar. Ayer, poco despu¨¦s de llegar a Buner para reforzar la seguridad, las fuerzas paramilitares fueron atacadas por hombres no identificados.
Desde Occidente se observa con pavor el descenso al caos de este vecino de Afganist¨¢n, donde tropas de medio centenar de pa¨ªses -entre ellos Espa?a- combaten a los talibanes y otros grupos simpatizantes de Al Qaeda, y que adem¨¢s tiene armas at¨®micas.
El portavoz del Ej¨¦rcito paquistan¨ª, el general Atar Ab¨¢s, neg¨® que la situaci¨®n fuera tan grave como se hab¨ªa pintado. Seg¨²n ¨¦l, los insurgentes apenas controlan una cuarta parte de Buner, sobre todo en el norte del distrito. "Somos plenamente conscientes de la situaci¨®n", dijo el militar, citado por las agencias de prensa, "y se le ha dicho a la otra parte que saque a su gente de esa zona". Hay miles de soldados en el valle de Suat, pero ninguno en Buner, donde la ¨²nica fuerza armada es la polic¨ªa.
Y eso a pesar de que la llegada de los talibanes a este enclave monta?oso era una cr¨®nica anunciada desde febrero, cuando el Ej¨¦rcito acept¨® una tregua con ellos en Suat y se repleg¨® a sus cuarteles. Los extremistas, sin embargo, no han cumplido su palabra de deponer las armas. Seg¨²n el diario Dawn, empezaron su asalto a principios de abril, cuando un primer grupo de milicianos con armamento pesado cruz¨® las monta?as que separan ese valle de Buner. Los polic¨ªas, mal pagados y mal equipados, no se han enfrentado a ellos.
Lo m¨¢s dram¨¢tico del caso es que los propios habitantes se hab¨ªan organizado para hacer frente al avance talib¨¢n. Fue el a?o pasado, a ra¨ªz de que los fan¨¢ticos trataran de tomar el santuario del santo suf¨ª Pir Baba, una de sus principales atracciones y que sol¨ªa congregar a peregrinos de todo el pa¨ªs. As¨ª que cuando los talibanes, que condenan la veneraci¨®n de santos como una superstici¨®n, amenazaron el lugar, los aldeanos de los alrededores montaron patrullas de vigilantes y les obligaron a retroceder.
Pero tras la retirada del Ej¨¦rcito de Suat, la moral de los vecinos parece haber deca¨ªdo, y algunos pueden haber considerado que es mejor no oponer resistencia. Al fin y al cabo, los talibanes est¨¢n mejor armados y disponen de campos de entrenamiento en ese valle, por lo que muy probablemente iban a terminar avanzando de todos modos.
Hace diez d¨ªas que los extremistas cerraron el santuario de Pir Baba, y desde entonces han ido avanzando sin parar hacia el resto del distrito. El mi¨¦rcoles ordenaron a los miembros de las ONG locales que abandonaran sus oficinas y las saquearon.
Tampoco han mantenido en secreto sus intenciones. A principios de esta semana, su portavoz, Muslim Jan, jur¨® extender la ley isl¨¢mica m¨¢s estricta a todo Pakist¨¢n. Incluso se permiti¨® invitar a Suat a Osama Bin Laden. El l¨ªder religioso de ese valle, Sufi Mohamed, tambi¨¦n ha explicado que la democracia es "un concepto ajeno al islam" y que los talibanes pretenden acabar con ella en Pakist¨¢n. Estos acontecimientos no s¨®lo han alarmado a Estados Unidos y sus aliados occidentales, sino a la mayor¨ªa de los 170 millones de paquistan¨ªes. The News ped¨ªa en un editorial al Gobierno y al Ej¨¦rcito que act¨²en de una vez.
![Milicianos armados vigilan el consejo entre l¨ªderes talibanes y residentes del distrito de Buner tras la ocupaci¨®n de la zona por los insurgentes.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/NXVGGZL2XYJJT2AH4WI5UU27CA.jpg?auth=71d7bb6b43d941f044f13321d854cacf815a2172faffbf7a898587b982955765&width=414)
Los radicales quieren imponer la ley isl¨¢mica en todo el pa¨ªs
No hace falta salir de Islamabad para encontrarse con los islamistas que pretenden la imposici¨®n de la sharia (ley isl¨¢mica) en Pakist¨¢n. Con la inesperada y sorprendente puesta en libertad del maulana Abdul Aziz, la semana pasada, la Mezquita Roja de la capital ha vuelto a convertirse en el faro ideol¨®gico de los extremistas, sin haberse cumplido dos a?os de la sangrienta confrontaci¨®n que las fuerzas de seguridad libraron contra sus seguidores.
En su primer serm¨®n despu¨¦s de estos meses de arresto domiciliario, Aziz pidi¨® sin ning¨²n recato el pasado viernes el establecimiento de la sharia en su pa¨ªs y en el mundo. El cl¨¦rigo, que en julio de 2007 fue detenido cuando intentaba huir del asalto a esa mezquita disfrazado con un burka, asegur¨® que la suya era una lucha pac¨ªfica, pero dej¨® entrever que no descartaba apelar al uso de la fuerza.
"Si el Gobierno quiere paz y estabilidad, deber¨ªa adoptar el sistema [jur¨ªdico] isl¨¢mico", declar¨®. "Pero si elige la senda de la agresi¨®n y la fuerza, agravar¨¢ la situaci¨®n", a?adi¨® en una poco velada amenaza ante la multitud de enturbantados que le jaleaban en medio de estrictas medidas de seguridad. La polic¨ªa hab¨ªa rodeado con alambre de espino todo el per¨ªmetro de la mezquita y mantuvo una discreta vigilancia de las plegarias. El maulana, tratamiento de respeto que en el subcontinente indio y Asia Central se antepone al nombre de los graduados de las escuelas cor¨¢nicas, neg¨® que haya pactado con las autoridades, a pesar de que a¨²n tiene 26 causas abiertas.
Aziz apoy¨® junto a su hermano y asistente, Abdul Rashid Gazi, el ascenso al poder de los talibanes en el vecino Afganist¨¢n durante los a?os noventa. Para 2007 ambos estaban empe?ados en convertir Pakist¨¢n en un Estado isl¨¢mico en esa misma l¨ªnea. De hecho, en los meses que precedieron al choque con las fuerzas de seguridad, en el que Gazi resultar¨ªa muerto, almacenaron armas en el recinto de la mezquita y enviaron a grupos de estudiantes de su madraza en misiones morales contra videoclubes y presuntos prost¨ªbulos en una clara provocaci¨®n al Gobierno.
M¨¢s de un centenar de personas murieron en el asalto que sigui¨® a esa demostraci¨®n de fuerza de los islamistas y que marc¨® un aumento de los atentados en todo el pa¨ªs. Aziz se refiri¨® a ellos como m¨¢rtires e inst¨® a otros a sacrificar su vida por el islam. De ah¨ª que los observadores teman que su libertad para predicar inspire un nuevo estallido entre sus seguidores, incluidos grupos extremistas y sectarios ilegalizados
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