"La escritura siempre es urgente"
A l¨¢piz y de madrugada. As¨ª es como empez¨® a escribir Toni Morrison (Ohio, 1931) a finales de los sesenta cuando era una reci¨¦n divorciada madre de dos ni?os peque?os. Pasaba el resto del d¨ªa trabajando en una editorial. Han pasado 30 a?os desde aquello pero la escritora, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1993, se mantiene fiel a sus costumbres. "Al principio pensaba que escrib¨ªa a esas horas por los ni?os, pero con el tiempo comprend¨ª que me gusta. Escribo a l¨¢piz y luego paso a ordenador los distintos trozos y voy corrigiendo", explica.
Morrison conserva no s¨®lo sus h¨¢bitos pr¨¢cticos como escritora, sino tambi¨¦n su personal estilo y su tem¨¢tica. A ellos regresa con fuerza en Una bendici¨®n (Lumen), su novena novela. La autora de las aclamadas Ojos azules, Beloved y Jazz, entre otros libros, reconstruye en esta nueva y ambiciosa obra, de apenas 160 p¨¢ginas, el origen de la perversa alianza de raza y esclavitud en el nuevo mundo. Pas¨® dos a?os investigando, hablando con antrop¨®logos y trazando el paisaje que envuelve Una bendici¨®n, una historia que ha dividido a la cr¨ªtica y en la que se aprecia un tono experimental en la confluencia de puntos de vista narrativos. Situada en el siglo XVII, esta historia de amor, amistad y lucha arranca con la voz de una adolescente negra, Florens, a quien su madre entreg¨® a un granjero. "No quer¨ªa hablar de cl¨¦rigos, ni de comerciantes ¨¦sa es la vieja historia de los peregrinos y lo cierto es que aqu¨ª vino mucha gente normal que pens¨® que encontrar¨ªa mejores oportunidades. Lo mismo ocurre ahora con los norteafricanos que cruzan a Europa en las pateras", reflexiona.
"Obama es reflexivo y articulado; sabe hablar, y ?es un buen escritor!"
"El 'burka moderno' es la cirug¨ªa pl¨¢stica que impide saber qui¨¦n es qui¨¦n"
Desde hace m¨¢s de una d¨¦cada Morrison imparte clases en la Universidad de Princeton. All¨ª ha montado un taller, un curso en el que cada a?o invita a artistas de distintos ¨¢mbitos (desde el violinista Yo-Yo Ma hasta Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez) a trabajar con sus j¨®venes estudiantes.
El pelo canoso y trenzado de Morrison parece de terciopelo; lo lleva atado en una larga coleta. Sus ojos color avellana hacen juego con el tono de su piel. Cuenta que desde finales de enero anda renqueante por una ci¨¢tica. "La culpa la tiene Obama", dice divertida. En la investidura del nuevo presidente estuvo caminando horas en el fr¨ªo, vio la ceremonia sentada en una silla de metal "congelada" y cuando termin¨® y se encontraba comiendo en un restaurante recibi¨® su llamada. Al levantarse de la mesa para contestar se cay¨®. A pesar de la cojera est¨¢ feliz con el nuevo presidente. "Ocurri¨® algo trascendente. Estoy muy, muy contenta y profundamente conmovida", afirma.
Admiradora de Hillary desde los tiempos en que su esposo estaba en la Casa Blanca -fue ella quien le llam¨® el primer presidente negro-, la escritora empez¨® a fijarse en Obama. "El debate entre g¨¦nero y raza era algo que no me interesaba, era un lujo que este pa¨ªs no se pod¨ªa permitir. Est¨¢bamos tan mal que este tipo de disquisiciones estaban fuera de lugar. Hab¨ªa que elegir a alguien con la inteligencia y el temperamento que la situaci¨®n requer¨ªa. Y Obama lo tiene. Es estable y mantiene la cabeza fr¨ªa. Es articulado y reflexivo y sabe hablar y ?es un buen escritor! Me encant¨® su libro", dice Morrison entusiasmada.
Durante la m¨ªtica campa?a Morrison estaba terminando de revisar Una bendici¨®n, libro en el que toma una nueva perspectiva sobre la lacerante herida de esclavitud y segregaci¨®n que han sufrido los afroamericanos en Estados Unidos. "Los pobres aqu¨ª fueron segregados entre blancos y negros. Los terratenientes se protegieron estableciendo estas divisiones. A menudo para hablar del origen de Am¨¦rica se cita 1776 y la lucha contra los ingleses, pero ocurrieron muchas cosas antes de ese momento. La raza se fue asociando a la esclavitud progresivamente", explica.
El trauma que 300 a?os de esclavitud y segregaci¨®n dejaron han sido un terreno f¨¦rtil para la prosa de Morrison. "La gente no hablaba. Cantaban sobre ello en las canciones espirituales en las que hay muchos c¨®digos para contar sus experiencias. Pero quer¨ªan olvidar, tirar hacia delante", explica. "Incluso escritores como Frederick Douglas no lo hac¨ªan. Quer¨ªan que se abolieran las leyes racistas y no hablar de su sufrimiento". Ella decidi¨® acabar con el silencio. "No quer¨ªa que otros hablaran por m¨ª. No me parec¨ªa sano vivir con ese pasado oculto. Desde entonces mucha otra gente escribe sobre esto. Yo lo hice para entender qui¨¦n era".
Lo mismo le ocurre a la impulsiva Florens protagonista de su novela, que con arrojo y fuerza cuenta su historia en la granja, su amistad con la leal Lina, su enamoramiento de un negro libre. "Ella escribe desde el principio y se desarrolla seg¨²n va contando la historia, evoluciona a partir del propio acto de escribir, algo que le otorga un nuevo poder. Es esto lo que vuelve el mundo coherente y as¨ª ha sido tambi¨¦n para m¨ª. La escritura siempre es urgente". ?Ha cambiado con el paso de los a?os como escritora? "Siempre me he sentido en control cuando escribo pero uso distintos lienzos. Mi escritura ahora es m¨¢s arriesgada y me f¨ªo m¨¢s, me gusta abrir un espacio de di¨¢logo entre el lector y el texto; esto inyecta vida", contesta.
Feminista y luchadora, Morrison retoma con Una bendici¨®n Morrison otro de los grandes temas que han marcado su trabajo: la amistad entre mujeres. "Ni siquiera en las novelas de Jane Austen las mujeres eran amigas; de lo ¨²nico que hablaban era de c¨®mo casarse", comenta. "Esto no era as¨ª en la comunidad negra en la que yo crec¨ª, pero en la literatura estaban relegadas. Ahora el sometimiento de la mujer contin¨²a con el burka cl¨¢sico o con lo que yo llamo el burka moderno, la cirug¨ªa pl¨¢stica que me impide saber qui¨¦n es qui¨¦n".
Morrison enarca las cejas cuando alude a los lectores que se?alan que sus obras son tristes. No est¨¢ de acuerdo. "Al final de mis libros los personajes tienen una sabidur¨ªa de la que carec¨ªan al principio. Hay un rayo de clarividencia que les ilumina, pero digamos que el para¨ªso no existir¨ªa si todo el mundo fuera admitido".
Babelia
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