Reformas y contrarreformas
Hay coincidencia general en la necesidad de una serie de reformas en la econom¨ªa espa?ola para superar la crisis (que ha homogeneizado los problemas m¨¢s inmediatos de todos los pa¨ªses), que se pueda volver a la senda de un mayor crecimiento y conseguir la convergencia real con los m¨¢s avanzados. En suma, para aumentar el bienestar de los ciudadanos. Son reformas del mercado de trabajo, las pensiones, el sistema educativo, el mercado energ¨¦tico, la mejora de la competitividad, etc¨¦tera.
La primera batalla acerca de las reformas estructurales se pierde cuando el ciudadano las identifica con contrarreformas. Con p¨¦rdidas de derechos: con contrarreformas. Entonces se anula el consenso previo y las reformas devienen en el centro de una confrontaci¨®n pol¨ªtica e incluso ideol¨®gica. Los sindicatos siempre han dicho que se movilizar¨¢n en el momento que los cambios devengan en retrocesos sociales. De ah¨ª que Zapatero, ayuno de apoyos parlamentarios, declare que, mientras gobiernen los socialistas, de esta recesi¨®n no se saldr¨¢ "ni con despido m¨¢s barato ni con recortes de la protecci¨®n social". No quiere abrir otro frente.
Los cambios deben comportar sacrificios compartidos: que no cargue con sus consecuencias s¨®lo una parte de la poblaci¨®n
Conviene que inmediatamente despu¨¦s de que alguien se pronuncie a favor de las reformas estructurales, indique sus contenidos. Todos no quieren hacer el mismo tipo de reformas. Hasta ahora se hab¨ªa considerado que los cambios, fuesen fruto del pacto pol¨ªtico o social o como consecuencia de normas legislativas, deber¨ªan comportar "sacrificios compartidos": que no s¨®lo una parte de la poblaci¨®n cargase con sus consecuencias m¨¢s dolorosas. M¨¢xime en un contexto en el que la crisis actual no tiene ni remotamente un origen laboral y en el que, sin embargo, el n¨²mero de parados se ha m¨¢s que duplicado en los ¨²ltimos dos a?os.
Recientemente ha habido tres tipos de comportamientos sobre la reforma del mercado laboral, que ilustran la capacidad de consenso o ruptura. Primero, la CEOE acaba de hacer p¨²blica su propuesta de despido libre en la pr¨¢ctica (todas las decisiones empresariales de extinci¨®n de los contratos, con la excepci¨®n de las situaciones de embarazo o las licencias de maternidad y paternidad, ser¨¢n consideradas procedentes), sin m¨¢s obligaci¨®n que la de preavisar al trabajador y con un mes de indemnizaci¨®n de 20 d¨ªas de salario por a?o de servicio, con un tope de 12 mensualidades. Mientras alg¨²n sindicalista ya ha declarado que un marco como el que propone la c¨²pula patronal no se daba ni en el Chile de Pinochet, el PSOE se opone frontalmente y el PP ha mirado para otro lado.
La segunda oferta es, precisamente, la del PP. Hace unos d¨ªas se hicieron p¨²blicas las "Propuestas del PP sobre reformas estructurales" que no son m¨¢s que una declaraci¨®n de principios sin nada dentro. Dif¨ªcil encontrar hasta ahora en otro documento un grado de inconcreci¨®n mayor. Lo ¨²nico que dice sobre la reforma laboral es que "todas las medidas estructurales deben priorizar la creaci¨®n de empleo y a ellas debe a?adirse una reforma del mercado de trabajo que frene la destrucci¨®n de empleo y posibilite la creaci¨®n de nuevos puestos de trabajo". Ello se conseguir¨ªa mediante la promoci¨®n de un gran acuerdo parlamentario por el empleo y la competitividad "que facilite la empleabilidad, busque la seguridad de los trabajadores, fomente la contrataci¨®n, especialmente la indefinida, a trav¨¦s de la bajada selectiva de las cotizaciones sociales y mejore los mecanismos de cobertura por desempleo". Punto. No dice m¨¢s. ?Hay alguien que pueda estar en desacuerdo con tal grado de generalidad e inanidad?
El tercer comportamiento lo ha tenido un centenar de algunos de los mejores economistas acad¨¦micos de este pa¨ªs, que se han arrimado al hecho de que Espa?a sufre una destrucci¨®n de empleo muy superior a la observada en la mayor¨ªa de los pa¨ªses desarrollados. Su propuesta (www.crisis09.es) consiste en actuar en cuatro campos: acabar con la dualidad laboral (un mercado en el que el 30% de los asalariados tiene un contrato temporal), cambiar el dise?o de la protecci¨®n por desempleo, adecuar el sistema de negociar colectiva al nuevo modelo productivo al que intentamos aproximarnos y reformar las pol¨ªticas activas de empleo. Estos economistas comprometidos proponen un ¨²nico contrato indefinido para todas las nuevas contrataciones, con una indemnizaci¨®n por a?o de servicio creciente con la antig¨¹edad. Se pueden discutir los detalles de su propuesta y mejorarla si es posible, pero forma parte de esa filosof¨ªa de sacrificios compartidos que parece tan necesaria.
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