Ansiedad por ver el final del t¨²nel
A fuerza de practicar un optimismo patol¨®gico, el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, y el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, corren el peligro de perder credibilidad y ser arrollados por la continuidad de la crisis. Las elecciones europeas de junio pr¨®ximo pueden ser el momento del encontronazo.
El ejemplo m¨¢s reciente de ese optimismo irreflexivo es el desempleo. Las cifras oficiales del paro dadas a conocer la semana pasada son demoledoras para ambos.
Corbacho lleg¨® al ministerio afirmando que el desempleo en Espa?a dif¨ªcilmente llegar¨ªa a 3,5 millones de personas. Tuvo que tragarse esa cifra. Pero la resistencia a ver las cosas como son le llev¨® a decir que en modo alguno ver¨ªamos cuatro millones de parados. Las cifras oficiales del INE dicen que a finales de marzo se hab¨ªa rebasado esa cifra.
Los pesimistas suelen acertar m¨¢s al pensar que las cosas puedan ir a peor, pero a los optimistas les suele ir mejor en la vida
Por su parte, el presidente del Gobierno anunci¨® a bombo y platillo que al final del primer trimestre de 2009, es decir, en estas fechas, ver¨ªamos las se?ales del final del t¨²nel de la crisis.
?Qu¨¦ tiene de malo ser optimista?, se pregunta con frecuencia Rodr¨ªguez Zapatero cuando le recuerdan su resistencia, primero, a pronunciar la palabra crisis y, ahora, su optimismo prematuro. En tiempos de recesi¨®n, el optimismo prematuro puede llevar a confundir la luz del final del t¨²nel con la del tren de la crisis que viene de frente a toda velocidad y amenaza con arrollarte.
?se es el riesgo. A fuerza de desear que ocurra lo mejor, el optimismo irreflexivo impide prepararse para lo peor.
Hacen falta planes de contingencia porque la crisis a¨²n no ha tocado fondo. Dejemos de lado ahora las consecuencias a largo plazo, como la cuesti¨®n de las pensiones, sobre la que ha llamado la atenci¨®n el gobernador del Banco de Espa?a, con el sonoro enfado del ministro Corbacho y del presidente Zapatero, que le han llamado al orden. A corto plazo hay al menos tres aspectos de la econom¨ªa en los que muy probablemente vamos a ver deterioro.
El primero es el del desempleo. Su avance a¨²n no se ha frenado. Hay varias razones que me llevan a pensar que continuar¨¢ deterior¨¢ndose durante un tiempo no necesariamente corto.
Por una parte, la poblaci¨®n que desea trabajar (poblaci¨®n activa) est¨¢ aumentando. Muchas personas que antes no trabajaban, especialmente mujeres, ahora desean hacerlo para llevar un ingreso al hogar que sustituya a un empleo perdido. Por tanto, en muchos hogares ahora tenemos a una persona que ha perdido el empleo y a otra que desea trabajar pero no encuentra trabajo. Esto es lo que ha hecho aumentar el desempleo a finales del a?o pasado. Y aunque su ritmo disminuya como consecuencia del des¨¢nimo, continuar¨¢ su crecimiento.
Por otra parte, ha aumentado el ritmo de destrucci¨®n de empleos existentes. Esto es lo que ha hecho aumentar el desempleo en este trimestre. Hasta ahora la destrucci¨®n de empleo se produc¨ªa b¨¢sicamente en la construcci¨®n, pero ha comenzado tambi¨¦n a manifestarse en la industria y en los servicios. Y probablemente continuar¨¢ en los pr¨®ximos meses como consecuencia de lo que m¨¢s abajo dir¨¦.
Hay que tener en cuenta, adem¨¢s, que aun despu¨¦s de que la econom¨ªa deje de caer, el empleo lo seguir¨¢ haciendo durante un periodo posterior, que puede ser largo. En la recesi¨®n del a?o 1992, la actividad econ¨®mica (el PIB) cay¨® durante 18 meses, pero el empleo continu¨® empeorando casi durante los dos a?os siguientes.
El segundo aspecto en el que la crisis no ha tocado fondo es el del sistema financiero. Es cierto que la regulaci¨®n financiera en Espa?a ha sido m¨¢s prudente al haber exigido a la banca hacer provisiones en tiempos de bonanza, pero tambi¨¦n es cierto que la burbuja fue mayor en el caso espa?ol.
Hasta ahora, bancos y cajas han experimentado el impacto de la falta de liquidez. Pero a¨²n est¨¢ por llegar en toda su intensidad el problema de solvencia provocado por la morosidad del fuerte cr¨¦dito concedido a los promotores inmobiliarios y el de la peque?a y mediana empresa. Y queda un tercer impacto: la necesidad de reducir la dimensi¨®n y cambiar el modelo de negocio, especialmente las cajas de ahorro, que lo han centrado hasta ahora en el cr¨¦dito inmobiliario.
Quiz¨¢ por todo ello, una persona que como Jos¨¦ Ram¨®n Quint¨¢s, presidente de la Confederaci¨®n de Cajas de Ahorro, conoce bien los riesgos pide insistentemente al Gobierno un plan de recapitalizaci¨®n de las cajas para evitar "riesgos catastr¨®ficos".
Por ¨²ltimo, los problemas de liquidez y solvencia de bancos y cajas aumentar¨¢n las dificultades de supervivencia de muchas peque?as y medianas empresas al faltarles el ox¨ªgeno del cr¨¦dito. Esto hace que tambi¨¦n en este terreno el Gobierno tenga que ser m¨¢s activo en suministrar cr¨¦dito a las empresas, si no quiere que se dispare el desempleo en la industria y los servicios.
Por tanto, hay tres tipos de actuaciones p¨²blicas que son necesarias para aminorar el impacto a corto plazo de la crisis. Primero, persistir en los planes de sostenimiento del empleo y de apoyo a los desempleados. Segundo, un plan de recapitalizaci¨®n de cajas y bancos, que no sea gravoso para los contribuyentes. Tercero, aumentar el flujo de cr¨¦dito a empresas solventes.
No tengo nada contra el optimismo, al contrario. Es cierto que los pesimistas acostumbran a acertar m¨¢s al pensar que las cosas puedan ir a peor, pero a los optimistas les suele ir mejor en la vida. Aunque s¨®lo fuese por esto, es mejor mantener una actitud optimista.
Pero la ansiedad por encontrar se?ales que anuncien el fin del t¨²nel puede llevar a no estar preparado para lo peor. ?se es el riesgo que el Gobierno debe evitar.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB.
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