La hipoteca de Ibarretxe
El 'lehendakari' deja ma?ana el poder con la investidura del l¨ªder socialista vasco tras perder el PNV la centralidad en Euskadi por su deriva soberanista
Diez a?os, cuatro meses y tres d¨ªas habr¨¢ durado el mandato de Juan Jos¨¦ Ibarretxe -el quinto lehendakari del PNV de la historia de la autonom¨ªa, el tercero de la democracia- cuando el Parlamento de Vitoria elija ma?ana como sucesor al socialista Patxi L¨®pez. Y dar¨¢ paso, por primera vez en 73 a?os, desde el primer Estatuto de Autonom¨ªa de 1936, a un Gobierno vasco no nacionalista. Probablemente, en esa direcci¨®n ir¨¢n las l¨ªneas que las enciclopedias le dediquen a Ibarretxe: lehendakari del PNV de 1999 a 2009 que promovi¨® un estatus de libre asociaci¨®n del Pa¨ªs Vasco con Espa?a, tras cuyo mandato ese partido perdi¨® el poder dando paso al primer Ejecutivo socialista de la historia de Euskadi.
El Pa¨ªs Vasco ha vivido con ¨¦l los diez a?os m¨¢s convulsos de la democracia
El balance que arrojan sus m¨¢s de 10 a?os en Ajuria Enea difiere seg¨²n se contemplen desde el punto de vista de los intereses del PNV o desde el de la estabilidad y la convivencia pol¨ªtica en Euskadi y entre esa comunidad aut¨®noma y el resto de Espa?a. En el primer aspecto, la lectura es tambi¨¦n doble. Nadie puede negarle que ha proporcionado a su partido 10 a?os m¨¢s en el poder y que lo ha devuelto a una posici¨®n m¨¢s consolidada y hegem¨®nica dentro del espacio electoral nacionalista. Lo tom¨® con 21 parlamentarios y lo deja con 30, muy cerca de su cota m¨¢s alta (32), lograda en 1984 con Carlos Garaikoetxea. Si tal fue el objetivo del PNV cuando en 1998, visto su persistente estancamiento electoral, opt¨® por la acumulaci¨®n nacionalista en el Pacto de Lizarra, puede considerarlo cumplido.
Sin embargo, nadie puede tampoco pasar por alto que el precio de la pol¨ªtica que ha practicado Ibarretxe ha sido el aislamiento del PNV, hasta el punto de arrojarle del poder, en el que hab¨ªa estado ininterrumpidamente desde 1979.
La raz¨®n es que esa recuperaci¨®n, que ha amortizado en 23 a?os las p¨¦rdidas que le ocasion¨® la escisi¨®n de EA en 1986, se ha realizado a costa del escoramiento hacia posiciones soberanistas y la ruptura de puentes con los no nacionalistas. El precio ha sido la p¨¦rdida de la centralidad y la incapacidad para pactar con alguno de los dos partidos (PSE o PP) que podr¨ªan haberle evitado pasar a la oposici¨®n.
El todav¨ªa lehendakari en funciones ha sostenido esa posici¨®n contra viento y marea, manteni¨¦ndose en el poder una d¨¦cada siempre gracias a la izquierda abertzale. No se ha parado ante nada. En el camino, se ha llevado por delante a un presidente de su partido, Josu Jon Imaz; ha deteriorado hasta el extremo sus relaciones con el Gobierno central, primero con Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y despu¨¦s con Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, y se ha estrellado en dos ocasiones -con el plan Ibarretxe en 2005 y con el intento de consulta en 2008- contra los l¨ªmites de la realidad. Ahora se los deja a su partido como "hitos democr¨¢ticos" a los que, a su entender, habr¨¢ que volver alg¨²n d¨ªa. El PNV tendr¨¢ que decidir si es as¨ª o no.
Desde el punto de vista de la estabilidad de Euskadi, han sido los 10 a?os m¨¢s convulsos y de mayor deterioro de la convivencia y divisi¨®n pol¨ªtica, e incluso social en algunos momentos y asuntos, de la democracia. Las situaciones m¨¢s crudas han estado relacionadas con su comportamiento ante atentados de ETA, y abrieron una brecha insalvable entre ¨¦l y la gran mayor¨ªa de las v¨ªctimas de la banda.
Probablemente, fue su dependencia de la izquierda abertzale lo que le llev¨® a interponer esa distancia incomprensible. Se inici¨® con su reacci¨®n ante el asesinato del ex vicelehendakari socialista Fernando Buesa en febrero de 2000 y sigui¨® con sus roces con la familia de Jos¨¦ Ram¨®n Recalde junto a la cama del ex pol¨ªtico herido en septiembre de ese mismo a?o, o ante la del hoy secretario del Grupo Socialista en el Congreso, Eduardo Madina, al que ETA intent¨® matar en febrero de 2002.
Y ha terminado con su olvido del asesinato del empresario Ignacio Uria, cometido hace cinco meses en Azpeitia, en el primer d¨ªa de la pasada campa?a electoral peneuvista y con su silencio y frialdad ante la amenaza que ETA acaba de lanzar sobre Patxi L¨®pez y su Gobierno, al declararlo "objetivo prioritario".
El empe?o de Ibarretxe no se ha traducido tampoco en avances en el autogobierno, m¨¢s bien al contrario. Ibarretxe no ha desbloqueado en 10 a?os ninguna transferencia, hasta que el PNV obtuvo la de I+D+i en la negociaci¨®n presupuestaria de este a?o. Durante su mandato se han reformado los estatutos de seis comunidades, mientras el vasco perdi¨® su ocasi¨®n en el Congreso por el radicalismo de su proyecto de reforma, el conocido como plan Ibarretxe.
En lo dom¨¦stico, los ayuntamientos vascos son los ¨²nicos de Espa?a sin una ley financiera auton¨®mica, lo que les aboca a la inseguridad presupuestaria. Otro tanto ocurre con las pol¨ªticas de empleo. Euskadi es la ¨²nica comunidad que no las tiene traspasadas, lo que le resta 120 millones de euros anuales para luchar contra el desempleo.
Con un Gobierno siempre en minor¨ªa a pesar de haber llegado a reunir a tres partidos, Ibarretxe ha recorrido sus tres mandatos al albur de la izquierda abertzale: con sus votos ha sido investido lehendakari y s¨®lo gracias a ellos pudo sacar adelante en el Parlamento vasco sus dos pol¨¦micas iniciativas soberanistas. Nada se le puso por delante: ni la dependencia de esos votos, ni su propia promesa de no promover una consulta mientras persistiese el terrorismo ni siquiera la advertencia de la mitad de la Comisi¨®n Jur¨ªdica Asesora del Ejecutivo vasco, elegida por su propio Gobierno, sobre la inconstitucionalidad del proyecto, que s¨®lo logr¨® su aval por el voto de calidad de su presidente.
La desautorizaci¨®n m¨¢s insistente que lanza ahora sobre su sucesor es que ma?ana ser¨¢ lehendakari no por voluntad popular, sino gracias una decisi¨®n judicial, la anulaci¨®n de las candidaturas de la izquierda abertzale radical, que ha sacado del Parlamento aut¨®nomo esos votos que le han mantenido a ¨¦l m¨¢s de 10 a?os en el cargo.
De Ram¨®n Rubial a Patxi L¨®pez
Patxi L¨®pez ser¨¢ elegido ma?ana lehendakari con el respaldo de la mayor¨ªa absoluta del Parlamento vasco en primera votaci¨®n. Contar¨¢ con los 25 votos de su grupo (PSE-EE), los 13 del PP y el ¨²nico de UPyD, 39 en total. Ser¨¢n cinco m¨¢s de los que sum¨® Ibarretxe, en segunda votaci¨®n, hace cuatro a?os (22 del PNV, siete de EA, tres de EB y los dos que le prest¨® el PCTV para que pudiese superar los 33 de socialistas y populares que respaldaban a L¨®pez).
Si bien el socialismo tuvo una presencia hist¨®rica junto al PNV en los Gobiernos vascos del exilio y cogobern¨® 11 a?os bajo el liderazgo de Jos¨¦ Antonio Ardanza, L¨®pez pasar¨¢ a la historia como el primer lehendakari socialista.
El ¨²nico precedente es el del fallecido Ram¨®n Rubial, quien presidi¨® el Ejecutivo preauton¨®mico vasco, de concentraci¨®n, entre 1978 y 1979. Sin hablar euskera y sin titulaci¨®n universitaria, dos de los baldones que los peneuvistas lanzan hoy sobre L¨®pez, Rubial salud¨® su elecci¨®n con un "Gora Euskadi askatuta [viva Euskadi libre]" que contrast¨® con el "Espa?olistak kanpora" [fuera espa?olistas"] coreado por los seguidores del derrotado candidato del PNV, Juan de Ajuriaguerra, en una tensa sesi¨®n celebrada en la Diputaci¨®n de ?lava. "Quien reavive la pugna espa?olismo-nacionalismo es que ha perdido el autob¨²s", dir¨ªa Rubial al d¨ªa siguiente, el 18 de enero de 1978.
El discurso de investidura de L¨®pez enlazar¨¢ con ese mensaje. El nuevo lehendakari quiere dar a su mandato la impronta del di¨¢logo y el consenso frente a los dos grandes retos: el final de ETA y la crisis. Al menos tres de los 10 integrantes de su Gobierno ser¨¢n independientes y al menos uno de ellos, Rafael Bengoa (Sanidad), ocup¨® responsabilidades en ejecutivos del PNV.
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