El final de un monopolio
La investidura ayer por el Parlamento de Vitoria del candidato socialista Patxi L¨®pez como lehendakari de la comunidad vasca ha puesto fin al monopolio de un cargo simb¨®lico y ejecutivo que ha venido ejerciendo el PNV desde su creaci¨®n institucional en 1936. Tras los mandatos de Jos¨¦ Antonio Aguirre y Jes¨²s Mar¨ªa Leizaola durante la Guerra Civil y el exilio, una vez restablecida la democracia ser¨ªan Carlos Garaikoetxea, Jos¨¦ Antonio Ardanza y Juan Jos¨¦ Ibarretxe quienes aseguraran sin interrupci¨®n durante 30 a?os la titularidad en el poder -en solitario o en Gobiernos de coalici¨®n- del partido fundado por Sabino Arana.
Antes de anunciar -en su ¨²ltima intervenci¨®n ante la C¨¢mara- el abandono de la vida p¨²blica, el lehendakari Ibarretxe justific¨® su presentaci¨®n a la investidura con argumentos que descansaron en una lectura del 1-M ajena a la legalidad del Estatuto de Gernika y a la l¨®gica parlamentaria. Frente a la mayor¨ªa absoluta obtenida ayer por Patxi L¨®pez en la C¨¢mara (39 esca?os sobre 75: 25 diputados del PSE-EE, 13 del PP y 1 de UPyD), Ibarretxe s¨®lo pudo reunir 35 votos (30 del PNV, 4 de Aralar, 1 de EA), con la abstenci¨®n de su antiguo socio Ezker Batua.
La resistencia de Ibarretxe a dejar el poder descansa en una lectura del 1-M ajena al Estatuto
Esa fallida argumentaci¨®n jur¨ªco-constitucional aduce que el PNV fue el partido que logr¨® el mayor n¨²mero de votos y esca?os el 1-M y subraya la falta de correspondencia del abanico pol¨ªtico representado en el Parlamento con la realidad social del Pa¨ªs Vasco. Las peculiaridades del sistema electoral, que asigna 25 esca?os a cada uno de los territorios hist¨®ricos pese a su desigual poblaci¨®n y diferentes simpat¨ªas partidistas, explicar¨ªan en parte las discrepancias existentes en perjuicio del nacionalismo, decisivamente reforzadas por la sentencia ilegalizadora del Supremo de las candidaturas presentadas en nombre del brazo pol¨ªtico de ETA.
Aun siendo cierto que la Ley Electoral vasca produce sesgos menores y desigualdades entre los votos provinciales a la hora de transformar los sufragios en esca?os, esa normativa -conforme con el ideario confederal nacionalista- regul¨® todas las elecciones auton¨®micas anteriores sin que el PNV propusiera su modificaci¨®n. Y aun siendo tambi¨¦n verdad que los candidatos de las listas ilegalizadas patrocinadas por ETA y Batasuna se vieron el 1-M privados del sufragio pasivo, esto es, del derecho a ser elegidos por los votantes, la interdicci¨®n no se hizo extensiva al sufragio activo, esto es, al derecho a elegir de los ciudadanos.
Los casi 100.000 votos nulos depositados el 1-M en las urnas expresaron la protesta de aquellos electores que se vieron impedidos de respaldar las candidaturas de su preferencia amparadas por ETA y que se negaron a cualquier opci¨®n alternativa. Esa situaci¨®n de hecho, sin embargo, no puede ser equiparada a una prohibici¨®n de derecho que afectase al sufragio activo de los votantes tradicionales de ETA y Batasuna.
En cualquier caso, las razones de fondo de las protestas victimistas de Ibarretxe no son jur¨ªdico-constitucionales sino ideol¨®gicas. El supuesto derecho del PNV a la permanencia indefinida al frente de las instituciones vascas no es una consecuencia del predominio en las urnas de sus votantes propios o de la mayor¨ªa nacionalista en su conjunto. Tambi¨¦n en otros pa¨ªses se han producido largas estancias en el poder de partidos temporalmente dominantes, pero sin poner nunca en duda el principio democr¨¢tico de la alternancia. Sin embargo, los l¨ªderes jeltzales practican una discriminaci¨®n ideol¨®gica dentro del cuerpo electoral que distingue a los verdaderos vascos, identificados con el nacionalismo y ¨²nicos titulares de los plenos derechos de ciudadan¨ªa, y a los falsos vascos, relegados a la condici¨®n de residentes -aunque ellos y sus ascendientes hayan nacido en ese territorio- por el simple pecado de no compartir las emociones aranistas.
Ya dijo Arzalluz en su d¨ªa que esos falsos vascos tendr¨ªan en una Euskal Herria soberana los mismos derechos pol¨ªticos que los alemanes en Mallorca y los portugueses en Luxemburgo. La moraleja sim¨¦trica es que los 100.000 depositantes el 1-M del voto nulo son verdaderos vascos -pese a su apoyo a las candidaturas ilegalizadas del brazo pol¨ªtico de ETA- cuyo respaldo parlamentario Ibarretxe hubiese utilizado -de haber podido hacerlo- en esta legislatura como en las anteriores.
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