El rencor de la ensalada 'gourmet'
Si es que la odio, desde peque?ita, la-o-dio, repiti¨® para s¨ª misma mientras estudiaba el contenido del caj¨®n de las verduras, vamos a ver? ?R¨²cula? No, por Dios, otra vez no, y can¨®nigos tampoco, porque est¨¢n buenos, pero son tan verdes, tan verdes? Tanto verde me deprime. Al final se decidi¨® por una gourmet, que por lo menos ten¨ªa colorines, y un huevo duro, mejor un huevo duro, porque si masticaba un miligramo m¨¢s de pechuga de pavo se iba a echar a llorar. Y por si el pavo fuera poco, encima ella, aqu¨ª mismo, en el segundo izquierda. ?Y anda que no debe de haber casas en el mundo! Millones de millones habr¨¢, pues nada, Pilar¨ªn en el segundo izquierda con una talla?38, c¨®mo no, y yo aqu¨ª, a r¨¦gimen, qu¨¦ asco de mundo?
"?C¨®mo estar¨¦ tan gorda, si no paro! Aunque con tanta ensalada hab¨ªa empezado a adelgazar"
?Qu¨¦ est¨¢s rezongando?, le pregunt¨® su marido mientras se ventilaba una fuente de huevos rotos con patatas fritas y jam¨®n ib¨¦rico. ?Yo? Nada, yo no rezongo. No poco, sonri¨® ¨¦l. Es la dieta, le confes¨® al rato, que me pone triste, no s¨¦, me deprime comer cosas de un solo color. Pues no hagas dieta, m¨ªrame a m¨ª, ?ves? No, si ya te veo, como para no verte, guapo, con la barriga que se te est¨¢ poniendo. Pues eso, raz¨®n de m¨¢s, ?para qu¨¦ quieres adelgazar, si est¨¢s estupenda? S¨ª, estupenda para foca del zoo. No, estupenda para m¨ª. S¨ª, ya, eso lo dices porque ahora mismo est¨¢s drogado hasta las cejas de colesterol y eres feliz, pero en cuanto me descuide me dejas por una m¨¢s joven. Hay que ver, ¨¦l se part¨ªa de risa, qu¨¦ pesada te pones con eso? Pues s¨ª, ?y qu¨¦ quieres? Si yo soy republicana por puro rencor, porque no puedo soportar que las ¨²nicas mujeres que salen de la cl¨ªnica hechas unas s¨ªlfides, despu¨¦s de parir, sean todas princesas?
Y luego, lo de Pilar¨ªn, a?adi¨® para s¨ª misma, aunque ya no se atrevi¨® a decirlo en voz alta. Pilar¨ªn, la chica diez en todo, conocimientos, conducta, actitud, y lo guapa que era, y la voz que ten¨ªa, y lo bien que cantaba, y c¨®mo llenaba el portal de Bel¨¦n todos los a?os por Navidad, cuando, indefectiblemente, representaba a la Virgen Mar¨ªa? ?Y qu¨¦?, se absolvi¨® a s¨ª misma, el rencor es una pasi¨®n respetable, porque Pilar¨ªn y yo nacimos el mismo a?o, crecimos en el mismo barrio, nos educamos en el mismo colegio, y deber¨ªamos haber sido iguales, tener los mismos derechos, ?o no? Pero en Navidad yo siempre hice de ¨¢rbol, f¨ªjate, siempre, menos un a?o que me dieron el papel de criado del rey Gaspar, y sal¨ª tirando de un camello, pero sin frase. ?Es que yo tengo la culpa? Pues no. ?Y se me ha olvidado? Pues tampoco. ?Y no dicen los actores que hay papeles que marcan para toda la vida? Pues eso.
Luego se acostumbr¨® a verla en el ascensor, a cruz¨¢rsela por la calle, en el mercado, tan impecable siempre como cuando llevaba aquella t¨²nica de raso azul celeste y un manto blanco, impoluto, sin una arruga, y al principio s¨®lo se fij¨® en eso, en lo bien que le sentaba la ropa, la elegancia natural que la envolv¨ªa como un halo divino, una prolongaci¨®n de aquella dorada corona de alambre. Despu¨¦s se dio cuenta de que nunca la ve¨ªa sonre¨ªr, pero estaba siempre tan agobiada, en el trabajo, en casa, con los ni?os, deberes, ba?os, la ropa del d¨ªa siguiente, y l¨¢vate los dientes, y ya s¨¦ que te los lavaste ayer, y a m¨ª qu¨¦ m¨¢s me da cada cu¨¢ntos d¨ªas se los laven tus amigos, y como vuelvas a contestarme as¨ª, te doy un bofet¨®n que te visto de limpio, que tampoco ten¨ªa mucho tiempo para pensar. ?Hay que ver, y c¨®mo estar¨¦ yo tan gorda, si no paro en todo el d¨ªa! Tan gorda ya no estaba, porque con tanta ensalada hab¨ªa empezado a adelgazar, y por las noches, su marido se quejaba de que ya no la encontraba en la cama, y cuando la encontraba, era m¨¢s divertido. ?Pero una 38?, se dec¨ªa, yo no he tenido una 38 en mi vida, pero ni con 10 a?os, creo yo?
Hasta esta tarde. Esta tarde, al entrar en el portal con el peri¨®dico en la boca, dos bolsas en cada mano y las perchas del tinte enganchadas en la correa del bolso se encontr¨® con Pilar¨ªn apoyada en la pared, el pelo encima de la cara, el m¨®vil en la mano y el cuerpo encogido, los hombros subiendo y bajando r¨ªtmicamente, al comp¨¢s de sus sollozos.
-?Pilar? -y se acerc¨® despacio, con cautela-. ?Pilar! Pero ?qu¨¦ te pasa, mujer?
No quiso dec¨ªrselo hasta que la subi¨® a su casa, hizo t¨¦ para las dos, le coloc¨® una taza delante y se sent¨® enfrente de ella. Pilar, ya nunca m¨¢s Pilar¨ªn, hab¨ªa vuelto al barrio porque su marido se hab¨ªa enamorado, pero de verdad, ?sabes?, de una chica muy joven, m¨¢s guapa y mucho m¨¢s delgada que ella. Eso s¨ª que no, coment¨® su anfitriona, eso es imposible. Claro que s¨ª, ya sabes lo que dec¨ªa Audrey Hepburn? En ese momento, el ¨¢rbol de Bel¨¦n se puso seria, se levant¨®, la mir¨®.
-Algunas personas han hecho mucho da?o a la humanidad. Ner¨®n, Atila, Jack el Destripador, Coco Chanel, Audrey Hepburn? Olv¨ªdate de ella y conc¨¦ntrate s¨®lo en lo importante. ?Helado de chocolate o leche condensada? A cucharadas, naturalmente.
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