Armstrong, a la espalda
Acostumbrado a fijar los l¨ªmites, el tejano ve alejarse en la monta?a a sus antiguos rivales
Tienen todos los corredores de esta edici¨®n tanta historia a sus espaldas que la salida del Giro m¨¢s parece a veces un polvoriento pante¨®n de ilustres que el colorido comienzo de una carrera del siglo XXI. Y algo debe de haber de contagioso en el aire claro de la Italia del norte, rubia y medio austriaca: el ganador de ayer, el sure?o Michele Scarponi, otro con historial aunque a¨²n no ha cumplido los 30, fue tomando seg¨²n pasaban los 200 kil¨®metros de su interminable fuga los afinados rasgos de aquel corredor de los a?os 90, Massimo Podenzana, uno que parec¨ªa que hab¨ªa nacido con cara de viejo. Cuando hablan los veteranos de este Giro, lo hacen como nuestros abuelos, glorificando las virtudes que ellos m¨¢s valoraban.
"En el pasado pod¨ªa hacer malas Dauphin¨¦s Lib¨¦r¨¦s y ganaba luego el Tour", se justifica
"?Qu¨¦ siento cuando se queda Armstrong? Nada. Ni siquiera le veo", dice Menchov
Un ejemplo. "La diferencia en este Giro en la que casi todos los favoritos sabemos c¨®mo ganar grandes carreras no ser¨¢ la experiencia, sino la constancia", dice Basso. "La constancia, que consiste en estar todos los d¨ªas con los mejores. Acabamos de pasar los Dolomitas y ya hay un aire crepuscular en la carrera porque estamos acostumbrados a subirlos la ¨²ltima semana, pero, yo os digo, esto no ha comenzado a¨²n", a?ade. Tanta historia de tanta gente, tantas idas y venidas en los ¨²ltimos a?os, da lugar tambi¨¦n a alguna inevitable iron¨ªa, como la que vive, sufre, Lance Armstrong.
Cuatro a?os despu¨¦s, en su regreso, se encuentra de nuevo con todos aquellos que fueron los secundarios en sus Tours de protagonista. Los chicos de ayer. Aqu¨ª est¨¢n unos cuantos, est¨¢n Basso y Sastre, Menchov y Simoni, aquellos que se habituaron en julio a ver volar al tejano delante de ellos, un molinillo entre las piernas, en cuanto la carretera se empinaba, un punto en la distancia cada vez m¨¢s peque?o. Vuelven a verse todos, pero con una diferencia: ahora es Armstrong el que se limita a ver alejarse la espalda de los dem¨¢s en el momento de la verdad, el que tiene que mirar a su puls¨®metro, o¨ªr a su coraz¨®n, y no superar sus l¨ªmites.
"Debe de ser una p¨ªldora dif¨ªcil de tragar", dice, con los ojos brillantes reflejando la gravedad de la cuesti¨®n, Davide Cassani, el especialista de la RAI, uno que ha sido ciclista y conoce lo que puede bullir en la cabeza de uno acostumbrado a ser superior; "lo estar¨¢ pasando bastante mal".
Sus rivales aparentan no enterarse del asunto. "?Que qu¨¦ siento cuando se queda Armstrong?", dice Menchov, el ruso que gan¨® en Alpe di Siusi. "Nada. Ni siquiera le veo".
Armstrong, claro, s¨ª que lo ve, s¨ª que se ve, ve a su fiel guardia asturiana esperando sus ¨®rdenes mientras otros se disputan la victoria. Tambi¨¦n ha reflexionado sobre la imagen, parece evidente, por la rapidez con la que responde a la pregunta haciendo o¨ªr su voz por encima de los altavoces, que emiten cuando llega al control de firmas, una banda sonora en su honor, mezcla del What a wonderful world y el barras y estrellas estadounidense. "Pero ¨¦sta no es la primera vez que me ocurre, otros a?os ya sufr¨ªa as¨ª en las carreras de preparaci¨®n. Hombre, claro, el Giro es una carrera importante, pero despu¨¦s de la lesi¨®n de clav¨ªcula tiene que ser as¨ª. Necesito obligatoriamente correr el Giro, acumular kil¨®metros de competici¨®n antes del Tour. En el pasado pod¨ªa hacer malas Dauphin¨¦s Lib¨¦r¨¦s y ganaba luego el Tour. Este a?o es en el Giro donde puedo ganar el Tour...".
Algunos hablan como viejos, y Armstrong, que va camino de los 38 a?os, act¨²a como uno, a veces. Ayer se qued¨® cortado, junto a medio pelot¨®n, en los ¨²ltimos kil¨®metros. No quiso arriesgar su vida para estar delante. Perdi¨® 39s. "Han sido los ¨²ltimos 30 kil¨®metros m¨¢s locos que nunca he visto", dijo v¨ªa twitter. "Un descenso a 80 kil¨®metros por hora y luego un circuito sinuoso. No creo que esto sea necesario. Es una carrera ciclista, no MotoGP. En un momento llegamos a ponernos a 110 por hora. ?De locos!". Hace 10 a?os, cuando acababa de resucitar de su c¨¢ncer, en su primera autobiograf¨ªa, Armstrong hablaba de la belleza de morir al final de un largo descenso a 100 por hora... Cuando era joven.
Sexta etapa: 1. M. Scarponi (Ita. / S. Diquigiovanni), 5h 49m 55s. 25. D. Arroyo (Caisse d'?pargne), a 36s. 73. L. Armstrong (EE UU / Astana), a 1m 15s. General: 1. D. Di Luca (Ita. / LPR), 22h 11m 15s. 6. I. Basso (Ita. /Liquigas), a 1m 6s. 7. C. Sastre (C¨¦rvelo), a 1m 16s. 25. L. Armstrong, a 4m 13s.
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