Otro modelo, pero en serio
El presidente del Gobierno ha proclamado en su discurso sobre el estado de la naci¨®n que hace falta cambiar el modelo espa?ol de crecimiento. Sin duda ¨¦sta es una buena idea, dado que estamos en una recesi¨®n profunda y el modelo anterior (que nos permiti¨® crecer de forma continuada durante 14 a?os y situar nuestra tasa de paro por debajo de la media europea) no tiene ninguna posibilidad de volver. Mejor tarde que nunca, pero realmente ha sido tarde. Si el Gobierno anterior, con el mismo presidente, hubiera escuchado a los que desde hace a?os reclamaban reformas estructurales, probablemente nos hubi¨¦ramos ahorrado unos cuantos disgustos. El presidente del Gobierno comenz¨® su discurso articulando debilidades y fortalezas, y nuestra primera debilidad es el retraso en ponernos a trabajar en la direcci¨®n correcta.
Hay tambi¨¦n fortalezas en las propuestas avanzadas por Rodr¨ªguez Zapatero. Ya que tengo a mi disposici¨®n s¨®lo una parte de las palabras que pronunci¨® el presidente, dar¨¦ por aceptadas las fortalezas sin mencionarlas y me centrar¨¦ en las debilidades de su discurso, que son -en mi opini¨®n- dos. Primera, la convicci¨®n, equivocada, de que el nuevo modelo de crecimiento pueda ser el resultado de un dirigismo pol¨ªtico que, en palabras de Zapatero, quiere "identificar y potenciar sectores con suficiente capacidad de generaci¨®n de riqueza y de empleo, sectores que se hayan mantenido fuertes incluso durante la crisis". En segundo lugar, la renuncia a enfrentarse a los grandes obst¨¢culos estructurales que, en los ¨²ltimos diez a?os, han impedido una transici¨®n suave desde un modelo de crecimiento basado en sectores intensivos en mano de obra y bajo valor a?adido a otro modelo basado en el cambio tecnol¨®gico y las ganancias de productividad.
El discurso de Zapatero parece no entender que el crecimiento solamente puede venir desde la iniciativa privada y que el papel del Gobierno es crear las condiciones estructurales para que esa iniciativa se desarrolle, sin intentar adivinar qu¨¦ actividades o sectores ser¨¢n los ganadores y cu¨¢les los perdedores. Esta falta de entendimiento lleva a contradicciones preocupantes. Consideremos la propuesta de eliminaci¨®n de la deducci¨®n fiscal por compra de vivienda habitual. En este punto el presidente parece tener claro que distorsionar los precios relativos con la pol¨ªtica fiscal puede llevar a resultados indeseados. No obstante, convertir esta medida en el eje fundamental de las reformas que impulsar¨¢n el nuevo modelo de crecimiento resulta contradictorio, dado que en el mismo discurso se propone distorsionar los precios de mercado ofreciendo incentivos fiscales a las "nuevas" y, supuestamente, milagrosas fuentes de energ¨ªa. Y como si esto no fuera suficientemente contradictorio, se proponen ayudas fiscales directas a las compras de ese bien tan estrat¨¦gico en el nuevo modelo denominado... ?autom¨®vil!
O bien los incentivos fiscales sectoriales son distorsionantes o no lo son, pero no puede ser ambas cosas a la vez. Cambiar de modelo es abandonar la idea de que los ministros y sus expertos son capaces de decidir lo que los espa?oles deben comprar y producir, y que es una buena pol¨ªtica utilizar la fiscalidad para que estas previsiones se cumplan. Es demasiado pronto para olvidarnos de que, durante los a?os del viejo modelo, los gobernantes empujaron a los espa?oles a comprar -y producir- viviendas. El nuevo modelo de crecimiento no necesita estos incentivos fiscales; por el contrario, el camino es la eliminaci¨®n de los obst¨¢culos estructurales y la creaci¨®n de un entorno econ¨®mico que favorezca la creaci¨®n y la llegada a Espa?a de trabajo con alto capital humano. Aqu¨ª encontramos la segunda debilidad fundamental: el presidente se ha quedado mudo sobre los problemas complicados, los de siempre, que no se solucionan ni con el silencio ni con la inercia. Que sean los de siempre no los hace menos graves, sino m¨¢s urgentes.
Primero, la reforma laboral. Hace semanas, cien acad¨¦micos han puesto sobre la mesa una propuesta de reforma laboral clara, sencilla y factible. Lo que hace falta ahora es que los partidos, los interlocutores sociales y el Gobierno aborden esta cuesti¨®n sin excusas. La econom¨ªa del conocimiento demanda un nuevo mercado de trabajo. En segundo lugar, una reforma de las pensiones que lleve a una sustancial reducci¨®n de las cotizaciones sociales y a un incremento de la edad de jubilaci¨®n es el ¨²nico camino posible. No hacen falta m¨¢s medidas, pero ¨¦stas son tan necesarias para el cambio como el aire limpio. Sobre este tema el silencio del Gobierno, oposici¨®n e interlocutores sociales es atronador. En tercer lugar, una reforma org¨¢nica de la imposici¨®n fiscal. Correctamente, el presidente del Gobierno ha subrayado que, con una presi¨®n fiscal del 33% del PIB, la imposici¨®n fiscal en Espa?a es menor que en muchos pa¨ªses de la UE. As¨ª es, pero, al mismo tiempo, mantenemos una distribuci¨®n de cargas entre los diferentes impuestos que es especialmente gravosa con el trabajo, especialmente el trabajo m¨¢s cualificado, que es justo lo que necesitamos incentivar. En cuarto lugar: la inmigraci¨®n. Los inmigrantes no constituyen solamente la mayor¨ªa de los parados, sino que siguen llegando inmigrantes escasamente cualificados. Un cambio radical en la pol¨ªtica de inmigraci¨®n es una pieza crucial para un nuevo modelo de desarrollo. Quinto, el sistema financiero. La reforma de las cajas de ahorro, para que den cuentas a alguien, preferiblemente al mercado, debe hacerse antes de que sea demasiado tarde. Finalmente, la educaci¨®n y en especial las universidades. El discurso del presidente conten¨ªa varias y ¨²tiles medidas para el sector de la educaci¨®n, pero se ha quedado corto con lo principal: reformar el sistema universitario para que las universidades espa?olas puedan competir libremente entre ellas, y que ganen las mejores. Es decir, hay que premiar a las universidades que producen m¨¢s investigaci¨®n de calidad y j¨®venes trabajadores mejor preparados. Es aqu¨ª, ¨²nicamente desde estas bases, y no desde incentivos fiscales y dirigismo pol¨ªtico, desde donde puede surgir el nuevo modelo de crecimiento que Espa?a necesita.
Michele Boldrin es catedr¨¢tico de la Washington University en San Luis y director de la C¨¢tedra FEDEA-Repsol.
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