La Dama
A Aung San Suu Kyi los birmanos la conocen como The Lady, y su nombre lo dicen con cari?o pero entre susurros. Si Myanmar no estuviese dirigida por una ruin junta militar que s¨®lo se preocupa de mantener el poder a toda costa, esta gran dama estar¨ªa gobernando democr¨¢ticamente tras haber ganado por mayor¨ªa absoluta las elecciones de 1990.
En lugar de eso la premio Nobel de la Paz lleva a?os de arresto domiciliario completamente ilegal. Ahora la inoportuna visita, no deseada, de un americano a su casa en Rang¨²n, qui¨¦n sabe si no ha sido todo tramado por la propia junta, la ha enviado, enferma, a lnsein, una c¨¢rcel notoria por sus muertes, mutilaciones y abusos.
No s¨¦ si servir¨¢ de algo toda la presi¨®n internacional para liberarla, pero lo que est¨¢ claro es que no podemos quedarnos callados. Nuestro Gobierno deber¨ªa unirse a las denuncias que otros Gobiernos han hecho de la situaci¨®n.
Aunque mucha gente no haya o¨ªdo hablar de ella me atrevo a afirmar que el mundo no se puede permitir perder a La Dama; no a manos de los militares.
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