Una 'tarantinada' con disfraz b¨¦lico
El cineasta 'cambia' el final de la II Guerra Mundial en 'Malditos bastardos'
Quentin Tarantino ha logrado dirigiendo cine rodearse del aura que caracteriza a las vacas sagradas del rock y a los que sobrepasan su condici¨®n de actores y actrices para transformarse en estrellas, gente que s¨®lo con la menci¨®n de su nombre vende cualquier producto que promocionen. Tarantino es m¨¢s que un director de pel¨ªculas, su personalidad y su universo constituyen un g¨¦nero, un reclamo lleno de magnetismo que va a devorar un p¨²blico masivo e incondicional. Algunas le salen redondas y otras achacosas pero han conseguido un ¨¦xito espectacular, excepto en el caso de Death proof. En ese juguete ca¨®tico, el chico m¨¢s mimado de la industria llev¨® su capricho demasiado lejos, intentando homenajear y reinventar el cine de serie Z, un compendio tirando a rid¨ªculo de los subproductos que siempre le han fascinado.
En Malditos bastardos Tarantino retorna al estilo y el mundo que le han hecho famoso abordando el cine b¨¦lico, g¨¦nero que a¨²n no hab¨ªa tocado en su ortodoxa filmograf¨ªa. Pero desde los t¨ªtulos de cr¨¦dito sabemos que aunque el tema est¨¦ ambientado en la II Guerra Mundial no vamos a ser testigos de ning¨²n tipo de convenciones, sino que las intrigas, la acci¨®n, la violencia, los personajes, los di¨¢logos, el humor y la est¨¦tica van a llevar el inequ¨ªvoco sello de su autor, que no vamos a ver una pel¨ªcula b¨¦lica sino una tarantinada pura y dura ambientada en aquellos a?os de carnicer¨ªa.
El argumento desarrolla la historia de un grupo de soldados estadounidenses y jud¨ªos con la misi¨®n de cargarse a todos los nazis que puedan en la Francia ocupada. El tema no es nuevo. Un director como Robert Aldrich alcanz¨® un resultado espectacular en Doce del pat¨ªbulo con una trama parecida, pero si el autor se llama Tarantino sabemos que esa cacer¨ªa no va a regirse por par¨¢metros de normalidad. Los enfurecidos hijos de Si¨®n, entrenados por un expeditivo paleto que tiene como modelo profesional los m¨¦todos de guerra de los apaches, no se limitar¨¢n a cargarse alemanes sino que tienen que torturarles, destriparles, arrancarles la cabellera para causar el terror en sus enemigos ante la permanente amenaza de este grupo salvaje.
Tarantino tambi¨¦n se permite el lujo de alterar el desenlace de la II Guerra Mundial como a ¨¦l le da la gana, imaginando que sus killers jud¨ªos, con la ayuda de la propietaria de un cine parisiense que utilizan los jerarcas nazis para que les proyecten cine propagand¨ªstico que ha producido Goebbels, quemen vivos a Hitler, G?ring, Goebbels y dem¨¢s dirigentes nazis solucionando el final de esa larga y tenebrosa guerra.
Como siempre, conviven paralelamente la brillantez y los excesos, los hallazgos plenos de gracia y los momentos gratuitos, situaciones esperp¨¦nticas y su vocacional amor por la sanguinolencia, secuencias imaginativas y molestos gui?os a los incondicionales de su cine. Lo mejor de estos infaustos bastardos es la creaci¨®n de un maquiav¨¦lico coronel de las SS especializado en la caza de jud¨ªos. Tarantino, qllanos, se supera con este monstruo de modales suaves y dial¨¦ctica hilarante.
Los que consideran al autor de Pulp fiction como lo m¨¢s innovador, ca?ero e ingenioso que ha dado el cine moderno van a sentirse saciados con este recital de sus esencias, incluida la original utilizaci¨®n de la m¨²sica (suenan profusamente los temas que compuso Ennio Morricone para el desdichado g¨¦nero del spaguetti western), los momentos llenos de tensi¨®n que desembocan en aquelarres de sangre, las sentencias c¨ªnicas, los delirios narrativos, el poder¨ªo visual y coloquial. Yo, que no siento adicci¨®n hacia su cine y que a veces me cargan sus pasadas, aunque reconozca su incuestionable talento, lo he pasado razonablemente bien a lo largo de 150 minutos que no te abruman.
El cine de Alain Resnais se lo mont¨® de l¨ªrico durante mucho tiempo, de profundas investigaciones sobre la memoria, el espacio y el tiempo que obtuvieron infinito prestigio art¨ªstico, aunque para esp¨ªritus simples como el m¨ªo le resultara m¨¢s que arduo averiguar lo que pr que arduo averiguar lo que pretend¨ªa contar el autor. Seg¨²n los enterados todo en ¨¦l era revolucionario y genial, pero yo s¨®lo puedo asociarlo a mis irreprimibles bostezos. En los ¨²ltimos a?os Resnais ha girado hacia la comedia inquietante, pero en este g¨¦nero tampoco consigue hacerme sonre¨ªr o re¨ªr. Les herbes folles describe la enloquecida relaci¨®n entre un jubilado en crisis matrimonial y una solitaria mujer que utiliza su tiempo libre para conducir avionetas, afici¨®n que ha constituido el eterno y frustrado sue?o del anciano reprimido. Los espectadores franceses parec¨ªan alborozados con la gracia y la ternura que al parecer desprenden los encuentros y los desencuentros de esta pareja de neur¨®ticos, pero yo sigo sin pillarle el punto a Resnais. Ser¨¢ cosa del idioma, de que hay que ser franc¨¦s y cultivado para disfrutar de las claves de su cine.Conviven los hallazgos plenos de gracia y los momentos gratuitos
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