La batalla de El Ruedo
Un puente entre Moratalaz y Retiro destapa un conflicto vecinal y pol¨ªtico
Los chicos de El Ruedo son famosos, han salido en la tele cantando flamenco, haciendo sonar los motores de sus coches tuneados, mostrando sus atardeceres en corrillos sentados en un banco. Los de La Herradura, menos. Los dos son edificios de realojo contiguos y orillados en la parte de la M-30 que conduce a Moratalaz, donde viven 397 familias en el primero y m¨¢s de 200 en el segundo. Enfrente se levanta el barrio de La Estrella -prologado por el parque de Roma-, donde viven 24.500 personas. Un conjunto de casas en altura arboladas para gente con rentas altas en el que casi no hay comercios. Ni bares. Ambas partes van a ser obligadas por el alcalde, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, a "hablar el lenguaje de Madrid". Este idioma se sustancia en una pasarela proyectada entre los dos lugares. Un paso que permita sortear la carretera de circunvalaci¨®n. Pero resulta que a muchos de los habitantes del barrio de La Estrella les parece mal, fatal, que los individuos del otro lado de la frontera tengan acceso a sus jardines "para vender drogas". Y a los del otro lado, aunque les ofende ese rechazo, tampoco les vuelve locos la idea: "Igual nuestros ni?os se vuelven tan tontos como los suyos", replican con orgullo. Lo cierto es que ya existe una conexi¨®n entre los dos mundos a trav¨¦s de la calle de Vinateros, a unos cientos de metros de donde se ha ideado la nueva pasarela.
"No queremos que vengan al parque para vender drogas", dicen en La Estrella
"No nos apetece que nuestros hijos se vuelvan pijos", replican en El Ruedo
"Fuera c¨¢maras, que s¨®lo ven¨ªs a grabar lo malo", dice un chico de El Ruedo
O sea, que a nadie, incluidos los pol¨ªticos de esos distritos, le parece que el asunto sea prioritario. Ni se les hab¨ªa ocurrido. Quiz¨¢ s¨®lo lo tuvieran en mente los gestores de un centro comercial que se yergue en la ribera que da a Moratalaz y adonde va ir a parar la nueva pasarela (con un coste de 2,5 millones de euros proyectados). "En realidad, el camino conduce hasta la parte de carga trasera de la zona comercial", precisa un cargo pol¨ªtico de Moratalaz.
El resultado es que los dos barrios se encuentran enfrentados por una pendencia que oculta, seg¨²n los vecinos de El Ruedo, un problema de "clasismo y racismo". Seg¨²n los representantes oficiales de la otra orilla, la Asociaci¨®n de Vecinos de Retiro, nada de eso: es una cuesti¨®n de prioridades: "Es mejor hacer un centro para mayores". Tambi¨¦n esconde otro conflicto. En este caso pol¨ªtico. Los concejales de los distritos afectados no entienden que no se les avisase, que nunca se cuente con ellos para nada y que se haya generado un conflicto "artificial". El "nuevo lenguaje", en definitiva, no lo habla nadie.?Qu¨¦ cosa se oculta tras el ladrillo rojizo que tanto asusta a los vecinos de Retiro, que en un alto porcentaje suscriben el discurso de Gema, una mujer de pendientes bamboleantes y cabellera recogida? "Todos sabemos a lo que se dedican all¨ª, y eso no es bueno para nuestros hijos", dice tras parapetarse antes en que ella no es racista. El relato oficial, el de sus representantes vecinales, es "pac¨ªfico", esgrimen, y apunta a que la construcci¨®n "no es tan estrat¨¦gica como vende el Ayuntamiento".
La venta de drogas en los edificios de El Ruedo y de la Herradura figura desde hace a?os en los cat¨¢logos policiales de Madrid. Hubo ¨¦pocas en las que hasta tres coches patrulla se paraban all¨ª d¨ªa y noche. "Parec¨ªan una escolta", se r¨ªe haciendo memoria Pilar. Pero un alto mando de Moratalaz, veterano, certifica la casi defunci¨®n del tr¨¢fico de drogas en el lugar. "De vez en cuando a alguien se le ha pillado con una piedra de hach¨ªs para vender, pero muy poca cosa, casi nada". El problema policial en El Ruedo se reduce ahora a la cantidad de coches sin documentaci¨®n que hay en su interior. Tambi¨¦n veh¨ªculos abandonados.
"?Fuera c¨¢maras, que s¨®lo ven¨ªs a grabar lo malo!", insiste Javi voceando con las manos en la boca mientras conduce sin manos una bicicleta roja. Lleva dos pendientes. Uno en cada oreja. Despu¨¦s de gritar, se r¨ªe. Vive en el edificio circular que levant¨® en 1990 el arquitecto Sainz de Oiza. Un redondel con ventanucos que se enrosca sobre s¨ª mismo. "Una mala idea, como si nos quisieran esconder", sentencia Pilar, una de las veteranas que a trav¨¦s del Ivima desembarc¨® en El Ruedo desde el poblado chabolista de El Pozo del Huevo.
La explicaci¨®n al descenso en el menudeo la da un chico de unos 20 a?os, gitano, que trabaja en el vertedero de Valdeming¨®mez: "?Los patriarcas se cansaron y les mandaron fuera, a vender a La Ca?ada!", explica inclinando la cabeza hacia un hombre tocado con sombrero que reposa, garrota entrelazada, sobre una silla de tijera. El patriarca aludido, de espeso bigote a¨²n negro, asiente sin casi balancear la cabeza. No es un hombre hablador.
Sus hijos, sobrinos, cu?ados, nietos y dem¨¢s grados de parentesco imaginables que pasan a la fresca la tarde junto a ¨¦l son m¨¢s abiertos. "Aqu¨ª la mayor¨ªa tenemos puestos de venta ambulante, muchos en el Rastro, y nos levantamos a las cinco de la ma?ana para ir a trabajar", explica otro hombre, ¨¦ste de unos 40 a?os, que precisa que su situaci¨®n es un poco peor porque no le dan permiso municipal para colocar su tenderete, as¨ª que tiene que colocarlo sin permiso y le persiguen los polic¨ªas locales.
"?S¨®lo somos una familia gitana por cada portal!", protestan. Lo dicen como si asumieran que las familias gitanas resultan molestas para el resto de vecinos, para la gente en general. "?En La Herradura hay m¨¢s gitanos!", insisten. Pero luego matizan que la convivencia es muy buena y que all¨ª viven mezclados "gitanos, mercheros y payos". Pilar tambi¨¦n recuerda que cada cual tiene sus particularidades y su cultura y que todo eso hay que respetarlo. De hecho, una mujer con amplia falda negra y mo?o gris recogido, gitana, est¨¢ sentada en la terraza de su d¨²plex (casi todos los pisos son en dos alturas), subrayando su hartazgo "porque los malos siempre seamos El Ruedo", convirtiendo el edificio en una persona. Una persona con la presunci¨®n de culpabilidad siempre a cuestas.
Pero en el extenso interior del edificio, que incluye hasta un campo de f¨²tbol vallado, cada etnia elige su propio bar. Est¨¢n pegados, pared con pared. El primero es peque?o y bastante artesano. En realidad es un local con una nevera industrial en medio del suelo de azulejos y una ristra de botellas, por ejemplo de co?ac, sobre una gamuza azul. Detr¨¢s de la barra hay un enorme p¨®ster de Bruce Lee cruzando las manos en su caracter¨ªstica pose. Con sus correspondientes chinchetas y al lado de Bruce Lee, el rostro en primer plano de Camar¨®n de la Isla. En una de las tres mesitas, el patriarca jugando al domin¨®. Al patriarca no le gusta que entre en ese momento en el establecimiento una chica y le lanza una mirada de reprobaci¨®n.
Justo en la puerta contigua, est¨¢ el otro bar. Este lo regenta Paloma, que ya ten¨ªa uno en el Pozo del Huevo. Es m¨¢s grande y m¨¢s parecido a un bar normal. Tiene m¨¢quinas y televisi¨®n. "As¨ª que a los de enfrente no les gusta El Ruedo, ?eh? Pues a nosotros no nos gustan ellos, que son unos se?oritos que bien que han venido aqu¨ª siempre a comprar drogas". En el bar de Paloma, sobre todo, hay payos. Pero tambi¨¦n se acodan en su barra algunos gitanos: "Hay gente de todas clases, buenos y malos, como en todos lados", dice con sencillez mientras discute sobre el Festival de Eurovisi¨®n con su hija.
En otras zonas del edificio la asociaci¨®n Caminar imparte cursillos de inform¨¢tica a los mayores o clases de refuerzo escolar para los chavales. "Aqu¨ª no se mata a nadie ni hay yonquis moribundos, como sacan en las teles", se queja Pilar, que reconoce que lo que s¨ª hay es mucho "macarrilla haciendo ruido con los coches porque vienen para ligotear con las ni?as de aqu¨ª, que hay muchas y muy monas". Tampoco olvida acusar a los del otro lado de "hacer ruido con los malditos bongos durante todo el verano en el parque". En Retiro, en La Estrella, niegan que aporreen los bongos y que sean pijos: "Somos normales", argumentan: "No hay se?oronas paseando con abrigos de pieles", se defienden, y replican que tambi¨¦n de ellos se ha tratado de hacer una caricatura.
En el otro lado est¨¢n hartos de que se les trate "como a monos de feria, como siempre", tercia Nuria, que invita a observar a las familias que salen a las siete de la ma?ana a trabajar por los soportales de la mole circular. "He criado dos hijos y trabajan, y se han independizado, y son estupendos", clama.
Las diferencias entre los vecinos alcanzan tambi¨¦n a los pol¨ªticos. En este caso, ni los representantes del PP ni los de la oposici¨®n muestran mucho entusiasmo en ambos distritos. Nadie entiende muy bien el prop¨®sito de la concejal de Obras P¨²blicas, Paz Gonz¨¢lez, ardorosa defensora del asunto. Ella sostiene que la pasarela estaba en el programa electoral de los populares. Pero nadie lo encuentra. En Moratalaz, incluso, su concejal de distrito, Fernando Mart¨ªnez-Vidal, suscribi¨® una moci¨®n de Izquierda Unida en la que se lamentaba de que nadie les hubiese preguntado sobre el tema. Mart¨ªnez-Vidal sostiene que "hubiese preferido otros equipamientos" y que la pasarela "no es una prioridad", pero acata la decisi¨®n.
En la otra orilla, los populares confiesan en privado que tienen un problema. El secretario electoral de la zona mand¨® una carta a Gonz¨¢lez advirti¨¦ndola de que en el distrito tomar¨ªan la postura que quisiesen. El concejal Luis As¨²a tampoco muestra mucho fervor por el proyecto.
Dos distritos separados por la M-30
- Poblaci¨®n. Los distritos de Retiro y Moratalaz tienen un n¨²mero de habitantes muy semejantes. Mientras en el primero hay censadas 126.058 personas, en el segundo se quedan en 104.923. El barrio de La Estrella est¨¢ tambi¨¦n m¨¢s poblado (24.528) que el de Media Legua (20.190), donde est¨¢ El Ruedo.
- Inmigraci¨®n. Seg¨²n el padr¨®n municipal, a fecha de 1 de enero de 2007 hab¨ªa m¨¢s poblaci¨®n extranjera en el distrito de Retiro (11.544 personas) que en Moratalaz (10.410 inscritos). - Veh¨ªculos. La mayor renta de que dispone Retiro se deja ver tambi¨¦n en las matriculaciones de veh¨ªculos. En enero de este a?o se dieron de alta 424 coches, mientras que en Moratalaz fueron 198.
- Elecciones. En las municipales de 2007, el PP gan¨® en ambos distritos. Tuvo mayor apoyo en Retiro (67%) que en Moratalaz (55%)
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