?Madres a su pesar?
El arzobispo de Barcelona, Mart¨ªnez Sistach, estuvo el mi¨¦rcoles pasado en el programa de Josep Cun¨ª. Preguntado por la reforma de la ley del aborto, manifest¨® su desacuerdo, entre otras cuestiones, con el hecho de que, a partir de los 16 a?os, las chicas puedan decidir la interrupci¨®n del embarazo sin el consentimiento parental.
La respuesta de monse?or no me pilla por sorpresa, claro. Y, sin embargo, me produce perplejidad comprobar cu¨¢ntas personas alejadas ideol¨®gicamente de los postulados de la Iglesia coinciden con ¨¦l. Gentes de todos los pelajes parecen haberse puesto de acuerdo en una ¨²nica cuesti¨®n con respecto a las reformas propuestas por el Gobierno en materia de salud sexual: la inconveniencia de que las j¨®venes puedan tomar solas una decisi¨®n de este calibre.
Vivimos en una sociedad en la que todo se desarrolla seg¨²n viejos clich¨¦s de dominaci¨®n masculina y sumisi¨®n femenina
Pues no lo entiendo. Para m¨ª es obvio que una adolescente cuya relaci¨®n con sus progenitores se base en la confianza y el respeto va a sincerarse con ellos en un momento de tanta gravedad como es un embarazo no deseado y va a querer tenerlos cerca durante la intervenci¨®n. As¨ª, deduzco que la ley prev¨¦ este supuesto s¨®lo para los casos poco frecuentes -?espero!- en que una muchacha no pueda contar con el apoyo familiar y para evitarle, pues, un aborto clandestino sin las condiciones sanitarias pertinentes.
Tambi¨¦n me causa estupor que padres y madres est¨¦n m¨¢s preocupados por la posibilidad de que su hija aborte sin que ellos se enteren que por el riesgo de que se quede embarazada sin desearlo. Y riesgo tiene y mucho. En Catalu?a, el 21% de las chicas entre 14 y 19 a?os tienen una vida sexual activa y, sin embargo, la mitad declara no haber usado nunca un m¨¦todo anticonceptivo; la tasa de embarazos adolescentes es aproximadamente del 10 por 1.000; y casi el 14% de las mujeres que abortan son menores de 19 a?os. Saquen conclusiones.
La m¨ªa -y en eso estoy de acuerdo con el arzobispo de Barcelona- es que necesitamos m¨¢s educaci¨®n sexual, aunque es posible que monse?or no coincida conmigo en los principios educativos.
Vivimos en una sociedad hipersexualizada en la que las mujeres de los anuncios tiran el tanga por la ventanilla del autom¨®vil, en la que el sexo de las pel¨ªculas es expl¨ªcito y, adem¨¢s, poco real (s¨®lo hace falta observar, por ejemplo, los barrocos e inc¨®modos modelos de lencer¨ªa que lucen ellas), en la que cualquier ni?o de primero de primaria que sepa juntar letras y mover un rat¨®n puede escribir "t¨ªas buenas" en Google y aprender a los seis a?os qu¨¦ es una felaci¨®n... Y en cualquiera de esas situaciones de ficci¨®n nadie usa preservativo y todo se desarrolla seg¨²n viejos clich¨¦s de dominaci¨®n masculina y sumisi¨®n femenina.
As¨ª, en nuestras aulas si una chica lleva un cond¨®n en el bolsillo es tachada de "puta" y si exige el uso del preservativo a su compa?ero sexual tiene que lidiar con sus lamentos: "me corta el rollo" o "me aprieta" -ser¨¢ en el ego, digo yo- o "siento menos placer". O los tres juntos. As¨ª que por muchas campa?as institucionales que se hagan, el "conf¨ªa en m¨ª; yo controlo" del chico vence m¨¢s a menudo de lo imaginable las resistencias de ella.
Obviamente, inmersi¨®n sexual no es equivalente a educaci¨®n sexual.
Por otro lado, hasta ahora el Ministerio de Sanidad ya consideraba los 16 a?os la mayor¨ªa de edad en materia sanitaria con tres excepciones: la interrupci¨®n voluntaria del embarazo, la participaci¨®n en ensayos cl¨ªnicos y el sometimiento a t¨¦cnicas de reproducci¨®n asistida. Parece l¨®gico que si una muchacha puede, seg¨²n la legislaci¨®n espa?ola, casarse a partir de los 16 y tener relaciones sexuales consentidas con un adulto a partir de los 13 a?os, tenga tambi¨¦n en sus manos la elecci¨®n de seguir adelante con un embarazo, o no.
Para terminar, dice el arzobispo: "la vida humana es fundamental". ?Por supuesto! Estar a favor de una nueva ley del aborto es absolutamente compatible con estar a favor de la vida. Porque provida somos todos; s¨®lo que los antiabortistas han secuestrado torticeramente esta expresi¨®n.
Gemma Lienas es escritora.
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