Sexo, drogas y 'rumba pop'
El CCCB analiza la fascinaci¨®n por los quinquis de la cultura espa?ola de los ochenta
"A¨²n hoy, treinta a?os despu¨¦s, no puedo ir a los mercadillos. Me reconocen y la gente se pone como loca porque mi imagen es la de su ¨ªdolo", comenta el actor Bernard Seray delante del p¨®ster de Perros callejeros II (1979), primera de las pel¨ªculas en que interpret¨® a El Vaquilla. El de verdad, Juan Jos¨¦ Moreno Cuenca, estaba por entonces en la c¨¢rcel y, pese a que f¨ªsicamente eran muy diferentes, el director Juan Antonio de la Loma escogi¨® a Seray, un joven de 21 a?os guapo y rubio, para interpretar a este delincuente juvenil del barrio de La Mina de Barcelona que se hab¨ªa hecho famoso en los diarios. Vestido con chaquetas de piel de Loewe -"?qu¨¦ quinqui llevaba esto?", comenta- hac¨ªa buena pareja con El Torete, ¨¦ste s¨ª de verdad, conocido en su barrio como El Trompeta y llamado ?ngel Fern¨¢ndez. "Su memoria es lo que m¨¢s me duele viendo la exposici¨®n", dice Seray. Quer¨ªan, recuerda, romper con todo, pero no hab¨ªa reivindicaci¨®n social en aquellos filmes. "Lo que se buscaba era ganar dinero con pel¨ªculas taquilleras aprovechando los sucesos y el sexo, que estaba en todas partes. De hecho, desembocaron en el cine er¨®tico".
Las estrellas eran j¨®venes delincuentes como El Vaquilla o El Torete
"Lo que se buscaba era ganar dinero con filmes taquilleros", dice Bernard Seray
Aquellas pel¨ªculas de sexo, drogas y mucha rumba (la banda sonora indiscutible fueron Los Chunguitos, Los Chichos o Las Grecas, entre otros grupos) se han fijado de un modo indeleble en el imaginario colectivo. Su mito y el contexto social y econ¨®mico del que salieron es el tema de la exposici¨®n Quinquis de los ochenta. Cine, prensa y calle, que ayer se inaugur¨® en el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona (CCCB) y el pr¨®ximo a?o podr¨¢ verse en La Casa Encendida de Madrid.
Las comisarias -dos cr¨ªticas de arte treinta?eras, Amanda Cuesta y Mery Cuesta- han documentado 30 pel¨ªculas de quinquis realizadas en su mayor¨ªa entre 1978 y 1985. Incluyen tanto los emblemas del g¨¦nero (Perros callejeros, El pico, Colegas, Navajeros, Barcelona Sur, Miedo a salir de noche, Los ¨²ltimos golpes de El Torete...) como otros filmes en los que los quinquis aparecen de manera m¨¢s tangencial (El diputado, Maravillas, Deprisa, deprisa, ?Qu¨¦ he hecho yo para merecer esto?).
"Era un cine de emergencia que reflejaba a tiempo real los problemas del pa¨ªs y de la sociedad", explica Mery Cuesta. "Se basaban en la prensa sensacionalista que a la vez se retroalimentaba de estas pel¨ªculas, que incluyen algunas de las primeras im¨¢genes de sexo entre menores o de consumo de drogas". El tema de la exposici¨®n no es tanto la delincuencia "sino c¨®mo se forjaron aquellos mitos en la prensa y en la calle", comenta Amanda Cuesta, que insiste en que la suya es "una mirada generacional", lo que les permite abordar estos personajes desde una distancia que los que vivieron los hechos no pueden tener. Para el director del CCCB, Josep Ramoneda, estas pel¨ªculas reflejan "los a?os de plomo de la hero¨ªna que devastaron a toda una generaci¨®n" y en cierta manera muestran otro "desencanto", el barriobajero, hacia una transici¨®n que se estaba produciendo en medio de una brutal crisis econ¨®mica y social. La exposici¨®n combina los montajes audiovisuales de algunos de estos filmes con documentaci¨®n de la ¨¦poca. En el aspecto social destacan apartados dedicados a los pol¨ªgonos del franquismo (barraquismo vertical, que le llaman ahora) -ejemplificado en los de La Mina en Barcelona, San Blas en Madrid y Otxarkoaga en Bilbao- y a la situaci¨®n en las c¨¢rceles durante la ¨¦poca, con im¨¢genes y explicaciones del mot¨ªn de la Modelo en 1977. M¨¢s l¨²dica es la secci¨®n centrada en los salones recreativos, los nuevos templos del ocio, en los que el p¨²blico puede volver a jugar a marcianitos o al mill¨®n o escuchar canciones como Soy un perro callejero, Hero¨ªna o Todos los gatos son pardos.
El c¨®mic de la ¨¦poca (con p¨¢ginas de Gallardo, Max o Mart¨ª para El V¨ªbora, Makoki o Star), las revistas (aquel Intervi¨² de los inicios), el argot de la calle, en parte a¨²n vivo (peta, chute, bofia...), o las estrellas medi¨¢ticas -El Vaquilla, El Torete, El Jaro...- son otros apartados de esta exposici¨®n que incluye gui?os al presente. En una pantalla conectada a Internet se muestra como hoy, transformados ya en iconos cool, el mito de los quinquis sobrevive. Ellos no lo consiguieron.
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