Deliciosos manjares
Se prepar¨® una mesa de gala -plaza de las Ventas- en una fecha muy se?alada -feria de San Isidro-, e invitaron a tres chavales con fama de poseer un buen paladar y que, al parecer, hab¨ªan demostrado sus condiciones para la cata en celebraciones anteriores. A los tres los vistieron de luces y les sirvieron deliciosos manjares, las mejores viandas, saladas unas, dulces otras, varias picantes, pero todas con sabor intenso. Manjares exquisitos para invitados con ilusi¨®n y hambre.
Pero ocurri¨® lo imprevisto. Los comensales no apreciaron los aromas, ni la textura de los alimentos; se les vio torpes en el manejo de la cuberter¨ªa, comieron sin gracia, sin deleite ni gozo, y se comprob¨® que no merec¨ªan invitaci¨®n de tan alta alcurnia.
GUADAIRA / PAJARES, REY, LECHUGA
Novillos de Guadaira, bien presentados, mansotes y muy encastados; muy noble el primero y violento el sexto. Francisco Pajares: pinchazo, media baja -aviso- y dos descabellos (silencio); pinchazo -aviso- y estocada (ovaci¨®n).
Juan Carlos Rey: estocada trasera (ovaci¨®n); dos pinchazos -aviso- y estocada (silencio).
Pablo Lechuga: estocada atravesada, pinchazo y media pescuecera (silencio); pinchazo y bajonazo (silencio).
Plaza de las Ventas. Lunes 25 de mayo. Decimonoveno festejo de feria. Tres cuartos de entrada.
Merecen mantel de hule, vajilla de 'duralex' y comida precocinada
Pero si alguno hab¨ªa ganado hasta un reconocido premio en otra feria... pero si los tres eran los mejores de todos los aspirantes... Pero, bueno... Qu¨¦ extra?o todo, qu¨¦ decepci¨®n: ni valoraron los alimentos ni sab¨ªan comer.
Miren: sobre la mesa, en bandeja de plata, seis novillos que hicieron una aceptable pelea en varas con tendencia, eso s¨ª, a la mansedumbre, que cumplieron en banderillas, demostraron fortaleza, y se com¨ªan la muleta con codicia y casta los cinco primeros, y con una nobleza cercana a la santidad el que abri¨® plaza.
Ese primero era un dulce de membrillo, precioso de hechuras, que embisti¨® con limpieza, calidad y largura en el ¨²ltimo tercio. Un novillo glorioso para encumbrar a cualquiera que tenga la motivaci¨®n necesaria. Le toc¨® en suerte a Francisco Pajares, y su problema es que no sab¨ªa si ten¨ªa que comer con cuchara o tenedor, cuando lo que requer¨ªa el asunto era una muleta suave y cadenciosa, y un torero con empaque y personalidad. El animal, incansable en su embestida, le dec¨ªa "c¨®meme, c¨®meme, pero con delicadeza", y el aspirante se empe?aba en trag¨¢rselo a bocados. No fue capaz de degustar el dulce membrillo y se manch¨® el vest¨ªo porque no sab¨ªa ni comer. El segundo plato, cuarto de la tarde, de sabor picante, mostr¨® inter¨¦s en comerse al invitado. Mira: el torero, nerviosito, sin ideas, se dej¨® enganchar la servilleta varias veces, no le ech¨® el valor suficiente y, al final, se quem¨® el est¨®mago porque su oponente le propin¨® dos feas volteretas al entrar a matar que s¨®lo qued¨® en un puntazo corrido en el muslo derecho de pron¨®stico leve.
A su compa?ero de mesa, Juan Carlos Rey, le sirvieron un primero dulz¨®n y un segundo con sabor muy intenso. Ni apreci¨® la buena condici¨®n de la nobleza ni pudo con la casta y la fortaleza del quinto. El problema es que ha debido de comer en pocas mesas, se sienta muy despegado del mantel y su forma de comer es poco adecuada. En fin, que no se cruza nunca, que da pases muy acelerados y desordenados y no dice nada. Machac¨® en varas al quinto, y se le par¨®, aburrido, a mitad de faena.
Y completaba la mesa Pablo Lechuga, que tuvo peor suerte porque el sexto fue el garbanzo negro y derroch¨® asperezas. Pero el de la mala suerte de verdad fue el codicioso tercero, que se lo comi¨® con patatas al torero, que no da pases m¨¢s lejos del toro porque no es el inspector Gadget y no puede alargar el brazo m¨¢s all¨¢ de lo humanamente posible. Adem¨¢s, se coloca muy mal y le pueden las dudas y las precauciones. As¨ª y todo recibi¨® una voltereta del m¨¢s noble y se salv¨® de los ga?afones que le lanz¨® el violento sexto.
En resumen: estos tres aspirantes no merecen mantel de seda, sino de hule; una vajilla de duralex, un perol grande lleno hasta arriba de comida precocinada, y cuchar¨¢ y paso atr¨¢s. Los manjares, para otros. Hombre, por favor, qu¨¦ decepci¨®n...
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