Pasiones distantes
El irresistible atractivo de una ¨®pera como Rigoletto parte del tema que desarrolla m¨¢s que del argumento. Es una obra que versa sobre las fronteras del mal y sus consecuencias en el ¨¢mbito de la personalidad individual. Carlos Castilla del Pino lo expres¨® con claridad en una conferencia en Bilbao sobre este t¨ªtulo en octubre de 2006, en la que analizaba fundamentalmente "la conciencia como trampa". Se preguntaba entonces el ilustre psiquiatra y pensador: "Rigoletto plantea un problema de un inter¨¦s extraordinario desde el punto de vista moral y hasta ontol¨®gico, a saber: ?Se es libre para hacer el mal?, ?se puede hacer el mal sin que nos pase nada, sin que dejemos de ser el que ¨¦ramos antes de cometerlo?".
RIGOLETTO
De Giuseppe Verdi. Con Roberto Frontali, Patrizia Ciofi, Jos¨¦ Bros y Marco Spotti, entre otros. Director musical: Roberto Abbado. Directora de escena: Monique Wagemakers. Sinf¨®nica de Madrid, Coro Intemezzo. Coproducci¨®n con el Liceo de Barcelona a partir de una realizaci¨®n original de la Nederlandse Opera de ?msterdam. Teatro Real, Madrid, 3 de junio.
Sospecho que en la puesta en escena claustrof¨®bica y hasta sofocante de Monique Wagemakers, procedente originalmente de Amsterdam, hay una intenci¨®n de dar respuesta a alguno de los m¨²ltiples problemas morales que sugiere la emblem¨¢tica obra verdiana. Pero una representaci¨®n teatral es algo muy diferente de un ensayo filos¨®fico -o a un c¨®digo de intenciones- y la propuesta se pierde en una mezcla de esteticismo, conceptualidad y minimalismo, m¨¢s pendiente de las composiciones escenogr¨¢ficas y hasta coreogr¨¢ficas que de la direcci¨®n de actores, m¨¢s atenta al efecto visual que a las emociones de los personajes. La sensaci¨®n de frialdad y hasta de gelidez es as¨ª inevitable, por mucho que las composiciones pl¨¢sticas impongan a veces su particular belleza. Los cantantes deambulan por ese escenario misterioso y extra?o, sin que las pasiones aparezcan m¨¢s que a cuentagotas. En acciones individuales, en todo caso, como el Caro nome de la extraordinaria soprano Patrizia Ciofi, la gran triunfadora de la noche, pero no se acaban de imponer los m¨ªnimos criterios ¨¦ticos y est¨¦ticos en momentos tan determinantes, pongamos por caso, como el cuarteto Bella figlia dell'amore, que pasa, triste es decirlo, casi inadvertido. La producci¨®n anterior de Rigoletto en este teatro, sin ser uno de los trabajos m¨¢s destacados de Graham Vick, apuntaba otro tipo de detalles. La de Wagemakers resulta, adem¨¢s de pretenciosa, banal o, en todo caso, superficial.
El distanciamiento de las pasiones no se conjuga nada bien con el universo verdiano. Los cantantes no transmiten cercan¨ªa. Tanto Bros como Frontali nos tienen acostumbrados a unos niveles art¨ªsticos superiores. El director musical Roberto Abbado mantiene en algunas escenas la tensi¨®n musical. En otras enfatiza en exceso las din¨¢micas y en otras, sencillamente, desaparece. La Sinf¨®nica de Madrid est¨¢, en cualquier caso, por encima de su nivel medio habitual. El coro Intermezzo cumple musicalmente y se muestra disciplinado y eficaz en la papeleta esc¨¦nica.
Rigoletto ha levantado gran expectaci¨®n en Madrid. Es l¨®gico que as¨ª sea. Es un t¨ªtulo fundamental de Verdi y de la historia de la ¨®pera. Su impresionante belleza musical incluso late con fuerza por encima de las circunstancias no precisamente id¨®neas de esta representaci¨®n.La sensaci¨®n de frialdad y hasta de gelidez es inevitable
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