El cine que no amaba a las mujeres 'hacker'
Andr¨®ginas, solitarias, duras, anor¨¦xicas, as¨ª pinta el celuloide a las mujeres que se dedican a la inform¨¢rtica
"Qu¨¦ t¨ªa m¨¢s rara", exclama Blackhold nada m¨¢s salir de ver la pel¨ªcula Los hombres que no amaban a las mujeres, basada en la novela del mismo nombre y cuya protagonista es una joven hacker. Blackhold, inform¨¢tica de 26 a?os de edad, se mueve en ambientes underground donde coincide con mujeres hacker que, asegura, no son exactamente como en las pel¨ªculas.
Primero fue la brillante Sandra Bullock de La red; despu¨¦s vinieron la agresiva Angelina Jolie de Hackers y la glacial Trinity de Matrix. Lisbeth Salander, protagonista de Los hombres que no amaban a las mujeres, es el rizo del estereotipo de la mujer hacker, una mezcla de todas las anteriores con una novedosa carga psicol¨®gica: muy mental y masculina, siniestra hasta la crueldad, la perfecta v¨ªctima de una familia disfuncional.
Como ya hicieron la literatura y el cine con sus compa?eros, las mujeres hacker contemplan c¨®mo se las presenta al gran p¨²blico embutidas en un saco de t¨®picos. As¨ª lo cree Blackhold: "Las chicas que conozco relacionadas con la inform¨¢tica no llevan piercings y tatuajes como Lisbeth, o por lo menos no tantos. Son chicas normales y m¨¢s abiertas".
La bella y legendaria Barbara Thoens, del grupo alem¨¢n de hackers Chaos Computer Club, o la polaca experta en virus Joanna Rutkowska, que no sale de viaje sin una plancha y su kit de maquillaje, posiblemente gritar¨ªan ante el desali?o y masculinidad de Lisbeth. Y la corpulenta Binaria, integrante en los a?os 90 del grupo espa?ol La Vieja Guardia, debe desternillarse ante tanta hacker anor¨¦xica de pel¨ªcula.
Tampoco nada tiene que ver con el t¨®pico cinemtogr¨¢fico de la mujer hacker, Amaya Rodrigo, la dulce amante de los animales, la primera mujer programadora de Debian (una distribuci¨®n de GNU/Linux) en Europa.
Fundadora de Debian Women y defensora de los derechos de las mujeres en la red, la est¨¦tica de Rodrigo se parece m¨¢s bien poco a la ciberpunk Lisbeth. Blackhold a?ade: "No son mujeres agresivas, como se ve en la pel¨ªcula, pero s¨ª muy activas, impulsivas, que no pierden el tiempo".
Blackhold trabaja como administradora de sistemas en Barcelona. A los tres a?os de edad jugaba con un Commodore, y a los cuatro cargaba ella sola los juegos. "Aprend¨ª a escribir a m¨¢quina antes que a mano", explica.
No ha habido tinglado hacktivista en los ¨²ltimos a?os donde no estuviera esta joven. En 2008, organiz¨® el primer encuentro t¨¦cnico Summer Camp Garrotxa, que este a?o a mediados de julio, se repite en Girona.
Blackhold asegura no sentirse identificada con la protagonista de la pel¨ªcula, pero s¨ª comparte algunos rasgos psicol¨®gicos, aunque con algo menos de intensidad, como la sinton¨ªa con las ideas ciberpunk o la relaci¨®n con los temas llamados femeninos: "Muchas cosas que se atribuyen a las mujeres, como maquillarse o hablar de vestidos, me aburren. Prefiero mil veces hablar de cualquier tema t¨¦cnico".
Blackhold considera que la timidez y caracter solitario de Lisbeth son comunes a muchos y muchas hackers, causa y consecuencia de pasar tantas horas ante un ordenador, hasta convertirlo en un arte. Pero es una soledad f¨ªsica y emocional, que no mental: "Gracias a la inform¨¢tica he conocido a much¨ªsima gente y he podido hacer cosas de las que no habr¨ªa sido capaz si no estuviese en un mundo tan activo".
Para Blackhold, el gran fallo de la ficci¨®n, tanto en Los hombres que no amaban a las mujeres como en pel¨ªculas anteriores, reside en que pintan a las mujeres hacker como simples remedos de sus alter egos hombres: "Lisbeth intenta reunir todos los t¨®picos de c¨®mo deber¨ªa ser un hacker masculino y eso hace que tenga un car¨¢cter agresivo, fr¨ªo y vengativo".
No se puede culpar al novelista sueco Stieg Larsson, autor del libro, por su poco conocimiento de las mujeres hacker. Son tan pocas y suelen esconderse tanto de la luz p¨²blica, m¨¢s que sus compa?eros, que el trabajo de campo era dif¨ªcil. Hay apenas unos pocos estudios serios. El m¨¢s reciente, de 2006, de la Universidad de Cambridge, afirmaba que en las comunidades de software libre, donde se suelen iniciar los hackers, s¨®lo el 1,5% son mujeres.
Posiblemente, Larsson se inspir¨® en las pel¨ªculas ya citadas o en los libros ciberpunk de William Gibson, donde la mayor¨ªa de mujeres son calcadas a Lisbeth. Mientras, en el mundo real, las hackers son menos siniestras, pero tanto o m¨¢s listas.
BLACKHOLD: http://blackhold.blogspot.com AMAYA RODRIGO: http://amayita.livejournal.com JOANNA RUTKOWSKA: http://theinvisiblethings.blogspot.com LAS HACKERS DEL ENIAC: http://eniacprogrammers.org DEBIAN WOMEN: http://women.debian.org LINUXCHIX: http://www.linuxchix.org SYSTERS: http://anitaborg.org/initiatives/systers ADA LOVELACE: http://es.wikipedia.org/wiki/Ada_Lovelace
?Una 'hacker' de verdad actuar¨ªa como en la pel¨ªcula?
El trabajo de Lisbeth Salander consiste en investigar a otras personas, accediendo a sus ordenadores y a las bases de datos donde haya informaci¨®n sobre ellas. Es una hacker profesional y este oficio, aunque minoritario, es real. Tambi¨¦n se acercan mucho a la realidad los detalles inform¨¢ticos que muestra la pel¨ªcula.
A¨²n as¨ª, Blackhold detecta algunos fallos: "Lisbeth entra en el ordenador del periodista protagonista y esp¨ªa sus documentos, pero me extra?a c¨®mo puede abrir y cerrar los ficheros, en entorno gr¨¢fico, sin que ¨¦l se d¨¦ cuenta". La forma correcta ser¨ªa "conectarse en modo invisible y, una vez dentro del port¨¢til, transferir los ficheros al suyo".
Tambi¨¦n es err¨®neo, asegura Blackhold, que Lisbeth introduzca en su port¨¢til la tarjeta de memoria de su c¨¢mara digital: "Los MacBook Pro, como el de Lisbeth, no tienen lector de esas tarjetas". Adem¨¢s y desde una ¨®ptica hispana, pocos hackers usan ordenadores Apple, pero Blackhold aclara: "De Alemania para arriba, hay gente muy buena con un Mac".
En cuanto a los aciertos de la pel¨ªcula, Lisbeth pide a su tutor 20.000 coronas suecas (1.800 euros) para comprar un port¨¢til: exactamente lo que cuesta un MacBook Pro de 15". Tambi¨¦n vemos una terminal con directorios reales del sistema operativo Mac OS X. E incluso, se regocija Blackhold, "la hacker hace un find". El comando find sirve para buscar cosas.
Queda a la discreci¨®n de cada hacker si har¨ªa lo que Lisbeth: para ayudar al periodista en su investigaci¨®n, acaba revel¨¢ndole que est¨¢ espiando su ordenador. La opini¨®n de Blackhold: "Un hacker se interesa y arriesga por algo si se le presenta realmente como un reto. Los hackers aman los retos".
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