El billete del metro
Seguramente sin desearlo, el diputado general de Vizcaya, Jos¨¦ Luis Bilbao, ha entreabierto la tapa de una caja en la que casi nadie ha querido hurgar en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas: la de la eficiencia y sostenibilidad de nuestro modelo institucional. No s¨®lo el que viene definido por el Estatuto y la Ley de Territorios Hist¨®ricos (LTH), sino tambi¨¦n, y sobre todo, el resultante de sus desviaciones e incumplimientos. Asumiendo el papel de azote de un Gobierno que su partido, el PNV, sigue considerando espurio, Bilbao se present¨® la pasada semana a su primera entrevista con el lehendakari, Patxi L¨®pez, con una desmesurada lista de reclamaciones. Entre ellas, la intenci¨®n de "dejar de pagar" la construcci¨®n y ampliaci¨®n del metro a escote con el Gobierno, lo que supondr¨ªa descargarse de 840 millones de euros hasta 2029.
Es m¨¢s probable que sea la crisis la que corrija los excesos y duplicidades de gasto
Pero lo m¨¢s interesante de la pretensi¨®n son los motivos aducidos para desprenderse de esa carga financiera: que la competencia de ferrocarriles es del Gobierno y que la Diputaci¨®n se encuentra muy endeudada. De la argumentaci¨®n de Bilbao se deduce que su reclamaci¨®n no se habr¨ªa producido si la recesi¨®n no estuviera estrangulando los ingresos fiscales y si el PNV siguiera gobernando en el Pa¨ªs Vasco. Sin embargo, la primera raz¨®n aportada, puesta en relaci¨®n con la segunda, invita a entrar en materia.
Mientras la recaudaci¨®n y las rentas del Concierto Econ¨®mico crec¨ªan por encima del 8% anual y las diputaciones y el Gobierno eran controlados por un mismo partido, muy pocos apuntaron los desajustes competenciales y actuaciones duplicadas que se estaban produciendo, con un coste muy alto para los contribuyentes. Hab¨ªa dinero de sobra para gastar y derrochar, y, si se produc¨ªan choques entre instituciones, ah¨ª estaba la direcci¨®n del partido gu¨ªa para dar y quitar razones o imponer laudos de obligado cumplimiento. Lo cierto es que el principio de que cada instituci¨®n debe ce?irse al ejercicio de las competencias que le corresponden ha sido tan poco respetado en Euskadi como en Madrid. Precisando m¨¢s, habr¨ªa que decir que las pr¨¢cticas expansivas en este ¨¢mbito han tenido un suelo fecundo en Vizcaya desde tiempos de Jos¨¦ Mar¨ªa Makua; tambi¨¦n durante el mandato de Jos¨¦ Luis Bilbao.
El metro bilba¨ªno, precisamente, no vale como ejemplo. Cuando el diputado general pide que el Gobierno pague el billete ¨ªntegro, porque la competencia sobre ferrocarriles auton¨®micos es suya, parece olvidar que el suburbano no era la ¨²nica alternativa para el transporte del Gran Bilbao, que es de su incumbencia. El metro, por lo tanto, se construy¨® con el compromiso de pagarlo al cincuenta por ciento, al igual que sus nuevas l¨ªneas, forzadas desde la Diputaci¨®n pese a que el n¨²mero de nuevos usuarios potenciales no justifica en absoluto la enorme inversi¨®n requerida. Sin esa financiaci¨®n a medias, posiblemente el metro no se habr¨ªa acometido, porque tener la competencia no se traduce en la obligaci¨®n de realizar un proyecto concreto en un lugar determinado.
La aplicaci¨®n de la norma del rigor competencial puede volverse en contra de Jos¨¦ Luis Bilbao si se examina, por ejemplo, su decisi¨®n de poner en marcha un plan foral de vivienda, cuando esta materia corresponde con claridad al Gobierno vasco y los ayuntamientos. Pero se estim¨® desde su partido que era la v¨ªa adecuada para frenar en ese territorio la proselitista pol¨ªtica de vivienda de Javier Madrazo. Tambi¨¦n el Estatuto establece que debe estar en manos del Gobierno el dise?o muse¨ªstico de la comunidad aut¨®noma. Pero eso no impide a la Diputaci¨®n de Vizcaya intentar arrastrar al Ejecutivo, apoy¨¢ndose en el formidable e inopinado ¨¦xito del Guggenheim, a intentar repetir el bingo con un segundo museo en Urdaibai, del que se sabe lo que costar¨ªa (200 millones), aunque se ignora a¨²n qu¨¦ ofrecer¨ªa y a cu¨¢nta gente podr¨ªa atraer para compensar tan enorme desembolso. La casu¨ªstica del primero y del pretendido segundo Guggenheim resulta homologable a la del metro, pero aqu¨ª no se aplica el "dejar de pagar", sino que es la Diputaci¨®n la que tira generosamente de chequera y reclama al Gobierno que haga lo propio, aunque no vea clara la operaci¨®n. Y lo mismo sucede tambi¨¦n a la hora de construirle el nuevo estadio al Athletic.
La naturaleza de las instituciones es expansiva cuando se dispone de recursos econ¨®micos abundantes, y la compleja estructura organizativa de la comunidad aut¨®noma, con su fuerte componente territorial, favorece la confusi¨®n competencial. Nadie est¨¢ libre de pecado. Porque el mismo Gobierno que siempre vio con disgusto las entradas de Vizcaya en su ¨¢rea de la pol¨ªtica industrial, no ha tenido empacho en pisarle el terreno a las diputaciones en agricultura y ganader¨ªa o en obras de car¨¢cter municipal. El conjunto de la comunidad aut¨®noma ganar¨ªa mucho si se abordara con esp¨ªritu constructivo la revisi¨®n que necesita la LTH despu¨¦s de 25 a?os de rodaje. Sin embargo, no parece que la intenci¨®n de Jos¨¦ Luis Bilbao al sacar la cuesti¨®n del metro vaya en esa direcci¨®n.
Resulta m¨¢s probable que sea la crisis la que reconduzca, con la fuerza inapelable de la contabilidad, los excesos y duplicidades en el gasto p¨²blico. Con el contador de los ingresos en rojo y las necesidades sociales disparadas, mal podr¨¢n justificar las instituciones adentrarse en jardines competenciales que no son de su incumbencia o ponerse a promotores de conciertos de las grandes estrellas del rock and roll. Pero ser¨ªa positivo que esa clarificaci¨®n competencial no fuera consecuencia de la forzada austeridad, sino de un debate profundo sobre la realidad y las necesidades actuales del Pa¨ªs Vasco. Se evitar¨ªa as¨ª que las instituciones vuelvan a las andadas en cuanto la econom¨ªa vuelva a permit¨ªrselo.
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