?Cu¨¢nto gallego est¨¢ dispuesto a soportar?

Ma?ana finaliza el plazo que la Conseller¨ªa de Educaci¨®n nos ha dado a los padres para que respondamos a la encuesta de marras sobre el gallego, publicitada como la oportunidad de dar nuestro parecer sobre en qu¨¦ idioma queremos que sean educados nuestros hijos. Sin embargo, analizando la que el escritor Santiago Jaureguizar llama Encuesta Cosmopolitan (tipo "?crees en la fidelidad en la pareja?") por su simplicidad, lo que realmente se nos pregunta es cu¨¢nto gallego queremos que se quite de la ense?anza. O para decirlo con la sinceridad que aflora a la m¨ªnima entre los autores intelectuales del asunto, cu¨¢nto gallego estamos dispuestos a soportar.

Porque lo que se pide es nuestro parecer sobre el idioma en que se impartan las asignaturas troncales, es decir, las que ya se dan en gallego, cuando se dan. Para decirlo a tono con la encuesta, a lo bruto, "todo en gallego" no es lo que parece, sino la mitad en gallego, o sea, virgencita, que me quede como estoy. "Unas en gallego, otras en castellano" supone (adem¨¢s de una falta de concreci¨®n alarmante), que la Xunta haga lo que le parezca. "Todo en castellano" quiere decir lo que quiere decir. Afortunadamente existe Internet, porque esto no lo ha explicado la conseller¨ªa, ni los profesores (a los que no han dejado ni informar ni opinar), ni los medios de comunicaci¨®n (que como mucho se dedican a reproducir el rifirrafe dial¨¦ctico sobre el asunto).

Los ni?os gallegos tienen m¨¢s destreza en ingl¨¦s y castellano que la media espa?ola, seg¨²n Pisa

Ni falta que hace. Como dijo otra partidaria de aplicar el libre mercado a todo lo que se mueva, incluidos y preferentemente los servicios p¨²blicos, Margaret Thatcher: "Vivimos en la era de la televisi¨®n. Una sola toma de una enfermera bonita ayudando a un viejo a salir de una sala dice m¨¢s que todas las estad¨ªsticas sanitarias". Las estad¨ªsticas desmienten la impresi¨®n generalizada de que los idiomas y las mentes tienen la misma relaci¨®n que los coches y las plazas de garaje, que cabe uno por cabeza. Los ni?os gallegos -y todos los que no son monoling¨¹es- tienen m¨¢s destreza en castellano y en ingl¨¦s que la media espa?ola, adem¨¢s de menos fracaso escolar, seg¨²n el informe Pisa.

Pero lo importante es la impresi¨®n. En las opiniones pescadas a pie de calle en un peri¨®dico gallego, una se?ora secundaba la supresi¨®n o reformulaci¨®n de las galescolas, "porque el gallego hay que aprenderlo, pero no imponerlo". Si hablarle en gallego a un ni?o de hasta tres a?os es imponerle algo, en la inmensa mayor¨ªa de las guarder¨ªas, salvo que a los infantes les hablen en neutro o en klingon, est¨¢n imponiendo el castellano (que, como su nombre indica, es el idioma natural de aqu¨ª de toda la vida). Y en cuanto superan los tres a?os, lamentablemente a los ni?os en la escuela se les impone todo, al menos hasta que se desarrolle la ciencia infusa o un sistema de descarga de conocimientos mediante conexi¨®n USB, que evite el tener que forzarlos al aprendizaje. Es m¨¢s, la ventaja de los idiomas es que si se oyen lo suficiente de peque?o, en casa o en la escuela, de mayor no hace falta aprenderlos.

Otro entrevistado no s¨®lo se mostraba de acuerdo, sino que confesaba adem¨¢s "estar harto de todo eso del gallego". Un tercero se tomaba la molestia de escribirle al director citando el tiempo en que se "prohib¨ªa el castellano". Vuelve el requet¨¦ educativo. "Hay mucho que decir en favor del periodismo moderno. Al darnos las opiniones de los ignorantes, nos mantiene en contacto con la ignorancia de la comunidad", dec¨ªa ya en su ¨¦poca Oscar Wilde. Lo que quiero decir con tanta cita es que no se pueden tomar decisiones acertadas con el ¨²nico bagaje de las soflamas propagand¨ªsticas (aunque bien es cierto que, en parte, as¨ª es como se vota).

Yo no s¨¦ -aunque me lo imagino, la m¨ªa es una ignorancia ret¨®rica- cu¨¢l ser¨¢ el resultado de la encuesta. Incluso no voy a cuestionarlo por lo discutible de su sistema de distribuci¨®n y recogida (que la conseller¨ªa llama, a lo CSI, "cadena de custodia") ni por su escasa fiabilidad estad¨ªstica. Solamente decirle al conselleiro -que la ¨²nica vez que habl¨¦ con ¨¦l me hab¨ªa parecido una persona educada y sensata- que las decisiones de gobierno no se toman a la carta, o sea traspas¨¢ndoles las responsabilidades a los administrados. Nosotros nos ocupamos de educar en casa y ustedes -vamos, los expertos- de la ense?anza p¨²blica. Si es no es as¨ª, comencemos por decidir el destino de los impuestos.

De todas formas, en cuanto acabe esto voy a cubrir el papelito, a pesar de la opini¨®n de Homer Simpson de que para mentir hace falta uno que mienta y otro que escuche.