El ¨²ltimo truco del mago ciego
Paseando por Venecia, el escritor dijo a su compa?era que la pr¨®xima novela ir¨ªa de un mago. Al girar la esquina, el viento portaba naipes de una baraja. Pis¨® una, al azar: "Es un comod¨ªn", se aventur¨®. Levant¨® el pie... y s¨ª, lo era; desde ese d¨ªa, lo lleva en la cartera. La imagen, digna de una vi?eta del Corto Malt¨¦s, encajar¨ªa en la ¨²ltima novela de Enrique de H¨¦riz (Barcelona, 1964), Manual de la oscuridad (Edhasa). Pero no, le ocurri¨® al autor en la realidad. De ese episodio hace ahora seis a?os. De H¨¦riz estaba acabando su tercera novela, el fen¨®meno boca-oreja Mentira (100.000 ejemplares s¨®lo en Espa?a, 12 idiomas, Premio Llibreter 2004) y con el tiempo perfil¨® apenas un poco m¨¢s la trama: un mago, reci¨¦n nombrado el mejor del mundo con apenas 40 a?os, que se volv¨ªa ciego, como un truco brutal que le gasta el mundo. "Le pasa esto ?y ahora, qu¨¦? Era una pulsi¨®n personal, necesitaba saber qu¨¦ le ocurr¨ªa a V¨ªctor Losa al perder la visi¨®n", fija la g¨¦nesis el escritor, muy materialista, que no da significado alguno al azaroso suceso veneciano ni doble lectura a la historia ante la crisis econ¨®mica actual. "No hay mucha par¨¢bola ni parafraseo simb¨®lico en mis obras, nunca muy planificadas", remacha. En cualquier caso, con ese qu¨¦ le pasara al protagonista fue creciendo su cuarta novela, de nuevo casi de 600 p¨¢ginas, las necesarias para rebuscar en los or¨ªgenes del mago y, en un segundo apartado, seguirle en su reinvenci¨®n como persona al quedarse ciego.
"No busco tanto la realidad para constatar si es ver¨ªdico o no lo que escribo como ba?arme en ella para pod¨¦rmela reinventar"
Para De H¨¦riz, una novela ha de crear "un espacio moral, una est¨¦tica, profundizar unas ideas, poner al lector donde nunca se hubiera imaginado" y en esa ambiciosa y exigente voluntad -"es mejor hacer una novela frustrada pero que vaya por ah¨ª que no limitarse a contar historias, que es lo que muchos dicen ahora que hacen"- el autor ofrece temas de calado, como el de la desaparici¨®n, un cl¨¢sico ya en su bibliograf¨ªa. "Sin duda la muerte de mi padre a los 12 a?os est¨¢ tras ese aspecto, pero tambi¨¦n el de la magia y la ceguera como met¨¢foras de la necesidad forzada de la evoluci¨®n, de los empujones de la vida; cuando uno es ciego debe repensarlo todo, eres otra persona y debes redescubrirte como tal".
Un curso elemental de magia en una de las tiendas del gremio m¨¢s antiguas de Espa?a, la barcelonesa El Rey de la Magia, e intensas sesiones con una instructora de ciegos de la ONCE formaron parte de su particular aprendizaje, en una experimentaci¨®n detallista que hace pensar en la novela documental, la del Tom Wolfe de La hoguera de las vanidades (al que De H¨¦riz public¨® como editor de Ediciones B) o la del ?mile Zola de Germinal. "No busco tanto la realidad para constatar si es ver¨ªdico o no lo que escribo como ba?arme en ella para pod¨¦rmela reinventar; necesito notar el polvo en los dedos para poder volver a imaginar luego esa sensaci¨®n", afirma quien se someti¨® a sesiones con los ojos vendados para experimentar con sonidos y sensaciones t¨¢ctiles. "A partir de ese mundo de los ciegos not¨¦ que la novela crec¨ªa", asegura. Un influjo que en lo literario vino menos de Ernesto Sabato (Informe sobre ciegos) que de Jos¨¦ Saramago (Ensayo sobre la ceguera): "Hab¨ªa abandonado la de Saramago a las 30 p¨¢ginas hace un tiempo y luego la retom¨¦ y acab¨¦ con un temblor, una conmoci¨®n moral que pocas novelas me han generado, quiz¨¢ s¨®lo Crimen y castigo", reflexiona.
Manual de la oscuridad oculta otro jir¨®n autobiogr¨¢fico de De H¨¦riz: la reflexi¨®n sobre el maestrazgo, la transmisi¨®n vital y profesional, que el tambi¨¦n hu¨¦rfano protagonista vive con su viejo maestro y luego ¨¦l experimenta como alumno ciego. "Cre¨ªa ya haber exorcizado eso, pero a¨²n no es as¨ª; en cualquier caso, no me siento cercano de los que deber¨ªan ser mis colegas generacionales, no tengo comuni¨®n de intereses ni literarios ni sociopol¨ªticos con autores como Mar¨ªas o Mu?oz Molina, a los que leo como mayores, pero tampoco con Cercas o Mart¨ªnez de Pis¨®n, siento cierta sensaci¨®n de isla flotante en el tiempo".
Pocas veces la vida deja o le obliga a reinventarse a uno como le ocurre al mago Losa, pero s¨ª parece que la nueva novela podr¨ªa significar una inflexi¨®n en la trayectoria literaria de De H¨¦riz. "Acab¨¦ tremendamente fatigado y con la sensaci¨®n de que tardar¨¦ tiempo en escribir otra", y eso a pesar de que ya le ronda la historia de su abuelo, al que el azar (de nuevo) le llev¨® a estar en los dos bandos cuando la Guerra Civil. La causa igual es formal -"la segunda parte de la novela la he afrontado sin tanto envoltorio de b¨²squedas de identidades y leyendas y tiene una estructura con tiempo narrativo presente y m¨¢s directo y eso me ha gustado"- o quiz¨¢ personal -"la vida es demasiado estrecha para m¨ª; si no me hubiera permitido ser unos momentos ciego, no habr¨ªa invertido seis a?os"-, pero, en cualquier caso, De H¨¦riz quiere experimentar. "Tengo diversos poemas escritos y sobre todo me gustar¨ªa hacer teatro, la gran mentira: la representaci¨®n m¨¢xima con la presencia f¨ªsica absoluta". De alguna manera, magia, como los trucos que ¨¦l mismo controla "cuatro o cinco s¨®lo, a los que le ha dado un envoltorio del mundo editorial" o los que practica su editor Daniel Fern¨¢ndez, que ha publicado el libro (15.000 ejemplares y ya una reimpresi¨®n de 5.000 m¨¢s: "Los libreros quiz¨¢ piden una novela literaria que no sea la cosa hiperexquisita ni el best seller, que es como se ha polarizado ahora el mercado", razona el autor) en tapa dura y cosido, pero que vende a 19 euros. Quiz¨¢ tambi¨¦n influjo m¨¢gico del comod¨ªn veneciano.
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