Produciendo parados... y precariedad
El hundimiento del empleo destapa los problemas estructurales del mercado laboral
Espa?a: 1.760.000 parados. La tasa de paro m¨¢s baja de la democracia: el 7,9%. ?Menos que Alemania! Hoy suena a utop¨ªa, pero hace casi dos a?os fue verdad. Apenas un par de semanas despu¨¦s ech¨® a andar, a plena luz, la crisis financiera. Era agosto de 2007. Desde entonces, el mercado laboral espa?ol s¨®lo ha tra¨ªdo disgustos. Ciento seis medidas anticrisis despu¨¦s, se ha cobrado casi 1,5 millones de puestos de trabajo. El que fuera alumno aventajado en Europa se ha convertido en el patito feo, en una m¨¢quina que fabrica m¨¢s pardos que nadie.
Al principio, la ca¨ªda mantuvo una cadencia lenta. Pero fue in crescendo. Y la debacle lleg¨® en el ¨²ltimo trimestre del a?o pasado y el primero de ¨¦ste. Los cuatro millones de parados, tantas veces negados por el Gobierno, irrumpieron con fuerza. El paro ya est¨¢ en el 17,3% o en el 18,1% de la poblaci¨®n activa, seg¨²n sea la fuente el INE o Eurostat [la oficina europea de estad¨ªsticas]. Espa?a vuelve as¨ª a los deshonrosos lugares que tradicionalmente ha ocupado en las estad¨ªsticas laborales europeas. Y la comparaci¨®n hace la situaci¨®n todav¨ªa m¨¢s insoportable: en Europa, la tasa de paro es del 8,6%, y el 55% de los nuevos parados del continente proceden de Espa?a.
Apenas hace dos a?os, Espa?a ten¨ªa menos paro que Alemania
As¨ª que de la mano del paro galopante y de la lejana convergencia con el continente -evaporada justo antes de conseguirla- se ha abierto, otra vez, el debate sobre una posible reforma laboral (de llevarse a cabo, ser¨ªa la quinta de la democracia sin contar la promulgaci¨®n del Estatuto de los Trabajadores): entre sindicatos y empresarios, entre el Gobierno y el Banco de Espa?a, y a ¨²ltima hora se han sumado economistas, abogados, catedr¨¢ticos de derecho laboral y conocedores del mercado de trabajo divididos en dos grupos, aunque no falta entre ellos quien se ha quedado en medio.
Necesaria o no -aqu¨ª mismo ya comienza la discusi¨®n-, la escalada del paro ha puesto sobre la mesa todas las r¨¦moras del mercado laboral espa?ol, las que le llevan al histrionismo permanente. A ser una locomotora de la creaci¨®n de empleo cuando la econom¨ªa crece y una voraz trituradora cuando llegan las crisis: de la euforia a la depresi¨®n sin soluci¨®n de continuidad.
Y dos r¨¦moras destacan sobre el resto y, adem¨¢s, se alimentan entre ellas. La primera le viene dada al mercado laboral. Tiene su ra¨ªz en la propia estructura econ¨®mica espa?ola: el gran peso de la construcci¨®n, la hosteler¨ªa y el turismo, sectores que usan mano de obra de poco valor a?adido y poca formaci¨®n tan intensivamente cuando las cosas van bien, como la destruyen cuando todo se tuerce. Algo que se acentu¨® durante la ahora denostada d¨¦cada dorada de crecimiento, cuando el ladrillo pas¨® de emplear habitualmente el 9% de los trabajadores al 13%.
La otra, una divisi¨®n m¨²ltiple y transversal del mercado laboral que genera m¨²ltiples nichos estancos, mucha desigualdad y, sobre todo, bastante precariedad: trabajadores fijos y temporales, diferentes condiciones contractuales para espa?oles y extranjeros, tambi¨¦n para hombres y mujeres o para j¨®venes y mayores, y, c¨®mo no, entre personal cualificado y no. Y en todas estas dicotom¨ªas, la parte m¨¢s desfavorecida ha salido peor parada. S¨®lo en el caso de la divisi¨®n entre hombres y mujeres, la parte a priori m¨¢s fuerte, la masculina, se ha visto m¨¢s golpeada por la crisis. Algo que se explica por el desplome del ladrillo, sector que ocupa a hombres fundamentalmente.
Esos lastres han sido la rendija por la que se ha colado una destrucci¨®n de empleo masiva. Basta echar un vistazo a las estad¨ªsticas para comprobarlo. En la construcci¨®n, por ejemplo, se han destruido 700.000 empleos en el ¨²ltimo a?o. En los ¨²ltimos meses parece que la intensidad de la ca¨ªda se ha frenado por el Fondo de Inversi¨®n Local para obras municipales puesto en marcha por el Gobierno. Pero persisten las dudas sobre lo que suceder¨¢ cuando ¨¦ste acabe.
Por lo que respecta a los trabajadores temporales, su n¨²mero ha bajado en m¨¢s de medio mill¨®n, seg¨²n el INE, con lo que la tasa de temporalidad ha ca¨ªdo al 25%, un nivel casi desconocido en Espa?a. Pero, claro, la bajada ha llegado por la v¨ªa no deseada, la destrucci¨®n de empleo. La no renovaci¨®n del contrato y la eliminaci¨®n del puesto de trabajo precario son las f¨®rmulas m¨¢s baratas para ajustar costes en las empresas.
As¨ª, construcci¨®n y temporalidad han sido las dos causas, las m¨¢s inmediatas y se?aladas desde todas las tribunas. Aunque las conclusiones que se sacan son distintas seg¨²n la tribuna que se escuche y tambi¨¦n las soluciones que se proponen. En abril, un centenar de economistas (entre ellos, el ahora secretario de Estado de Econom¨ªa y entonces a¨²n profesor de IESE, Jos¨¦ Manuel Campa) present¨® un texto para reformar el mercado laboral.
Sin dejar de reconocer la importancia del cambio del modelo productivo hacia sectores que aporten m¨¢s valor a?adido y mano de obra m¨¢s formada y productiva, el Grupo de los 100 -como se les conoce casi desde el principio- hace hincapi¨¦ en el cambio de la norma para solucionar "los principales problemas que provocan un funcionamiento ineficiente del mercado laboral". Javier Andr¨¦s, catedr¨¢tico de an¨¢lisis econ¨®mico en la Universidad de Valencia y uno de los firmantes, afirma: "El cambio de modelo productivo no es excusa para frenar la reforma. Es una falacia. El mercado de trabajo forma parte del modelo".
Cercanas a las del Banco de Espa?a, las propuestas de este grupo incluyen un contrato ¨²nico indefinido con una indemnizaci¨®n por despido m¨¢s baja que la actual "para acabar con la dualidad laboral", la eliminaci¨®n de la tutela judicial en los despidos (salvo en casos de discriminaci¨®n) o la flexibilizaci¨®n de la negociaci¨®n colectiva. El objetivo: acabar con un mercado dual que distingue a Espa?a del resto de Europa y la penaliza.
No le anda lejos la CEOE. Su propuesta de un contrato anticrisis, de 20 d¨ªas de indemnizaci¨®n por despido (frente a los 45 o los 33 actuales), tiene por finalidad "romper la dualidad del mercado de trabajo", explica el secretario general, Jos¨¦ Mar¨ªa Lacasa.
Ni que decir tiene que a los sindicatos la m¨²sica y la letra de estas propuestas no les gusta. Ya hab¨ªan reaccionado contra la patronal cuando propuso ese contrato anticrisis e hicieron lo previsto al recibir la propuesta. "Es miope buscar en la regulaci¨®n la soluci¨®n. En Espa?a se ha ensayado todo [en referencia a reformas anteriores]. El problema hay que buscarlo en el modelo productivo", aclara Toni Ferrer, para explicar el r¨¢pido deterioro del mercado laboral y la alta tasa de temporalidad.
Desde CC OO apoyan este argumento y suman otro. "Lo que se plantea es acabar con la tutela judicial, que es acabar con el principal derecho de los trabajadores: la estabilidad laboral, sobre el que se asientan los dem¨¢s", explica Ram¨®n G¨®rriz.
Para los sindicatos, la prioridad se centra en el cambio del modelo productivo. ?La temporalidad es un problema? Claro, pero se deriva de la propia estructura econ¨®mica y del abuso de la ley. "Hay que cambiar el patr¨®n de crecimiento, no podemos ser el pa¨ªs del uso intensivo de mano de obra", a?ade G¨®rriz.
Tambi¨¦n ellos han encontrado, o buscado, el soporte acad¨¦mico a sus tesis. El pasado viernes recibieron un manifiesto, apoyado con las firmas de m¨¢s de 750 catedr¨¢ticos y profesores universitarios y profesionales. Sin llegar a la precisi¨®n del texto de los 100, este grupo se?ala como prioridades la protecci¨®n de los parados (tambi¨¦n los primeros) y el cambio hacia una estructura econ¨®mica que no recurra al "uso intensivo de trabajo precario, mal remunerado y poco cualificado". Un tema que, a priori, no gusta a la patronal. Lacasa afirma, en una clara muestra de liberalismo: "El cambio es fruto de la decisi¨®n individual de miles de empresarios".
Desde el Consejo Econ¨®mico y Social (¨®rgano consultivo que agrupa a agentes sociales, econ¨®micos y al Gobierno), su presidente, Marcos Pe?a, recibe el debate con agradecimiento, pero desconf¨ªa de que de ¨¦l vaya a llegar la soluci¨®n: "No hay que ofrecer la expectativa de que va a haber una respuesta que lo resuelva". ?l preferir¨ªa no hablar de reforma laboral, pese a que era secretario general de Empleo cuando se llev¨® a cabo la mayor de ellas, en 1994, sino reformas para el mercado laboral, entre las que destaca a la educaci¨®n como "la piedra angular". Y a?ade: "Cuando el epicentro del debate lo ocupa el precio del despido, distrae la atenci¨®n de lo esencial".
Sea como sea, el debate se ha lanzado. Ahora lo dif¨ªcil es el acuerdo en el di¨¢logo social, l¨¢nguido e improductivo durante esta crisis. Y sin ¨¦l, el Gobierno ya ha advertido que no habr¨¢ reforma. No obstante, para reactivarlo, el presidente, a trav¨¦s de la oficina econ¨®mica de La Moncloa, ha decidido tomar las riendas. Entre tanto, y pese a los buenos datos de mayo, la amenaza de un paro al alza persiste. El mismo Ejecutivo admiti¨® la semana anterior que hasta 2012 no bajar¨¢ del 17%.
?Habr¨¢ una sexta?
Nada levanta m¨¢s conflictividad social en Espa?a que una reforma laboral. De su mano, han llegado las grandes huelgas generales en la etapa democr¨¢tica. Basta recordar la m¨¢s famosa y exitosa de todas ellas, la del 14 de diciembre de 1988, que fren¨® la reforma que pretend¨ªa el Gobierno socialista, o la de 2002 contra el Ejecutivo del PP, que tambi¨¦n logr¨® su objetivo.
Pero no por ello se han quedado en la cuneta. Desde que se promulg¨® el Estatuto de los Trabajadores ya se han hecho cinco reformas de cierta envergadura. No obstante, sus defectos estructurales (altas tasas de paro y temporalidad) persisten.
La primera se produjo en 1984. Su objetivo, como explica el profesor del IESE Sandalio G¨®mez en un informe sobre reformas laborales en Espa?a, era rebajar el alto nivel de paro, entonces en el 21%. Para ello se impuls¨® la contrataci¨®n temporal.
Diez a?os despu¨¦s lleg¨® la segunda. Sin consenso. Y eso cost¨® caro. Hubo huelga general. El paro, en plena crisis, estaba en la tasa m¨¢s alta de la serie hist¨®rica (el 24%) y, de nuevo, se trataba de combatirlo. Entre otras, la reforma abri¨® la puerta a las Empresas de Trabajo Temporal.
La tercera lleg¨® ya con el Partido Popular en el poder, en 1997. Arrancaba la recuperaci¨®n econ¨®mica. Se trataba de combatir la alta tasa de temporalidad y dio paso a un nuevo modelo de fomento de la contrataci¨®n indefinida, con una indemnizaci¨®n menor (33 d¨ªas frente a los 45 tradicionales) por despido improcedente.
Las dos ¨²ltimas llegaron en plena d¨¦cada dorada, en 2001 y en 2006. La ¨²ltima pretend¨ªa atacar el recurso constante a la contrataci¨®n temporal. La tasa de temporalidad cay¨®, pero el verdadero desplome de esta estad¨ªstica ha llegado de la mano de la crisis. -
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