La universidad en tiempos de 'El nombre de la rosa'
La universidad ha perdido el monopolio del conocimiento. Los profesores ya no somos los ¨²nicos depositarios del saber. La Red nos ha jugado una mala pasada. Ahora tenemos dos opciones: impregnar de veneno los teclados de nuestros j¨®venes con la esperanza de que a¨²n se chupen el dedo o, simplemente, asumir nuestro nuevo e interesante papel de mentores experimentados y acompa?antes metodol¨®gicos, m¨¢s preocupados en ense?arles a gestionar y completar el conocimiento disponible y a desarrollar su capacidad cr¨ªtica que en ense?arles a memorizar unos conocimientos como si fueran una verdad ¨²nica.
En las universidades norteamericanas ocurren dos fen¨®menos que preocupan mucho a sus rectores y que no saben c¨®mo afrontar, entre otras cosas porque tampoco se han preocupado por analizar los cambios en las actitudes y valores de los estudiantes del siglo XXI. Muchos profesores de ¨¦lite, incluidos premios Nobel, tienen tres o cuatro estudiantes en sus clases. ?Los m¨¢s interesados en el tema? No. Los representantes de sus compa?eros que se organizan para tener unos buenos apuntes y preparar bien los ex¨¢menes. Los profesores, digamos normales, ni tan siquiera tienen tres o cuatro. No tienen ninguno. ?C¨®mo aprenden y aprueban sus estudiantes? Se re¨²nen en la Red y optan por obtener sus conocimientos de forma colaborativa, con materiales abiertos, de universidades de prestigio. En Quebec, por ejemplo, hay la Universidad McGill tradicional, y una Universidad McGill que funciona en paralelo gestionada por sus estudiantes, que se organizan seg¨²n sus necesidades. ?Este es el modelo que queremos? ?O m¨¢s bien queremos un modelo de universidad abierta a la sociedad, motor de la estrategia de modernizaci¨®n del pa¨ªs y de liderazgo en la econom¨ªa del conocimiento?
El cambio no amenaza la supervivencia de la ense?anza superior, sino el inmovilismo
En Estados Unidos ya hay cuatro millones de estudiantes en l¨ªnea. Es verdad que Internet se implant¨® antes y que los nativos digitales ya han llegado a la educaci¨®n superior, pero esta tendencia la empiezo a ver en mi universidad, la Oberta de Catalunya (UOC), donde cada vez llegan estudiantes m¨¢s j¨®venes. En ambos casos el motivo es el mismo: las demandas y necesidades de una poblaci¨®n estudiantil no tradicional requieren que nuestras universidades reconozcan la ense?anza en l¨ªnea como una pieza fundamental para el futuro y que este reconocimiento vaya acompa?ado de una mayor flexibilidad institucional para hacer frente a las nuevas necesidades de los estudiantes. Estoy convencida de que el futuro es h¨ªbrido presencial/virtual o, en el caso de los estudiantes a tiempo parcial, totalmente virtual. La ense?anza en l¨ªnea no tiene nada que ver con colgar materiales en la Red; requiere, como en el caso de la UOC, repensar el modelo de aprendizaje y la misma estructura institucional.
Desafortunadamente, academia y cambio conjugan mal. Ya lo dijo una ex rectora de la Universidad de Oslo: "Si quieres cambiar un cementerio, no puedes esperar gran ayuda de los que est¨¢n dentro". Quiz¨¢s hasta ahora no ha sido importante, pero vivimos un momento en el que no podemos perder mucho tiempo. El cambio no es lo que amenaza nuestra supervivencia como instituciones de ense?anza superior; lo que la amenaza es el inmovilismo y la negaci¨®n de una realidad evidente. Los inmovilistas son los mismos que lanzan adoquines a palabras como eficiencia, flexibilidad, gobernabilidad o incluso emprendedur¨ªa asociadas a la universidad.
La universidad desempe?a un papel determinante en el desarrollo de la sociedad formando sus futuros l¨ªderes y prepar¨¢ndolos para vivir en un entorno en transformaci¨®n continua. La pregunta clave es: ?La universidad ha sabido transformarse ella misma? Yo afirmar¨ªa, sin miedo a equivocarme mucho, que la universidad es una de las instituciones m¨¢s antiguas y con mayor capacidad de resistencia al cambio.
Si las universidades no podemos o no sabemos reenfocar nuestra manera de pensar y de actuar y redefinir nuestro papel en la sociedad, habremos fallado. En cambio, si nos atrevemos a trabajar a largo plazo, a fortalecer lo mejor de nuestro pasado y de nuestra tradici¨®n pero al mismo tiempo repensar y reforzar nuestras instituciones para el futuro de forma innovadora y colaborativa, daremos se?ales a la sociedad de que sabemos c¨®mo afrontar nuestros retos, y los suyos.
Imma Tubella es la rectora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
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