En China se vive mucho peor que en Matar¨®
Los inmigrantes liberados por los 'mossos' quieren volver a los talleres
Ni esclavos ni v¨ªctimas ni t¨ªteres de la mafia. Los 450 chinos que hasta hace una semana viv¨ªan enganchados a una m¨¢quina de coser en Matar¨®, en la costa de Barcelona, rechazan esas etiquetas y anhelan volver al trabajo. Los mossos precintaron 72 talleres de confecci¨®n (algunos ilegales) y detuvieron a sus propietarios por explotaci¨®n laboral. Pero los miembros de la comunidad no se sienten liberados. Est¨¢n irritados. Dicen que ahora s¨ª les han convertido en v¨ªctimas: una suerte de ERE policial les ha dejado sin sustento. Y, a algunos, sin cama.
Les importa poco trabajar en condiciones leoninas: no libran un solo d¨ªa a la semana y cobran 20 euros por una jornada de 12 horas. Desde el prisma occidental, es un abuso. Y la obcecaci¨®n de los operarios parece un moderno vivan las cadenas. Pero los expertos en la comunidad china -que ha alcanzado las 143.000 personas con permiso de residencia, seg¨²n los ¨²ltimos datos- s¨ª lo entienden: "En China viven peor. Tienen un catre y fuego para calentarse. Vienen a sabiendas de que van a trabajar lo que haga falta para ganar dinero y montar su negocio", explica Anna Mart¨ªnez, secretaria general de Casa Asia, que ha elaborado un estudio sobre la comunidad.
Defienden a sus jefes y piden la apertura de los locales donde eran explotados
La polic¨ªa investiga qu¨¦ parte de sus negocios depende de la mafia
Parte de los chinos que emigran contraen una deuda para llegar a Espa?a. Su intenci¨®n es trabajar duro para, en dos a?os, librarse de ella y ser due?os de s¨ª mismos. As¨ª se entiende mejor lo que ha ocurrido estos d¨ªas en Matar¨®: los chinos han salido en defensa de sus patronos y han exigido la reapertura de los locales.
Uno de los t¨®picos sobre los chinos (que son trabajadores obstinados) se corresponde con la realidad. Pero hay otros mitos falsos. Los expertos se empe?an en combatirlos. Y la comunidad asi¨¢tica empieza a tomar las riendas para escribir su propio relato.
Una tercera parte de los chinos que vive en Espa?a lo hace en Barcelona y su ¨¢rea. La inmensa mayor¨ªa proviene de la regi¨®n de Zhejiang, una zona pobre y monta?osa, con escasos recursos agr¨ªcolas, que ha sido foco de emigraciones desde hace cientos de a?os. A la Pen¨ªnsula empezaron a llegar en los ochenta. El efecto llamada (en Catalu?a hay asociaciones de paisanos, similares a las casas regionales) y las reagrupaciones familiares han hecho el resto.
La ciudad de Barcelona, con 14.000 nacidos en China -hay tres peri¨®dicos en mandar¨ªn- es paradigma y term¨®metro de la evoluci¨®n del colectivo. Tras la apertura de restaurantes, pasaron a otras ¨¢reas de negocio: tiendas textiles de venta al por mayor (el popular Chinatown del Eixample), bazares, cadenas de todo a cien, zapater¨ªas y, m¨¢s recientemente, peluquer¨ªas y autoescuelas. "El bar Manolo de toda la vida lo lleva ahora un chino. All¨ª van clientes de toda la vida, pero tambi¨¦n los chinos del barrio. Eso es bueno, porque se crean espacios de mezcla", opina Daniel de Torres, comisionado de inmigraci¨®n del Ayuntamiento.
?C¨®mo ha sido posible la expansi¨®n econ¨®mica? ?Ha ido acompa?ada de la integraci¨®n? Los chinos no suelen pedir dinero a bancos. "Si necesitan cash, lo piden a amigos y a la familia. Es un sistema de ayuda mutua", opina Mart¨ªnez. Esa disponibilidad de efectivo ha permitido fen¨®menos como el de Merca China, un gran almac¨¦n que ocupa buena parte del pol¨ªgono sur de Badalona.
La polic¨ªa investiga qu¨¦ parte de todo ese negocio est¨¢ infiltrado por la poderosa mafia china. Su sombra se asoma sobre algunas actividades. Por ejemplo, las peluquer¨ªas que camuflan servicios de prostituci¨®n. O los restaurantes que permanecen vac¨ªos y que podr¨ªan servir, seg¨²n la polic¨ªa, como improvisadas oficinas del Inem para chinos. Cuando oye la palabra "mafia", la comunidad protesta y no quiere saber nada. "Ellos buscan claridad jur¨ªdica, saber qu¨¦ hacer. Son pr¨¢cticos", dice Mart¨ªnez.
Los chinos est¨¢n preocupados por la buena marcha del negocio y por la educaci¨®n de sus hijos. Los derechos de ciudadan¨ªa (como el voto) les importan m¨¢s bien poco. Tambi¨¦n tienen sus propios mitos sobre el sistema espa?ol: "Algunos creen que no deben pedir el paro, porque les resultar¨¢ m¨¢s dif¨ªcil pedir la renovaci¨®n del permiso de residencia", explica Sushan Qu, mediadora cultural del Ayuntamiento de Badalona. Qu opina que la principal barrera para la integraci¨®n es el idioma. No tienen tiempo de aprenderlo. Y apunta un "abismo" entre los chinos de mediana edad y sus hijos adolescentes que "est¨¢ generando conflictos".
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