Tres espejos del impulso literario
Luis Mateo D¨ªez abre las jornadas 'Lecciones y maestros' de Santillana del Mar, en las que tambi¨¦n intervendr¨¢n Antonio Mu?oz Molina y ?ngeles Mastretta
Escribe con una letra tan diminuta como precisa. Sin apenas correcciones, Luis Mateo D¨ªez va desgranando con trazo seguro cada historia que se le ocurre, como si se tratara de un cuaderno de bit¨¢cora que anticipa una navegaci¨®n. Los cuadernos de Luis Mateo D¨ªez (Villablino, 1942) expuestos en una de las vitrinas de la Fundaci¨®n Santillana, junto a buena parte de su obra traducida a otros idiomas, ofrecen una idea del tiempo invertido en un trabajo que ha recibido el elogio de la cr¨ªtica y de los lectores. El escritor leon¨¦s inaugur¨® ayer, en Santillana del Mar, la tercera edici¨®n de las jornadas literarias Lecciones y maestros con un discurso en el que desvel¨® algunos de los secretos de su narrativa y en el que se defini¨® como un autor que "hace de lo ajeno, en lo extra?o o extranjero, todas sus conquistas o descubrimientos" frente al inventario biogr¨¢fico de los que tienden a mirarse al ombligo.
El autor de 'La ruina y el cielo' se muestra ajeno a la literatura del ombligo
El escritor leon¨¦s fija su mirada sobre los seres extraviados o perdidos
Ya desde sus costumbres cotidianas, en sus h¨¢bitos rutinarios, encuentra este autor que todo lo que le interesa se halla fuera de casa: "En cualquier sitio hab¨ªa alguien esper¨¢ndome", a?adi¨®. "La apertura a lo desconocido, a la conquista de seres que ni somos, ni tal vez quisi¨¦ramos ser, ni a los que siquiera nos parecemos es tan gozosa como perturbadora, pues qui¨¦n sabe a d¨®nde nos puede llevar un perfecto desconocido, en qu¨¦ bretes puede meternos, qu¨¦ hacer, como les suced¨ªa a Gald¨®s o a Dostoievski, cuando sus extra?as criaturas inventadas, de tan vivas que estaban, de tan due?as que eran de s¨ª mismas, se les volv¨ªan locas".
Bajo un sol radiante que no dejaba ning¨²n atisbo de lluvia, la Fundaci¨®n Santillana (representada por Francisco P¨¦rez Gonz¨¢lez y Emiliano Mart¨ªnez) y la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo (estuvo el rector Salvador Ord¨®?ez) abrieron las jornadas literarias, que en esta ocasi¨®n re¨²nen a Luis Mateo D¨ªez, ?ngeles Mastretta y Antonio Mu?oz Molina.
Fue Ignacio Polanco, presidente del Grupo Prisa y de la Fundaci¨®n Santillana, el encargado de dar paso a esta cita anual en la que participan cr¨ªticos, escritores y estudiantes y con la que se pretende "extender una experiencia cultural libre de restricciones, alimentada por la creatividad de nuestros mejores maestros".
Ayer le toc¨® el turno al autor de La ruina del cielo y creador del territorio imaginario de Celama, que estuvo acompa?ado por uno de sus m¨¢s cualificados estudiosos, Jos¨¦ Mar¨ªa Merino, al que le une una amistad de cerca de cuarenta a?os, y que desgran¨® su biograf¨ªa literaria, desde su afici¨®n a la narraci¨®n oral hasta el gusto por los mundos corales.
La austeridad y la ausencia de an¨¦cdotas que marcaron el discurso inaugural de Luis Mateo D¨ªez se rompi¨® en el coloquio posterior, en el que se defini¨® como un escritor intranquilo que huye de la figura rom¨¢ntica del narrador -"el trabajo duro es el de los mineros de mi pueblo", asegur¨®-.
El autor de Los frutos de la niebla reconoci¨® su irremediable tendencia hacia una mirada sobre los seres humanos extraviados o perdidos. "Los hubo en mi familia y en mi ciudad. El pirado tiene una aureola narrativa m¨¢s poderosa que el poseedor de una vida ordenada", asegur¨®. Habl¨® el escritor de atm¨®sferas f¨ªsicas que contienen o supuran algo de atm¨®sfera moral. "En la caracterizaci¨®n de mis personajes se encuentra el elemento de la fragilidad. Se trata de h¨¦roes del fracaso, perdedores con nombres rimbombantes, un ganado humano que pertenece a un tiempo en extinci¨®n, pero plagado de aventuras a la vuelta de la esquina".
Reconoci¨® tambi¨¦n haberse llenado de man¨ªas como la de necesitar el t¨ªtulo antes de enfrentarse a la escritura, "no porque ¨¦ste sea el emblema comercial de la novela, sino porque contiene la idea po¨¦tica de la obra". Habl¨® tambi¨¦n de un tiempo en que escrib¨ªa a mano, luego pasaba el texto a m¨¢quina con dos dedos y finalmente lo volcaba en el primer ordenador que se compr¨®.
Como escritor jubilado, tras cuarenta a?os de trabajo en el Ayuntamiento de Madrid como funcionario, describi¨® su experiencia en la Plaza Mayor, donde se encontraba su despacho, como una ventanilla a los elementos m¨¢s cotidianos de la vida desde la que ha presenciado la muerte de dos personas o la irrupci¨®n en medio de la niebla de una decena de elefantes de un circo que levantaron las patas y defecaron ante su mirada.
Babelia
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