?Qu¨¦ es un 'asentamiento'?
Se nombra con este eufemismo la colonizaci¨®n ilegal y subvencionada por EE UU de los territorios palestinos ocupados. Ante esto, Obama puede hacerse el tonto o puede defender los intereses de su pa¨ªs
Asentamiento: 1. Acci¨®n y efecto de asentar o asentarse. 2. Instalaci¨®n provisional, por la autoridad gubernativa, de colonos o cultivadores en tierras destinadas a expropiarse. (Diccionario de la Real Academia Espa?ola).
Soy lo suficientemente viejo para recordar cuando los kibutzim israel¨ªes parec¨ªan asentamientos. En los primeros a?os sesenta, pas¨¦ un tiempo en el kibutz Hakuk, una peque?a comunidad fundada por la Haganah, el Ej¨¦rcito jud¨ªo anterior a la creaci¨®n del Estado de Israel. Nacido en 1945, Hakuk estaba todav¨ªa sin refinar. Las pocas docenas de familias que viv¨ªan all¨ª se hab¨ªan construido un comedor, una guarder¨ªa, cobertizos y viviendas. Pero m¨¢s all¨¢ de las residencias no hab¨ªa m¨¢s que colinas cubiertas de rocas y campos a medio limpiar.
Todos los asentamientos israel¨ªes violan el Convenio de Ginebra y la Carta de Naciones Unidas
Si EE UU se traga el enga?o de Netanyahu, quedar¨¢ humillado ante amigos y enemigos
Hakuk sigue existiendo. Salvo que hoy se dedica a la fabricaci¨®n de pl¨¢sticos y al turismo que acude al cercano Mar de Galilea. La granja original, construida en torno a un fuerte, se ha convertido en atracci¨®n tur¨ªstica. Llamar a este kibutz "asentamiento" resultar¨ªa extra?o. Sin embargo, Israel necesita "asentamientos". Son un elemento intr¨ªnseco de la imagen que siempre ha querido transmitir a sus admiradores y donantes extranjeros: la de un peque?o pa¨ªs que lucha para asegurarse el lugar que le corresponde en un entorno hostil mediante el duro y positivo trabajo de limpieza de tierras, irrigaci¨®n, autosuficiencia agraria, productividad e industriosidad, leg¨ªtima defensa y construcci¨®n de comunidades jud¨ªas. Pero este relato de neocolectivistas y pioneros suena falso en el Israel moderno y lleno de alta tecnolog¨ªa. Por eso se ha trasladado el mito a otro lugar: a las tierras palestinas capturadas en la guerra de 1967 y ocupadas de forma ilegal desde entonces.
No es casualidad que se fomente en los medios de comunicaci¨®n internacionales la referencia a los colonos y asentamientos jud¨ªos en Cisjordania. Pero la imagen que se proyecta es enga?osa. El mayor de estos controvertidos "asentamientos" es Maale Adumim, que tiene una poblaci¨®n de m¨¢s de 35.000 habitantes y comprende tierras con una superficie de 50 kil¨®metros cuadrados, el triple que Ginebra, en Suiza, y casi la mitad que Manchester, en Inglaterra. ?Menudo "asentamiento"!
En los territorios ocupados existen 120 asentamientos israel¨ªes oficiales. Hay adem¨¢s otros "extraoficiales", cuyo n¨²mero se calcula entre 80 y 100. Para el derecho internacional, no existe ninguna diferencia entre estas dos categor¨ªas: ambas infringen el art¨ªculo 47 del Cuarto Convenio de Ginebra, que proh¨ªbe de forma expl¨ªcita la anexi¨®n de tierras mediante el uso de la fuerza, un principio reafirmado en el art¨ªculo 2(4) de la Carta de Naciones Unidas. Es decir, la distinci¨®n que se hace a menudo en las proclamaciones israel¨ªes y las informaciones estadounidenses es falsa: todos los "asentamientos" son ilegales, hayan sido o no oficialmente aprobados e independientemente de que su expansi¨®n se haya "congelado" o contin¨²e adelante.
La poblaci¨®n de colonos ha crecido sin cesar a un ritmo del 5% o m¨¢s durante los ¨²ltimos 20 a?os, casi el cu¨¢druple que la poblaci¨®n israel¨ª en su conjunto. Junto con los jud¨ªos de Jerusal¨¦n Este (tambi¨¦n anexionada de forma ilegal y unilateral a la capital de Israel), los colonos son hoy m¨¢s de medio mill¨®n de personas: justo por debajo del 11% de la poblaci¨®n (jud¨ªa) del "Gran Israel", y ¨¦sa es una de las razones por las que cuentan tanto en las elecciones, en las que la representaci¨®n proporcional les otorga una influencia desmesurada.
Ahora bien, si Israel se emborracha con los asentamientos, Estados Unidos lleva mucho tiempo siendo el que se lo permite. Si Washington no diera a Israel 3.100 millones de d¨®lares anuales de ayuda, las casas en los asentamientos de Cisjordania no ser¨ªan tan baratas, menos de la mitad de unas viviendas equivalentes en el territorio israel¨ª propiamente dicho. Muchos de quienes van a vivir a esas casas ni siquiera se consideran "colonos". Reci¨¦n llegados de Rusia y otros pa¨ªses, se limitan a aceptar la oferta de alojamiento subvencionado, se trasladan a los territorios ocupados y se convierten en clientes agradecidos de sus patronos pol¨ªticos, por lo que ser¨¢ muy dif¨ªcil sacarlos de all¨ª.
Claro que nadie cree en serio que los "asentamientos" vayan a desaparecer alguna vez, con su medio mill¨®n de residentes, sus instalaciones urbanas y su acceso privilegiado a la tierra y el agua. Las autoridades israel¨ªes, ya sean de izquierda, derecha o centro, no tienen intenci¨®n de eliminarlos, y ni los palestinos ni los estadounidenses informados se hacen ilusiones al respecto. Por supuesto, casi todos prefieren fingir lo contrario, hablar de la "hoja de ruta" de 2003 y de un acuerdo definitivo basado en las fronteras de 1967. Pero ¨¦sa es la calderilla de la hipocres¨ªa pol¨ªtica, el lubricante de las relaciones diplom¨¢ticas, que facilita la comunicaci¨®n y el compromiso. Hay ocasiones, sin embargo, en las que la hipocres¨ªa pol¨ªtica es su propia n¨¦mesis, y ¨¦sta es una de ellas. Como los asentamientos no van a desaparecer jam¨¢s, pero casi todo el mundo prefiere creer que s¨ª, hemos decidido ignorar las repercusiones de lo que los israel¨ªes se enorgullecen en llamar la "realidad sobre el terreno".
Benjam¨ªn Netanyahu lo sabe mejor que la mayor¨ªa. El pasado 14 de junio pronunci¨® un discurso muy esperado en el que se las arregl¨® para lanzar una cortina de humo con la que enga?ar a sus interlocutores estadounidenses. Al tiempo que se ofrec¨ªa a reconocer la hipot¨¦tica existencia de un posible Estado palestino, con la condici¨®n expl¨ªcita de que no controle su espacio a¨¦reo ni tenga medios de defenderse contra las agresiones, reiter¨® la ¨²nica postura israel¨ª que importa verdaderamente: no construiremos asentamientos ilegales, pero nos reservamos el derecho a extender los "legales" (es decir, los que decidimos autorizar) con arreglo a su ritmo natural de crecimiento.
The New York Times, como era de prever, mordi¨® el anzuelo. "Netanyahu apoya el Estado palestino, con condiciones", dec¨ªa su titular del 15 de junio. Pero la pregunta que importa es: ?seguir¨¢ Obama el ejemplo del peri¨®dico? Seguramente est¨¢ dese¨¢ndolo. Nada podr¨ªa agradar m¨¢s al presidente estadounidense y sus asesores que poder afirmar que, tras su discurso en El Cairo, hasta Netanyahu cambi¨® de posici¨®n y se abri¨® a la posibilidad de compromiso. De esa forma, el Gobierno norteamericano podr¨ªa evitar un enfrentamiento directo con su m¨¢s estrecho aliado. Sin embargo, la inc¨®moda realidad es que el primer ministro israel¨ª volvi¨® a afirmar una verdad sin disimulos: no tenemos intenci¨®n, declar¨®, de reconocer las leyes ni las opiniones internacionales sobre nuestra ocupaci¨®n de tierras en "Judea y Samaria".
Por consiguiente, el presidente Obama tiene que elegir. Puede hacer el juego a los israel¨ªes, pretender que cree en sus buenas intenciones y la importancia de las distinciones que le ofrecen; pero los israel¨ªes estar¨ªan tom¨¢ndole por tonto, y ¨¦sa es la imagen que dar¨ªa en la regi¨®n y en todo el mundo. O puede romper con dos d¨¦cadas de docilidad estadounidense, reconocer p¨²blicamente que el emperador est¨¢ desnudo, tratar a Netanyahu como el c¨ªnico que es y recordar a los israel¨ªes que sus asentamientos (todos sus asentamientos) dependen de la buena voluntad de Estados Unidos. Los llamados "asentamientos" no tienen nada que ver con la defensa de Israel, ni mucho menos con sus ideales fundacionales de autosuficiencia agraria y autonom¨ªa jud¨ªa. No son m¨¢s que una forma de colonizaci¨®n, y Estados Unidos no deber¨ªa dedicarse a subvencionar ni permitir esas cosas, ni a conspirar para disimularlas.
Si tengo raz¨®n y la eliminaci¨®n de los asentamientos ilegales de Israel es poco menos que impensable, la aceptaci¨®n por parte de Estados Unidos de que la mera no expansi¨®n de los asentamientos "autorizados" es un verdadero paso hacia la paz en Oriente Pr¨®ximo ser¨ªa el peor resultado posible del actual baile diplom¨¢tico. Nadie en la regi¨®n se cree ese cuento de hadas. La tramposa clase pol¨ªtica israel¨ª dar¨ªa un inmerecido suspiro de alivio, porque habr¨ªa vuelto a enga?ar a quien le paga. Y Estados Unidos quedar¨ªa humillado ante sus amigos, para no hablar de sus enemigos. Si los norteamericanos no son capaces de defender sus propios intereses en la regi¨®n, que al menos no se dejen volver a tomar el pelo.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
? 2009, Tony Judt.
Tony Judt es historiador y director del Remarque Institute de la Universidad de Nueva York.
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