Maestro Coppola, lamentable 'Tetro'
Quedan pocos cl¨¢sicos vivos y en activo, gente que ha parido en el curso del tiempo un cine insustituible y que a pesar del desfallecimiento que amenaza a la vejez no aceptan la jubilaci¨®n voluntaria o forzada sino que se las ingenian para seguir narrando historias. Te acercas reverencialmente a sus arriesgadas aventuras, deseas que te fascinen, anhelas que su contrastada sabidur¨ªa sea inmune a la esclerosis. Coppola pertenece a esta raza en peligro de extinci¨®n. Y aunque sepas que la obra de este individuo proteico ha estado familiarizada con fracasos comerciales que desprenden grandeza, con experimentos anticonvencionales, con nuevos y arriesgados lenguajes, te mosquea que su pen¨²ltima pel¨ªcula, titulada Juventud sin juventud no se haya estrenado nunca en Espa?a y tampoco est¨¦ disponible en DVD. Y dices: "Un respeto para el hombre que cre¨® El padrino". El mismo con el que te acercas a su ¨²ltima criatura, a este Tetro que su autor defin¨ªa como la pel¨ªcula m¨¢s ¨ªntima y personal que hab¨ªa rodado.
TETRO
Direcci¨®n: Francis Ford Coppola.
Int¨¦rpretes: Maribel Verd¨², Vincent Gallo, Alden Ehrenreich.
G¨¦nero: drama. EE UU, 2009.
Duraci¨®n: 127 minutos.
MISHIMA
Direcci¨®n: Paul Schrader.
Int¨¦rpretes: Ken Ogata, Hisako Manda.
G¨¦nero: drama. EE UU, 1985.
Duraci¨®n: 121 minutos.
La memoria de la cinefilia tiene una deuda impagable con esa generaci¨®n
Y durante los 15 minutos iniciales el hechizo funciona. Como en la hermosa La ley de la calle hay un chaval perdido que busca a su mitificado y huidizo hermano mayor. Ocurre en el castizo barrio bonaerense de La Boca, en blanco y negro, con sensaci¨®n de misterio, con aroma. Pero no nos espera el principesco, solitario y suicida chico de la moto, sino un lamentable ejercicio de psicoan¨¢lisis, intensidad in¨²til, ¨¦nfasis psicol¨®gico, una historia que no avanza, fantasmas familiares y tormentos creativos que te dejan indiferente, caf¨¦ teatro porte?o tirando a grotesco, un pretendidamente cat¨¢rtico viaje a la Patagonia que puede provocar verg¨¹enza ajena, una historia paralela y filmada caprichosamente en color que intenta desvelar el traum¨¢tico pasado del atormentado marginal a trav¨¦s de su relaci¨®n con un padre egoc¨¦ntrico y depredador, solemnes reflexiones sobre el arte que derivan en involuntario esperpento. Lo ¨²nico que encuentro salvable en este penoso naufragio es la interpretaci¨®n de Maribel Verd¨², alguien que transmite vida y autenticidad en medio de tanta impostura, de situaciones forzadas y personajes huecos.
Coppola, adem¨¢s de guionista y director excepcional, tambi¨¦n fue mecenas de proyectos complejos, productor de compa?eros de generaci¨®n que nunca tuvieron la bendici¨®n de Hollywood. Se reestrena Mishima, firmada por el siempre inquietante Paul Schrader, y que fue posible gracias a Coppola. Ver estos nombres en la cartelera actual renueva la a?oranza por el gran cine estadounidense de los setenta, por la autor¨ªa, la vitalidad, la heterodoxia y el talento de una generaci¨®n irremplazable, directores con estilo propio y mucho que contar que tuvieron ¨¦xito sin ceder al servilismo de las convenciones. Protagonizaron una edad de oro, su nombre ofrec¨ªa garant¨ªa de calidad, se hicieron ricos y famosos realizando las pel¨ªculas que quer¨ªan hacer. Cuarenta a?os despu¨¦s, s¨®lo Martin Scorsese y Steven Spielberg mantienen ese estatus art¨ªstico y taquillero, pueden rodar con continuidad el cine que les apetece, mantienen su ancestral reinado. Pero la memoria de la cinefilia siempre tendr¨¢ una deuda impagable con Coppola, Lucas, De Palma, Milius, Schrader, Ashby, Towne, Bogdanovich... Con los que alguna vez tuvieron el cine en sus manos.
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